Suárez y Messi cierran el debate
El Barcelona será campeón tras doblegar a un Atlético dignísimo que resistió con uno menos por la expulsión de Costa desde el minuto 30.
Santi Giménez
As
El Barça ya solo puede perder una Liga que tiene casi ganada después de doblegar al Atlético de Madrid por 2-0 y distanciar al conjunto de Simeone en once puntos a falta de siete jornadas para acabar el campeonato. Fue un triunfo trabajadísimo en el que el conjunto blaugrana masticó arena ante un Atlético dignísimo que jugó con un futbolista menos desde el minuto 30 y que plantó cara en inferioridad numérica por la expulsión de Costa aferrado a un Oblak sensacional al que únicamente pudieron doblegar en los instantes finales Suárez y Messi, dos futbolistas que cumplieron la función que se espera de ellos. En el otro lado, sólo el portero esloveno respondió al Barça. No se puede decir lo mismo de Griezmann.
La salida de ambos equipos respondió a lo que se esperaba. Ni el Atlético se volvió loco por ir a por la Liga desde el primer minuto ni el Barcelona se fue al cuello del adversario. Todo en orden hasta ese momento entre dos contendientes que salieron a masticarse antes de ir a por la presa . La cuestión estaba en esperar el error del contrario para decidir un partido que antaño era un festival de goles vertiginoso y que últimamente se ha convertido en un duelo entre maestros del ajedrez en el que las tablas valen hasta que estás en superioridad.
El que se quedó con las blanca desde el inicio en el tablero fue el Barcelona, que vio como la reina del tablero rival, Diego Costa, era expulsado en el minuto 28 de partido en una acción que podía marcar el partido, el campeonato y de paso llenar páginas a partir de mañana.
Hasta ese momento el Atlético resistía con entereza, el Barça había tenido su ocasión mediante la coinexión Messi-Alba que acabó en el palo y no acontecía en el campo nada más allá de las recuperaciones de un Thomas omnipresente y un tanteo que parecía beneficiar al Barcelona por eso de que fueran pasando los minutos sin que pasara nada.
Hasta que Diego Costa entró por detrás a Arthur, el árbitro señaló falta y el brasileño se fue a por el colegiado y le recitó la lista de los Reyes Godos a un dedo de su cara. Gil Manzano ya le había perdonado una amarilla, por lo menos, por una entrada con el brazo en alto a Lenglet en el minuto 7 y consideró el señor colegiado que era peor la protesta a la autoridad que la falta al rival. Así que le saco roja al de Lagarto y el partido cambió de escenario.
Thomas, hasta ese momento el mejor del Atlético, pasó a jugar de lateral. Y siguió siendo el mejor. No había balón o jugador que pasara por su lado que no fuera neutralizado por el ghanés.
El Barça, en superioridad no se volvió loco. Siguió cocinando el juego ante un Atlético que se defendía con solvencia y que cuando dejaba un espacio aparecía Oblak para salvar al equipo. El esloveno realizo dos paradones de escándalo en la primera parte. En el minuto 27 ante Coutinho y en el 43 ante Messi. Luego, seguiría.
El partido llegó al descanso con un empate que beneficiaba al Barcelona, feliz por mantener la distancia, pero invitando al Atlético a su escenario favorito: el de la heroica en inferioridad. Estaba por ver si podía más la prudencia culé o la heroicidad colchonera.
Y ya puestos a quemar las naves, Simeone fue a por todo enviando un mensaje valiente. A los trece minutos de la segunda parte retiró a Filipe Luis para dar entrada a Morata, todo un mensaje de grandeza obviando la inferioridad numérica.
El Atlético se encontraba en un hábitat natural, mientras que el Barcelona no sabía si poner cerco a la puerta del rival o mantener el control en busca de las contras. En este interín del inicio de la segunda parte, el Barça sacó un par de contragolpes que volvió a conjurar Oblak ante Suárez. Era el momento de decidir si tocaba ser ambicioso o ir a por el partido y Valverde optó por lo segundo. Retiró a Arthur y metió a Malcom para darle vértigo al partido, una decisión peligrosa en la que el Atlético se sustentaba en las parada de Oblak, que conjuró en el segundo tiempo ocasiones clarísimas de Suárez y Messi. A falta de media hora el partido del portero del Atleti era sensacional, pero no fue suficiente.
Un disparo de Suárez con tiralíneas derribó el muro esloveno y poco después, una contra de Messi sentenció un duelo que duró lo que Oblak duro defendiendo el fuerte. Porque Ter Stegen ni se tiró al suelo. La Liga ya es del Barça.
