En frontera con Perú venden fármacos como pasankallas

Los productos ingresan al país en cajas de galletas y dulces. No hay control del ingreso de la mercadería. Comerciantes reciben pedidos por WhatsApp.

Verónica Zapana S. / Desaguadero
“Llévate, casera. La caja de complejo B (que contiene 24 unidades) vale 17 soles o 37 bolivianos. La de diclofenaco de 12 unidades vale 45 soles o 96 bolivianos. Lo que quieras casera, yo te vendo por cantidad”, dice una comerciante que tiene su puesto de venta a pocos pasos de la frontera boliviana.


No es la única. Decenas de comerciantes esperan y atienden a los bolivianos que pasan al lado peruano de la localidad fronteriza Desaguadero para seguir adquiriendo esos fármacos como pasankallas o galletas.

No hay control. Los puestos de venta de fármacos están instalados en plena vía pública. Una de las comerciantes cuenta a Página Siete que sus principales clientes son los ciudadanos bolivianos. Indica que las transacciones se realizan con moneda boliviana. “No hay problema”, dijo. “Incluso hacemos envíos por mayor”, añade.

Los pedidos se realizan hasta por WhatsApp. Los medicamentos son enviados en cajas camufladas con dulces, chocolates y galletas.

“¿Es para Bolivia?, ¿tienes WhatsApp? Dale a mi esposo (el hombre estaba sentado a lado de ella) tu número y nosotros te enviamos todo lo que necesites”, ofrece la mujer que en su puesto de feria tiene una variedad de medicamentos que deben ser vendidos en farmacias. Sin embargo, la mujer tiene los fármacos expuestos a la luz del sol y al aire libre.

Entre los productos que ofrecen en los puestos de venta están protectores solares para bebés, niños y adultos de diferentes factores, aspirinas, complejo B y pomadas para dolores musculares, entre otros.

El esposo de la comerciante cuenta que hay tres modos de compra. La primera es que la persona vaya al lugar para pagar por los productos. “Tú pagas aquí y nosotros te enviamos a La Paz, tú recoges allá, como encomienda y listo”, comenta.

Los puestos de medicamentos se instalan en la vía pública.
La segunda modalidad es que uno paga a través de cuentas bancarias y el envío es el mismo. La tercera opción consiste simplemente en que uno acuda al puesto para adquirir los medicamentos. Luego, estos productos son embalados y trasladados a la ciudad de La Paz. “Camuflan los fármacos en cajas de galletas o dulces”, dice. “Nadie se da cuenta”, comenta.


Página Siete visitó el martes pasado la zona fronteriza y observó puestos que vendían cajas de medicamentos como si “fueran pasankallas” e incluso parches y pomadas, entre otros. Estos productos eran similares a los fármacos incautados por la Policía en marzo, cuando la institución del Verde Olivo desbarató una red de tráfico de medicamentos falsos y de contrabando con tentáculos en Perú.

En ese mes, la Policía allanó una casa de Desaguadero, donde se acopiaban esos medicamentos de dudosa procedencia. Estos fármacos se comercializaban en ferias y mercados, además, los productos se distribuyen en farmacias de barrio.

Fruto de esa investigación de la Policía, en La Paz y Santa Cruz realizan varios operativos. Además, el ministerio de Salud instruyó la inspección a farmacias. La Policía remarcó que se trata de una red de tráfico de fármacos que hasta la fecha ya detuvo a 14 personas. La última aprehendida es una de las cabecillas, quien en las próximas horas será puesta frente a las autoridades judiciales para su audiencia de medidas cautelares.

Según la investigación, la mujer operaba en La Paz, Santa Cruz, Tarija y Potosí con 23 vehículos y cuatro inmuebles.

El jefe de la División Contra Delitos de Corrupción Pública de la FELCC, Luis Guarachi, afirma que aún hay gente implicada en el caso y por eso la investigación sigue su curso.


Fármacos se esconden en cajas de chocolates y galletas.
Pese a ello, en Perú no cesa la venta de fármacos, de acuerdo con algunos comerciantes del sector, en esa feria hay más puestos de venta de medicamentos. Según varios visitantes, se instalan más puestos los viernes. “Los martes no hay mucha venta, por eso no salen todos”, dice uno de los clientes.


La venta en casi todos los puestos es la misma. “Si llevas por cantidad te haré un poco de diferencia. Cómprame”, dice otra de las vendedoras, quien incluso está dispuesta a sacar de sus galpones la cantidad requerida. “Tengo harto, me pides nomás. O haces el pedido y te puedo enviar cuando necesites”, comenta.

En la frontera, el paso de las cajas de diferentes productos es constante y nadie controla los cargamentos que trasladan en los autos adaptados a bicicletas.

“No podemos buscar todos los cargamentos. No abastecemos”, asegura uno de los policías peruanos. Indica que ellos están atentos y observan a las personas que salen del país de forma nerviosa. “Si está así, lo identificamos y verificamos sus productos. Por eso, no hay muchas personas que hacen esas transgresiones a la ley, por acá sólo pasan cajas de dulces, alimentos, galletas. No se arriesgan”, añade.

Pero hay otros puntos de la frontera que se utilizan para transportar los medicamentos de contrabando, incluso usan botes.

En el lado boliviano de la frontera, pese a que hay dos policías que vigilan en el sector, no se realiza un control de los productos que ingresan al país.

En el puesto de Aduana, el personal dice que el control se realiza a la carga que ingresa legalmente.

Y pese a que existe un puesto de la guardia municipal, su personal sólo retiene a las bicicletas que cargan cualquier producto, para cobrar dos bolivianos por el ingreso.

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