El Brasil más diverso que el presidente ordena esconder
La orden de retirar un anuncio publicitario de un banco público que incluía una trans y varios ciudadanos negros crea una polémica que publicita el 'spot' en redes
Naiara Galarraga Gortázar
São Paulo, El País
El Banco de Brasil, un banco público con dos siglos en el negocio, solo pretendía abrir nuevos mercados. Seducir a clientela más joven. Convencerles de que abrir una cuenta bancaria y manejarla desde el móvil es tan fácil como hacerse un selfie. Ese era el mensaje de una campaña publicitaria que el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, vetó y ordenó retirar recientemente. El elenco multirracial incluía una transexual, algún tatuaje y cabellos teñidos de colores… Allí estaban la diversidad racial y la modernidad que cualquier viajero se topa a diario en el metro de São Paulo o Río de Janeiro… También estaba en el spot la diversidad sexual de muchas calles y bares de ambas ciudades, menos visible en otras zonas de Brasil. Pero al mandatario no le gustó. Bolsonaro telefoneó al hombre que él mismo nombró presidente del banco público, Rubem Novaes. Le ordenó que retirara la campaña.
Con el veto, el asunto saltó inmediatamente a las redes sociales, donde todo el que quiso pudo ver el anuncio retirado. Y este fin de semana Burger King, conocido en Brasil por su agresiva publicidad, se ha subido a la ola de la polémica con un anuncio irónico para reclutar a los actores que protagonizaron aquel spot. El requisito es haber “protagonizado un anuncio vetado de un banco”. “Puede ser hombre, mujer, negro, blanco, gay, hetero, trans, joven, mayor” porque, sigue el reclamo, “en Burger King todo el mundo es bienvenido”. En minutos, la globosfera se llenó de fervientes partidarios y detractores. Los que regresarían a una hamburguesería de la marca de comida rápida estadounidense y los que lanzaron la etiqueta #BoicotBurgerKing
Es una nueva batalla en una guerra cultural que se ha recrudecido desde la victoria electoral de Bolsonaro y que se libra, sobre todo, en redes sociales. El trasfondo es esta vez la diversidad racial que Brasil convirtió durante décadas en una de sus señas de identidad y la hasta hace poco cada vez más visible diversidad sexual. Un cambio que los bolsonaristas parecen querer revertir.
Una vez más, el presidente brasileño, que tiene múltiples desafíos en la agenda, empezando por una economía que no termina de despegar, se enzarzaba él solo en un asunto aparentemente menor como la publicidad de una empresa estatal.
El también ultraderechista dio días después algunos detalles sobre sus motivos. “La línea (ideológica) ha cambiado. ¿Qué quiere el pueblo? Respeto a la familia. Nadie quiere perseguir a ninguna minoría, (pero) no queremos que el dinero público se utilice de esa manera”, explicó Bolsonaro. El Gobierno llegó a anunciar, para desdecirse, que toda la publicidad estatal requeriría autorización previa gubernamental.
El presidente del Banco de Brasil dio otra pista muy útil para entender el desagrado presidencial con aquella publicidad de uno de los mayores bancos de Brasil, que tiene oficinas en casi los rincones del territorio. Novaes, nombrado por el nuevo presidente hace unos meses, declaró en una entrevista que “la izquierda ha empoderado a las minorías durante décadas”, de modo que “en novelas, películas, exposiciones de artes… se intentaba caracterizar al ciudadano normal como la excepción y a la excepción como la regla”. Aunque no lo precisó, se supone que por normal se refería a blanco, heterosexual. Y no fue que tuviera un lapsus, porque lo afirmó en una entrevista por escrito con la BBC.
Bolsonaro sufre un desgaste que en buena medida es autoinfligido. Su mayor error costó millones. Comenzó con otro telefonazo a otra empresa estatal; llamó al presidente de Petrobras para frenar una subida de precio de la gasolina diésel por temor a protestas. La compañía perdió ese día 32.400 millones de reales, más de 7.000 millones de euros. Casi un mes después, Petrobras ha subido el precio del gasóleo.
