El Barça no ve técnicos de nivel para sustituir a Valverde
El futuro entrenador si se prescinde del Txingurri debe responder a un retrato-robot muy determinado que a bote pronto coge a contrapié a un club donde la secretaría técnica también corre peligro.
Juan Jiménez
As
Como suele ser lo fácil en estos casos, Ernesto Valverde fue el gran señalado del desastre de Anfield. Igual que Bartomeu fue filtrando después de la caída de Roma que el entrenador podría irse del Barça incluso ganando la final ante el Sevilla, después de Liverpool anunció una reflexión y análisis profundo para tomar decisiones. Bartomeu ha vuelto a quedar decepcionado con Valverde. Después de querer destituirlo y frenarse después de la final del Wanda al ver que el efecto de su filtración tenía un efecto contraproducente en la plantilla, volvió a tener un proceso de acercamiento en los primeros meses de curso que culminó en la renovación del técnico. Pero Bartomeu olía el triplete, y no hay nada más peligroso para un entrenador que la frustración de un presidente.
Con Valverde semi-sentenciado (si es que él mismo no decide irse), el siguiente paso de Bartomeu ha sido bajar a la planta de la secretaría técnica. Aquí ha encontrado con dos problemas. No confía en el manager general del área de fútbol, Pep Segura, que puede saltar por los aires lo mismo que el secretario técnico, Eric Abidal, y su ayudante, Ramon Planes. Pero es que tanto ellos como sus colabodores externos le hacen ver que el mercado no ofrece entrenadores de garantías que respondan al perfil que demanda el Barça.
Bartomeu es muy consciente de que meter en la caseta entrenadores con el perfil, pongamos ejemplos, de Simeone o Klopp, sería una bomba de relojería. Discutido en otras cosas, Valverde ha resultado un éxito en niveles de convivencia y por mucho que desde algunos sectores se pida mano dura y una nueva disciplina de vestuario, eso es muy complicado en una caseta con las mismas costumbres desde hace una década y con jugadores con un poder tremendo a los que, para lo bueno o lo malo, o se les respeta el espacio o pueden hacer implosionar el club desde dentro.
Con sus particularidades, el Barça ha mantenido una línea de entrenador similar en los últimos años (Tito Vilanova, Luis Enrique, Valverde) de la que sólo se salió Martino y ya se vio con qué resultados. Técnicos conocedores de la casa y que, cada uno con su carácter (Luis Enrique fue el último que le dio un arreón a la plantilla con los fichajes de Suárez, Rakitic, Bravo y Ter Stegen), han sabido adaptarse a la realidad del club.
No hay nombres así en el mercado. Luis Enrique y Valverde aparecieron en momentos importantes para el Barça. El único que parece responder a esa idea es el de Ronald Koeman, actual entrenador holandés. Y con asteriscos. Su manera de entender el fútbol en el Valencia, Soutahmpton o Everton no se ha acercado al estilo Barça. Otro nombre que se valoró el año pasado fue el de Quique Setién. Le penaliza, sin embargo, su temporada con el Betis y su excesivo personalismo, que no casaría bien con el vestuario, o eso piensan en el club. Otros nombres que pasaron por el club como Óscar García Junyent o Jordi Cruyff no parecen ser una opción en este momento. Tampoco Xavi, en proceso de formación como técnico aún y cuya llegada al Barça debe producirse en otro escenario. Nadie mejor que él conoce ese vestuario porque lo ha compartido con Busquets, Piqué y Messi y, ya en el último año, con Ter Stegen, Luis Suárez o Rakitic. Entrar tan rápido podría quemar su trayectoria como técnico.
Y una cuestión más importante aún. Al menos hasta el pasado martes, el vestuario estaba en la mayoría de los casos (más los jóvenes que los veteranos) con Ernesto Valverde. Cualquier directiva y secretaría técnica está, al final, en manos de sus jugadores. Una elección equivocada podría generar problemas. Por eso Bartomeu, que en la cantera tampoco tiene nombres con peso entre sus técnicos, no tiene tan fácil la elección del sustituto. Corre el riesgo de quemarlo todo.
