Patricio Pron: "Hoy parece más fácil que nunca tener contacto con otras personas, pero los índices de soledad no dejan de aumentar"

En "Mañana tendremos otros nombres", la novela con la que el autor argentino radicado en España ganó la última edición del premio Alfaguara, la ruptura de una pareja es la excusa para indagar sobre las relaciones y sobre los nuevos tipos de parejas, sexualidades y, sobre todo, la conformación de la identidad, con las redes de citas de por medio. Infobae Cultura conversó con el escritor

Juan Batalla
jbatalla@infobae.com
En Mañana tendremos otros nombres, Patricio Pron propone un viaje hacia la incertidumbre en una era de cambios veloces que ponen en jaque cuestiones que, hasta no hace mucho tiempo, se consideraban certezas. La ruptura de una pareja es la excusa para indagar sobre las relaciones y cómo nos construimos a partir de las mismas y, a su vez, un ingreso a los nuevos tipos de parejas, sexualidades y, sobre todo, la conformación de la identidad con la sociedad de la información y las redes de citas de por medio.


En este diálogo con Infobae Cultura, el autor argentino radicado en España, repasa algunos de los puntos centrales de la obra que llevó a ganar la última edición del prestigioso premio Alfaguara de literatura y también reflexiona sobre el lenguaje inclusivo y el feminismo, entre otros temas.

–En la novela aperecen las redes de citas del estilo Tinder como un nuevo espacio para relacionarse, pero a su vez se cuestiona la efectividad de las mismas, ¿creaste una cuenta para conocer este universo de manera más eficiente?

-Sí, creé un perfil con la anuencia de mi esposa, pero cuando se generaba el Match la gente se enojaba conmigo porque les explicaba que me interesaba que me contaran sus historias, no quería ligar con ellos. Algunas amigas, con gran generosidad, me contaron historias, y hasta me pasaron sus propias capturas de pantalla. Me hicieron partícipe de su intimidad y me alimentaron de material durante un año, lo que fue interesante ya que no estaba mediado por mi propio atractivo o la falta de éste. En sustancia, vivieron situaciones bastante complejas, que no les gustaban del todo.

–¿Y qué fue lo que encontraste en ese mundo de citas?

-En mi experiencia encontré que había gente que estaba participando de la comunidad equivocada, porque sus intenciones eran muy distintas al de las otras que estaban participando. Y también me sirvió muchísimo acceder a las estadísticas que estas mismas redes, en una especie de experimento social, publican. Estas estadísticas muestran que para tener éxito los hombres tienen que salir haciendo deportes al aire libre, si eres mujer, yoga. Para las mujeres también les sirve mostrarse con sus gatos, a los hombres, no.

–A tu criterio, ¿cuáles son las razones que generan el éxito de las app de citas?

-Creo que se nos demanda que no busquemos pareja en el trabajo, pero la mayoría del tiempo es el ámbito que habitamos. Un 88% de las interacciones en estas redes terminan en rechazos, por lo que es más sencillo ser rechazado así, que cara a cara. Por otra parte, hay un enorme temor que se genera a partir de un régimen de moralidad a otro, en el que cuestiones como el consentimiento y los límites están en entredicho.

–Este tipo de redes proponen además una gran puesta en escena, una intención de construir una imagen que sea avalada por la mirada del otro, que provoque la afirmación de uno mismo, una especie de aval sobre lo que somos.

-Exactamente. Está lleno de tutoriales, videos, manuales que te dicen cómo mejorar tu imagen, cómo presentarte mejor en las redes sociales, las claves para buscar pareja. Esa optimización de sí pone de manifiesto que lo que se muestra no es lo que uno es, sino lo que se desea ser. Y por otra parte, convierte a las personas en un producto dentro de un mercado en el que personas eligen personas como quien escoge un cartón de leche. Este desarrollo tiene una larga historia, pero a su vez aporta otra novedad, que es ofrecer la intimidad.

–Una especie de self branding, la venta de uno mismo como producto para alcanzar un fin determinado.

-Sí y que produce una enorme decepción. La narración de sus vidas trae inevitablemente la decepción cuando se comprara esa narración con la experiencia real y en ese sentido no deja de ser singular que no posibilita la búsqueda de pareja a largo plazo. Es un momento histórico en que parece más fácil que nunca tener contacto con otras personas, pero sin embargo los índices de soledad no dejan de aumentar, incluso en edades donde no sucedía, como la adolescencia. Las personas tienen mucho miedo de que lo que hagan o digan pueda convertirse en un argumento en su contra. Sin embargo, nos da la oportunidad de volver a pensar en nosotros mismos, como sucede en la novela, en que repiensan la forma en que han amado y también en la forma que desean ser amados.

–En ese sentido, hay una frase en la novela: "Nadie sabía ya qué era la seducción, qué era el abuso y qué el consentimiento", donde se plantean estos temas como en una transición, algo que está cambiando.

