Sólo Lemar pudo con Dmitrovic
Un gol del francés en el minuto 84 da los tres puntos al Atlético en Ipurua. Dmitrovic había sido una pesadilla para el ataque rojiblanco.
Patricia Cazón
As
El día sin Griezmann terminó solucionándolo su hermano Lemar. Con el Atleti apeado de todo en marzo menos en lo de ser segundo, ante un Eibar plácido 13º, en juego estaban más las individualidades que el conjunto. A ver Vitolo, a ver Correa, los dos titulares, a ver Lemar, que no lo era. Comenzó la tarde viendo desde el banco cómo Cardona en dos zancadas se plantaba ante Oblak a los 20 segundos. Por tres dedos le salió el disparo desviado. En apenas medio minuto quedaban sobre la hierba todas las intenciones del partido.
El Eibar, verticalísimo se subía a las motos de José Angel y Cardona con la red de Oblak en la cabeza. El Atleti, bien plantado, esperaba su contra, quitándose de encima la presión del Eibar como se aparta un velo del hombro, con nada. Y eso que era un Atleti distinto, sin Griezmann, sancionado y en Nueva York viendo la NBA (¿?): Saúl era el lateral zurdo por delante de Filipe, en el banco, Vitolo ejercía de escudero de un Morata obligado a hacer de Grizi y Correa, en la banda, siguió siendo Correa otro día más: un Triángulo de las Bermudas si pisa el área. Quedó claro en el 7’.
Morata vio su desmarque con el rabillo del ojo y le puso un balón al hueco a la espalda de la zaga. El argentino disparó con la derecha solo ante el portero, pero los guantes de Dmitrovic repelieron su disparo a bocajarro cuando el gol ya le trepaba por la garganta a Simeone.
Se fue trabando el partido en el centro, sin dominador claro, mientras Sergio Álvarez le rebañaba un balón a Morata por detrás para evitar su mano a mano con Dmitrovic. Pidió penalti el rojiblanco. No dudó un segundo Alberola Rojas en gritar con las manos: “Sigan, sigan”. Pero Giménez caía en la hierba tras un salto con Enrich. Dolía un dedo: cura de urgencia en el banquillo y a la batalla de nuevo. No hay dolor para un uruguayo. Aunque siguiera doliendo. En su ausencia, el Eibar había intentado recuperar el control estirándose por las bandas. Un dominio sin peligro salvo dos disparos lejanos de Enrich. Se iba el partido al descanso con ritmo trotón, con más golpes y caídas que fluidez de balón.
Con Lemar y Filipe
La segunda parte comenzó como la primera. Apenas unos segundos y Enrich cabeceaba a matar sobre Oblak. La pelota volvió a salir desviada tres dedos. La réplica la tuvo Morata en una contra en la que Vitolo le dejó solo ante Dmitrovic con un pase extraordinario. Cruzó demasiado. Koke no. Koke la envió con toda malicia desde fuera del área pero volvió a toparse con los guantes del portero. Ayer podían llamarle frontón. Antes de la hora Simeone agitaba el banquillo a ver si le encontraba resquicio: dentro Lemar, fuera Correa.
Al francés puede salirle o no pero es innegable que siempre la pide. Como Vitolo. Su tiempo no debería terminarse en el Atleti aunque Simeone ayer lo finalizara a la hora. Dentro Filipe: Saúl ya podía volver a la banda. Se iba Simeone con los cambios al ataque a pecho descubierto: Kalinic entraba por Arias mientras a Thomas le tocaba irse al lateral diestro. Amenazaba el Eibar con centros laterales y apretó Cucurella con uno para Enrich que desbarató un Godín inmenso. También en área contraria, cuando Dmitrovic, otra vez Dmitrovic, desvió con la uña uno de esos cabezazos del uruguayo que gritan goool. Qué vértigo da pensar en cómo será la vida sin él, en cómo es que puede terminarse.
El Atleti tocaba más con los cambios y Saúl atrapó un balón que Morata peinó para Kalinic. El croata cedió para la carrera de Koke que sólo tuvo que encenderle la luz a su bota. Centro raso a Lemar para que, al fin, lograra eso que parecía imposible sin Grizi: batir a Dmitrovic esta tarde en Ipurua. Sólo tuvo que empujar ese balón mientras Morata discutía con el árbitro. Le había dado éste una collejilla por que sí, sin razón, sin que en su caso se esperen, por ello, cuatro partidos de sanción.