Santi Giménez
As
El Barça ya solo puede perder una Liga que tiene casi ganada después de doblegar al Atlético de Madrid por 2-0 y distanciar al conjunto de Simeone en once puntos a falta de siete jornadas para acabar el campeonato. Fue un triunfo trabajadísimo en el que el conjunto blaugrana masticó arena ante un Atlético dignísimo que jugó con un futbolista menos desde el minuto 30 y que plantó cara en inferioridad numérica por la expulsión de Costa aferrado a un Oblak sensacional al que únicamente pudieron doblegar en los instantes finales Suárez y Messi, dos futbolistas que cumplieron la función que se espera de ellos. En el otro lado, sólo el portero esloveno respondió al Barça. No se puede decir lo mismo de Griezmann.
La salida de ambos equipos respondió a lo que se esperaba. Ni el Atlético se volvió loco por ir a por la Liga desde el primer minuto ni el Barcelona se fue al cuello del adversario. Todo en orden hasta ese momento entre dos contendientes que salieron a masticarse antes de ir a por la presa . La cuestión estaba en esperar el error del contrario para decidir un partido que antaño era un festival de goles vertiginoso y que últimamente se ha convertido en un duelo entre maestros del ajedrez en el que las tablas valen hasta que estás en superioridad.
El que se quedó con las blanca desde el inicio en el tablero fue el Barcelona, que vio como la reina del tablero rival, Diego Costa, era expulsado en el minuto 28 de partido en una acción que podía marcar el partido, el campeonato y de paso llenar páginas a partir de mañana.
Hasta ese momento el Atlético resistía con entereza, el Barça había tenido su ocasión mediante la coinexión Messi-Alba que acabó en el palo y no acontecía en el campo nada más allá de las recuperaciones de un Thomas omnipresente y un tanteo que parecía beneficiar al Barcelona por eso de que fueran pasando los minutos sin que pasara nada.
Hasta que Diego Costa entró por detrás a Arthur, el árbitro señaló falta y el brasileño se fue a por el colegiado y le recitó la lista de los Reyes Godos a un dedo de su cara. Gil Manzano ya le había perdonado una amarilla, por lo menos, por una entrada con el brazo en alto a Lenglet en el minuto 7 y consideró el señor colegiado que era peor la protesta a la autoridad que la falta al rival. Así que le saco roja al de Lagarto y el partido cambió de escenario.
Thomas, hasta ese momento el mejor del Atlético, pasó a jugar de lateral. Y siguió siendo el mejor. No había balón o jugador que pasara por su lado que no fuera neutralizado por el ghanés.
El Barça, en superioridad no se volvió loco. Siguió cocinando el juego ante un Atlético que se defendía con solvencia y que cuando dejaba un espacio aparecía Oblak para salvar al equipo. El esloveno realizo dos paradones de escándalo en la primera parte. En el minuto 27 ante Coutinho y en el 43 ante Messi. Luego, seguiría.
El partido llegó al descanso con un empate que beneficiaba al Barcelona, feliz por mantener la distancia, pero invitando al Atlético a su escenario favorito: el de la heroica en inferioridad. Estaba por ver si podía más la prudencia culé o la heroicidad colchonera.
Y ya puestos a quemar las naves, Simeone fue a por todo enviando un mensaje valiente. A los trece minutos de la segunda parte retiró a Filipe Luis para dar entrada a Morata, todo un mensaje de grandeza obviando la inferioridad numérica.
El Atlético se encontraba en un hábitat natural, mientras que el Barcelona no sabía si poner cerco a la puerta del rival o mantener el control en busca de las contras. En este interín del inicio de la segunda parte, el Barça sacó un par de contragolpes que volvió a conjurar Oblak ante Suárez. Era el momento de decidir si tocaba ser ambicioso o ir a por el partido y Valverde optó por lo segundo. Retiró a Arthur y metió a Malcom para darle vértigo al partido, una decisión peligrosa en la que el Atlético se sustentaba en las parada de Oblak, que conjuró en el segundo tiempo ocasiones clarísimas de Suárez y Messi. A falta de media hora el partido del portero del Atleti era sensacional, pero no fue suficiente.
Un disparo de Suárez con tiralíneas derribó el muro esloveno y poco después, una contra de Messi sentenció un duelo que duró lo que Oblak duro defendiendo el fuerte. Porque Ter Stegen ni se tiró al suelo. La Liga ya es del Barça.