De Ligt y Griezmann: maquillaje del Barça para la debacle
El show tiene que continuar en el Barça. La operación del holandés está en marcha y es estratégica. La del francés es más arriesgada. Un jugador que se ha elevado en el espacio en el que juega Messi.
Juan Jiménez
As
El espectáculo debe continuar. Y el Barça continuará. Con una histórica mancha en su historia, el 4-0 de Liverpool, pero con fichajes para maquillar el gigantesco desastre de Anfield. Dos nombres sobresalen sobre el resto en el universo azulgrana para volver a apuntalar un proyecto que hasta 2021 liderará Messi. Veremos entonces.
El primero es Matthijs de Ligt. El holandés de 19 años, ya capitán del Ajax, era considerado un fichaje estratégico antes de la eliminación de este martes. Ahora lo es más. Imprescindible para subir el nivel físico del Barça en noches como la de Liverpool, el club lo considera clave para acompañar a Piqué en sus últimos años de carrera y luego acompañarlo. El presidente del Barça, Josep Maria Bartomeu, ha ido dejando pistas en las últimas entrevistas que ha concedido. Invitan a pensar que De Ligt jugará de azulgrana a partir de la próxima temporada, pero hay variables que están jugando estos días. Por un lado, el interés de equipos poderosos como Bayern o Juventus, que están dispuestos también a pujar por el jugador e incluso a ofrecerle más dinero de ficha. La presencia en la operación de un personaje imprevisible como el agente de De Ligt, Mino Raiola, añade suspense a una operación que, no obstante, el Barça parece tener encaminada pero de la que no se conocerá el desenlace hasta que el Ajax juegue la final de Champions si finalmente consigue pasar.
El fichaje de Griezmann podría ser el golpe de efecto definitivo para acallar las críticas después de las dos eliminaciones traumáticas de la Champions, pero el Barça debe valorar sus consecuencias. La cláusula de Griezmann baja de nuevo a partir del 1 de julio de 200 millones a 130. Según otras fuentes, a 120. Es posible que el jugador vuelva a ponerse a tiro aunque hay otras entidades potentes que lo pretenden. Hay dos factores, sin embargo, que hacen reflexionar sobre la conveniencia del fichaje. En primer lugar, cómo quedó ante vacas sagradas como Messi y Suárez que habían avalado su fichaje incluso públicamente (lo hizo el uruguayo). Además, hay una cuestión puramente futbolística en el fichaje de Griezmann. La posición en la que se ha hecho grande en el Atllético es básicamente por la que se ha movido Messi en los últimos años: un jugador de enlace que ya juega mas cómodo en zonas intermedias y no está, sino que llega al gol. Griezmann ha perdido la chispa de sus años más de extremo y ha girado en otro tipo de jugador. Conveniente o no para el Barça, eso deberán tratarlo los técnicos. Sí es cierto que el club ha tenido a Griezmann en la cabeza siempre como relevo de Messi y Suárez. Asegurarse un jugador franquicia para cuando el uruguayo y el argentino se marchasen. Pero para entonces Griezmann ya tendrá, al menos, 30 años. Es difícil saber si ese es el movimiento preciso para una directiva golpeada y obligada a actuar en un club como el Barça en pleno estado de ebullición y ya con una repercusión casi incontrolable.
Juan Jiménez
As
El espectáculo debe continuar. Y el Barça continuará. Con una histórica mancha en su historia, el 4-0 de Liverpool, pero con fichajes para maquillar el gigantesco desastre de Anfield. Dos nombres sobresalen sobre el resto en el universo azulgrana para volver a apuntalar un proyecto que hasta 2021 liderará Messi. Veremos entonces.
El primero es Matthijs de Ligt. El holandés de 19 años, ya capitán del Ajax, era considerado un fichaje estratégico antes de la eliminación de este martes. Ahora lo es más. Imprescindible para subir el nivel físico del Barça en noches como la de Liverpool, el club lo considera clave para acompañar a Piqué en sus últimos años de carrera y luego acompañarlo. El presidente del Barça, Josep Maria Bartomeu, ha ido dejando pistas en las últimas entrevistas que ha concedido. Invitan a pensar que De Ligt jugará de azulgrana a partir de la próxima temporada, pero hay variables que están jugando estos días. Por un lado, el interés de equipos poderosos como Bayern o Juventus, que están dispuestos también a pujar por el jugador e incluso a ofrecerle más dinero de ficha. La presencia en la operación de un personaje imprevisible como el agente de De Ligt, Mino Raiola, añade suspense a una operación que, no obstante, el Barça parece tener encaminada pero de la que no se conocerá el desenlace hasta que el Ajax juegue la final de Champions si finalmente consigue pasar.
El fichaje de Griezmann podría ser el golpe de efecto definitivo para acallar las críticas después de las dos eliminaciones traumáticas de la Champions, pero el Barça debe valorar sus consecuencias. La cláusula de Griezmann baja de nuevo a partir del 1 de julio de 200 millones a 130. Según otras fuentes, a 120. Es posible que el jugador vuelva a ponerse a tiro aunque hay otras entidades potentes que lo pretenden. Hay dos factores, sin embargo, que hacen reflexionar sobre la conveniencia del fichaje. En primer lugar, cómo quedó ante vacas sagradas como Messi y Suárez que habían avalado su fichaje incluso públicamente (lo hizo el uruguayo). Además, hay una cuestión puramente futbolística en el fichaje de Griezmann. La posición en la que se ha hecho grande en el Atllético es básicamente por la que se ha movido Messi en los últimos años: un jugador de enlace que ya juega mas cómodo en zonas intermedias y no está, sino que llega al gol. Griezmann ha perdido la chispa de sus años más de extremo y ha girado en otro tipo de jugador. Conveniente o no para el Barça, eso deberán tratarlo los técnicos. Sí es cierto que el club ha tenido a Griezmann en la cabeza siempre como relevo de Messi y Suárez. Asegurarse un jugador franquicia para cuando el uruguayo y el argentino se marchasen. Pero para entonces Griezmann ya tendrá, al menos, 30 años. Es difícil saber si ese es el movimiento preciso para una directiva golpeada y obligada a actuar en un club como el Barça en pleno estado de ebullición y ya con una repercusión casi incontrolable.