Naiara Galarraga Gortázar
São Paulo, El País
El Banco de Brasil, un banco público con dos siglos en el negocio, solo pretendía abrir nuevos mercados. Seducir a clientela más joven. Convencerles de que abrir una cuenta bancaria y manejarla desde el móvil es tan fácil como hacerse un selfie. Ese era el mensaje de una campaña publicitaria que el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, vetó y ordenó retirar recientemente. El elenco multirracial incluía una transexual, algún tatuaje y cabellos teñidos de colores… Allí estaban la diversidad racial y la modernidad que cualquier viajero se topa a diario en el metro de São Paulo o Río de Janeiro… También estaba en el spot la diversidad sexual de muchas calles y bares de ambas ciudades, menos visible en otras zonas de Brasil. Pero al mandatario no le gustó. Bolsonaro telefoneó al hombre que él mismo nombró presidente del banco público, Rubem Novaes. Le ordenó que retirara la campaña.
Con el veto, el asunto saltó inmediatamente a las redes sociales, donde todo el que quiso pudo ver el anuncio retirado. Y este fin de semana Burger King, conocido en Brasil por su agresiva publicidad, se ha subido a la ola de la polémica con un anuncio irónico para reclutar a los actores que protagonizaron aquel spot. El requisito es haber “protagonizado un anuncio vetado de un banco”. “Puede ser hombre, mujer, negro, blanco, gay, hetero, trans, joven, mayor” porque, sigue el reclamo, “en Burger King todo el mundo es bienvenido”. En minutos, la globosfera se llenó de fervientes partidarios y detractores. Los que regresarían a una hamburguesería de la marca de comida rápida estadounidense y los que lanzaron la etiqueta #BoicotBurgerKing
Es una nueva batalla en una guerra cultural que se ha recrudecido desde la victoria electoral de Bolsonaro y que se libra, sobre todo, en redes sociales. El trasfondo es esta vez la diversidad racial que Brasil convirtió durante décadas en una de sus señas de identidad y la hasta hace poco cada vez más visible diversidad sexual. Un cambio que los bolsonaristas parecen querer revertir.
Una vez más, el presidente brasileño, que tiene múltiples desafíos en la agenda, empezando por una economía que no termina de despegar, se enzarzaba él solo en un asunto aparentemente menor como la publicidad de una empresa estatal.
El también ultraderechista dio días después algunos detalles sobre sus motivos. “La línea (ideológica) ha cambiado. ¿Qué quiere el pueblo? Respeto a la familia. Nadie quiere perseguir a ninguna minoría, (pero) no queremos que el dinero público se utilice de esa manera”, explicó Bolsonaro. El Gobierno llegó a anunciar, para desdecirse, que toda la publicidad estatal requeriría autorización previa gubernamental.
El presidente del Banco de Brasil dio otra pista muy útil para entender el desagrado presidencial con aquella publicidad de uno de los mayores bancos de Brasil, que tiene oficinas en casi los rincones del territorio. Novaes, nombrado por el nuevo presidente hace unos meses, declaró en una entrevista que “la izquierda ha empoderado a las minorías durante décadas”, de modo que “en novelas, películas, exposiciones de artes… se intentaba caracterizar al ciudadano normal como la excepción y a la excepción como la regla”. Aunque no lo precisó, se supone que por normal se refería a blanco, heterosexual. Y no fue que tuviera un lapsus, porque lo afirmó en una entrevista por escrito con la BBC.
Bolsonaro sufre un desgaste que en buena medida es autoinfligido. Su mayor error costó millones. Comenzó con otro telefonazo a otra empresa estatal; llamó al presidente de Petrobras para frenar una subida de precio de la gasolina diésel por temor a protestas. La compañía perdió ese día 32.400 millones de reales, más de 7.000 millones de euros. Casi un mes después, Petrobras ha subido el precio del gasóleo.