Patricia Cazón
As
El día sin Griezmann terminó solucionándolo su hermano Lemar. Con el Atleti apeado de todo en marzo menos en lo de ser segundo, ante un Eibar plácido 13º, en juego estaban más las individualidades que el conjunto. A ver Vitolo, a ver Correa, los dos titulares, a ver Lemar, que no lo era. Comenzó la tarde viendo desde el banco cómo Cardona en dos zancadas se plantaba ante Oblak a los 20 segundos. Por tres dedos le salió el disparo desviado. En apenas medio minuto quedaban sobre la hierba todas las intenciones del partido.
El Eibar, verticalísimo se subía a las motos de José Angel y Cardona con la red de Oblak en la cabeza. El Atleti, bien plantado, esperaba su contra, quitándose de encima la presión del Eibar como se aparta un velo del hombro, con nada. Y eso que era un Atleti distinto, sin Griezmann, sancionado y en Nueva York viendo la NBA (¿?): Saúl era el lateral zurdo por delante de Filipe, en el banco, Vitolo ejercía de escudero de un Morata obligado a hacer de Grizi y Correa, en la banda, siguió siendo Correa otro día más: un Triángulo de las Bermudas si pisa el área. Quedó claro en el 7’.
Morata vio su desmarque con el rabillo del ojo y le puso un balón al hueco a la espalda de la zaga. El argentino disparó con la derecha solo ante el portero, pero los guantes de Dmitrovic repelieron su disparo a bocajarro cuando el gol ya le trepaba por la garganta a Simeone.
Se fue trabando el partido en el centro, sin dominador claro, mientras Sergio Álvarez le rebañaba un balón a Morata por detrás para evitar su mano a mano con Dmitrovic. Pidió penalti el rojiblanco. No dudó un segundo Alberola Rojas en gritar con las manos: “Sigan, sigan”. Pero Giménez caía en la hierba tras un salto con Enrich. Dolía un dedo: cura de urgencia en el banquillo y a la batalla de nuevo. No hay dolor para un uruguayo. Aunque siguiera doliendo. En su ausencia, el Eibar había intentado recuperar el control estirándose por las bandas. Un dominio sin peligro salvo dos disparos lejanos de Enrich. Se iba el partido al descanso con ritmo trotón, con más golpes y caídas que fluidez de balón.
Con Lemar y Filipe
La segunda parte comenzó como la primera. Apenas unos segundos y Enrich cabeceaba a matar sobre Oblak. La pelota volvió a salir desviada tres dedos. La réplica la tuvo Morata en una contra en la que Vitolo le dejó solo ante Dmitrovic con un pase extraordinario. Cruzó demasiado. Koke no. Koke la envió con toda malicia desde fuera del área pero volvió a toparse con los guantes del portero. Ayer podían llamarle frontón. Antes de la hora Simeone agitaba el banquillo a ver si le encontraba resquicio: dentro Lemar, fuera Correa.
Al francés puede salirle o no pero es innegable que siempre la pide. Como Vitolo. Su tiempo no debería terminarse en el Atleti aunque Simeone ayer lo finalizara a la hora. Dentro Filipe: Saúl ya podía volver a la banda. Se iba Simeone con los cambios al ataque a pecho descubierto: Kalinic entraba por Arias mientras a Thomas le tocaba irse al lateral diestro. Amenazaba el Eibar con centros laterales y apretó Cucurella con uno para Enrich que desbarató un Godín inmenso. También en área contraria, cuando Dmitrovic, otra vez Dmitrovic, desvió con la uña uno de esos cabezazos del uruguayo que gritan goool. Qué vértigo da pensar en cómo será la vida sin él, en cómo es que puede terminarse.
El Atleti tocaba más con los cambios y Saúl atrapó un balón que Morata peinó para Kalinic. El croata cedió para la carrera de Koke que sólo tuvo que encenderle la luz a su bota. Centro raso a Lemar para que, al fin, lograra eso que parecía imposible sin Grizi: batir a Dmitrovic esta tarde en Ipurua. Sólo tuvo que empujar ese balón mientras Morata discutía con el árbitro. Le había dado éste una collejilla por que sí, sin razón, sin que en su caso se esperen, por ello, cuatro partidos de sanción.