El Nápoles se despide del campeonato cayendo en Bolonia
Espectacular partido en el Dall'Ara: un doblete de Santander y el tanto de Dzemaili hicieron inútil la remontada sureña, firmada por Ghoulam y Mertens.
Mirko Calemme
As
El Nápoles cierra su temporada con una derrota en Bolonia, que por su parte celebró su salvación conquistada hace una semana y, a la espera de los resultados de mañana, se coloca en el décimo puesto, algo impensable hasta hace un par de meses, cuando los rossoblú vivieron una profunda crisis de resultados que llevó al despido de Filippo Inzaghi.
A pesar de las ausencias (Allan y Koulibaly estaban sancionados) y de las rotaciones de Ancelotti (que empezó con Callejón y Mertens en el banquillo), los partenopei arrancaron bien el enfrentamiento, buscando una decena de veces el remate a puerta en los primeros veinte minutos, aunque sin crear demasiado peligro.
Los de Mihajlovic (al técnico, que sonó para la Juve, los tifosi le pidieron quedarse), crecieron con el paso de los minutos, agarrados a un gran Palacio. El argentino centró para Santander el balón del 1-0, que el 'ropero' convirtió en gol con un poderoso testarazo.
Un contragolpe armado y finalizado por el exazzurro Dzemaili, que firmó el segundo con un zurdazo desde la frontal, parecía haber sentenciado la contienda, pero los sureños cambiaron el chip en la segunda mitad.
‘Carletto’ quitó a los apagados Verdi e Insigne, poniendo a Callejón y Mertens: los revulsivos funcionaron. Ghoulam, tras un pase largo de Fabián, recortó distancias (el VAR convalidó el tanto, que había sido anulado por fuera de juego), y justo el belga puso las tablas después de un centro del motrileño que Younes le cedió en el corazón del área chica.
En los últimos minutos del choque pudo pasar de todo: un latigazo de Zielinski golpeó el poste (el desafortunado récord partenopeo crece: 27 tiros a la madera) e, instantes después, Santander desvió un disparo de Dijks en la portería rival con la cabeza y una mezcla entre suerte y olfato goleador. Fue el gol decisivo: el Nápoles acaba el curso con una derrota, 79 puntos y un segundo puesto que agarró pronto y nunca dejó. En el próximo, el objetivo será volver a darle guerra a una Juve que fue campeona sin ningún apuro.
Mirko Calemme
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El Nápoles cierra su temporada con una derrota en Bolonia, que por su parte celebró su salvación conquistada hace una semana y, a la espera de los resultados de mañana, se coloca en el décimo puesto, algo impensable hasta hace un par de meses, cuando los rossoblú vivieron una profunda crisis de resultados que llevó al despido de Filippo Inzaghi.
A pesar de las ausencias (Allan y Koulibaly estaban sancionados) y de las rotaciones de Ancelotti (que empezó con Callejón y Mertens en el banquillo), los partenopei arrancaron bien el enfrentamiento, buscando una decena de veces el remate a puerta en los primeros veinte minutos, aunque sin crear demasiado peligro.
Los de Mihajlovic (al técnico, que sonó para la Juve, los tifosi le pidieron quedarse), crecieron con el paso de los minutos, agarrados a un gran Palacio. El argentino centró para Santander el balón del 1-0, que el 'ropero' convirtió en gol con un poderoso testarazo.
Un contragolpe armado y finalizado por el exazzurro Dzemaili, que firmó el segundo con un zurdazo desde la frontal, parecía haber sentenciado la contienda, pero los sureños cambiaron el chip en la segunda mitad.
‘Carletto’ quitó a los apagados Verdi e Insigne, poniendo a Callejón y Mertens: los revulsivos funcionaron. Ghoulam, tras un pase largo de Fabián, recortó distancias (el VAR convalidó el tanto, que había sido anulado por fuera de juego), y justo el belga puso las tablas después de un centro del motrileño que Younes le cedió en el corazón del área chica.
En los últimos minutos del choque pudo pasar de todo: un latigazo de Zielinski golpeó el poste (el desafortunado récord partenopeo crece: 27 tiros a la madera) e, instantes después, Santander desvió un disparo de Dijks en la portería rival con la cabeza y una mezcla entre suerte y olfato goleador. Fue el gol decisivo: el Nápoles acaba el curso con una derrota, 79 puntos y un segundo puesto que agarró pronto y nunca dejó. En el próximo, el objetivo será volver a darle guerra a una Juve que fue campeona sin ningún apuro.