Juan Jiménez
As
Como suele ser lo fácil en estos casos, Ernesto Valverde fue el gran señalado del desastre de Anfield. Igual que Bartomeu fue filtrando después de la caída de Roma que el entrenador podría irse del Barça incluso ganando la final ante el Sevilla, después de Liverpool anunció una reflexión y análisis profundo para tomar decisiones. Bartomeu ha vuelto a quedar decepcionado con Valverde. Después de querer destituirlo y frenarse después de la final del Wanda al ver que el efecto de su filtración tenía un efecto contraproducente en la plantilla, volvió a tener un proceso de acercamiento en los primeros meses de curso que culminó en la renovación del técnico. Pero Bartomeu olía el triplete, y no hay nada más peligroso para un entrenador que la frustración de un presidente.
Con Valverde semi-sentenciado (si es que él mismo no decide irse), el siguiente paso de Bartomeu ha sido bajar a la planta de la secretaría técnica. Aquí ha encontrado con dos problemas. No confía en el manager general del área de fútbol, Pep Segura, que puede saltar por los aires lo mismo que el secretario técnico, Eric Abidal, y su ayudante, Ramon Planes. Pero es que tanto ellos como sus colabodores externos le hacen ver que el mercado no ofrece entrenadores de garantías que respondan al perfil que demanda el Barça.
Bartomeu es muy consciente de que meter en la caseta entrenadores con el perfil, pongamos ejemplos, de Simeone o Klopp, sería una bomba de relojería. Discutido en otras cosas, Valverde ha resultado un éxito en niveles de convivencia y por mucho que desde algunos sectores se pida mano dura y una nueva disciplina de vestuario, eso es muy complicado en una caseta con las mismas costumbres desde hace una década y con jugadores con un poder tremendo a los que, para lo bueno o lo malo, o se les respeta el espacio o pueden hacer implosionar el club desde dentro.
Con sus particularidades, el Barça ha mantenido una línea de entrenador similar en los últimos años (Tito Vilanova, Luis Enrique, Valverde) de la que sólo se salió Martino y ya se vio con qué resultados. Técnicos conocedores de la casa y que, cada uno con su carácter (Luis Enrique fue el último que le dio un arreón a la plantilla con los fichajes de Suárez, Rakitic, Bravo y Ter Stegen), han sabido adaptarse a la realidad del club.
No hay nombres así en el mercado. Luis Enrique y Valverde aparecieron en momentos importantes para el Barça. El único que parece responder a esa idea es el de Ronald Koeman, actual entrenador holandés. Y con asteriscos. Su manera de entender el fútbol en el Valencia, Soutahmpton o Everton no se ha acercado al estilo Barça. Otro nombre que se valoró el año pasado fue el de Quique Setién. Le penaliza, sin embargo, su temporada con el Betis y su excesivo personalismo, que no casaría bien con el vestuario, o eso piensan en el club. Otros nombres que pasaron por el club como Óscar García Junyent o Jordi Cruyff no parecen ser una opción en este momento. Tampoco Xavi, en proceso de formación como técnico aún y cuya llegada al Barça debe producirse en otro escenario. Nadie mejor que él conoce ese vestuario porque lo ha compartido con Busquets, Piqué y Messi y, ya en el último año, con Ter Stegen, Luis Suárez o Rakitic. Entrar tan rápido podría quemar su trayectoria como técnico.
Y una cuestión más importante aún. Al menos hasta el pasado martes, el vestuario estaba en la mayoría de los casos (más los jóvenes que los veteranos) con Ernesto Valverde. Cualquier directiva y secretaría técnica está, al final, en manos de sus jugadores. Una elección equivocada podría generar problemas. Por eso Bartomeu, que en la cantera tampoco tiene nombres con peso entre sus técnicos, no tiene tan fácil la elección del sustituto. Corre el riesgo de quemarlo todo.