-Sí, desde luego el proceso es mucho más veloz e induce a las personas a una gran incertidumbre, que es uno de los temas de la novela. Cómo determinadas personas de edades muy distintas se enfrentan a una transición de un régimen de temores, de moralidad, a otro del cual tenemos algunas intuiciones, pero del que no sabemos mucho. Creo que una de las diferencias entres los personajes de la novela y el resto de nosotros, es que ellos comprenden que los condicionantes económicos y políticos que operan también en la construcción de la subjetividad son mucho más relevantes que las voluntades que desean transformaciones. Respecto a la frase de la novela, creo que todos en mayor o menor medida tenemos una especie de vislumbre de qué es el abuso y qué el consentimiento, pero también creo que todos esos términos estás siendo resignificados en el contexto actual, en el marco de unas luchas que tendemos a denominar de forma general como 'las luchas feministas', soslayando el hecho de que algunas voces tienen enfoques distintos, muchos en pugna entre ellos. Así como cierto sector del feminismo pone a la mujer en lugar de víctima de abusos y articula una identidad y una actividad política en torno a ese concepto; otros piensan en trascender e ir hacia un empoderamiento en el marco del cual la mujer no se perciba como víctima, sino más bien como un agente activo en la conformación de su deseo, en la soberanía sobre su cuerpo, etcétera.

–El personaje de D, un mujer con muchas capacidades en su trabajo, pero que queda siempre relegada detrás de unos jefes inoperantes revela una estructura de poder que no es otra cosa que una derivación de lo que sucede a nivel social o en los hogares.

-Sí, tendemos a pensar la vida privada en contrapartida de la vida pública, pero ambas están estrechamente relacionadas. Efectivamente, muchas mujeres son sometidas en este orden estructural, en empresas que no están conformadas para que se desarrollen sus capacidades. Una y otra vez me encuentro que detrás de toda invitación realizada por un director de una fundación o un editor hay una o dos mujeres muy brillantes que son las que realmente sabe cómo se hace el trabajo, pero no pueden llegar a una instancia de dirección porque está ocupada por un hombre. El famoso techo de cristal es una realidad que puede parecernos menos importante que los abusos sexuales, pero que está estrechamente relacionada con una forma que tenemos de concebir la figura de la mujer y la del hombre en el trabajo.

–Otro personaje se apoya en la sociedad de la información para la construcción de su propia imagen, hacia adentro y hacia afuera, a partir del uso de estadísticas que le sirven para justificarse a sí misma o tratar de comprender realidades ajenas. En ese sentido, se podría trasladar el concepto de Zygmunt Bauman sobre la sociedad líquida hacia las identidades, una era de identidades líquidas, que no saben bien hacia dónde van, quiénes serán, cuáles serán sus nombres.

-Sí. Este es un personaje que es muy útil para lo que yo deseaba contar en el libro, pero bastante infrecuente y que se beneficia del hecho de que además por primera vez tenemos datos ya no acerca de lo que las personas dicen que hacen, sino más bien de lo que hacen realmente cuando nadie las mira. Me parece que los personajes comprenden que los nombres, las identidades, no son solo las que nos damos y nos han sido dadas. Nos vemos obligados a adquirir otros nombres, otras identidades. Hay una especie de negación de la identidad por la mayor parte de las personas, mientras algunos la piensan como punto de partida, otros la piensan como un sitio hacia el cuál ir. Se niegan a sentirse condicionados por su genitalidad, por el sitio en el que viven o el trabajo que desempeñan y muy por el contrario piensan en la pareja como un ámbito de conflicto y en el que es posible ser otros.

–Otro de los personajes demuestra una fragilidad muy erudita, ya que recurre a ejemplos de la vida sexual de los animales para plantear una especie de renuncia hacia la sexualidad como construcción y dejarla más en el espacio de lo netamente instintivo. ¿Qué es lo que lleva a ese personaje a la renuncia?

-Al hablar de la sexualidad de los animales los personajes hablan de las cosas de las que no pueden hablar directamente. Es la forma que tienen de hablar de un tema del que en realidad no saben demasiado, que es una especie de imperativo biológico que presidiría nuestra vida sexual y que sin embargo está cada vez más distanciada. Y que parece bastante presente en nuestra vida cotidiana, de hecho muchas parejas se conforman sin el paradigma anterior como el de la reproducción, lo que produce una disociación entre el mandato biológico y la soberanía sobre sí mismo.

La lengua, la RAE, los escritores

–Nos encontramos a días del comienzo de la Feria del Libro de Buenos Aires, pero hace poco tiempo la provincia de Córdoba hospedó el Congreso de la Lengua, en el que hubo varias polémicas, entre ellas, la relación entre la RAE y la conformación del lenguaje, donde se acusó a la organización española de intentar homogeneizar la lengua, por sobre las características locales de cada país.

-No creo que la RAE aspire a homogeneizar la lengua. Muy por el contrario, los diccionarios recientes se realizaron en colaboración y aprobación de las diferentes academias nacionales. En segundo lugar, tampoco creo que la RAE sea tan importante. Se le ha otorgado a esta institución una importancia excesiva por dos razones: las lenguas no pueden ser legisladas y por otra parte incluso en España la RAE es vista con enorme indiferencia por parte de la población. Tengo varios amigos académicos que pertenecen a la RAE, y yo lo veo como un museo. Las lenguas están vivas y participan de debates y discusiones. En sustancia, hace tiempo percibo lo que denomino como 'efecto del telescopio invertido'. América Latina parece algo desde Europa o España que no es necesariamente lo que es y viceversa.Porque, paradójicamente y contravención a las reglas ópticas, desde más lejos las cosas parecen más grandes. Entonces, la importancia que España tendría para el español parece más grande y su intervención en ese ámbito es visto como una especie de colonización, como ha sido discutido. Y en contrapartida, desde España, América Latina es el sitio para hacer negocios, donde hay mejores escritores. Desde luego que hay más, sencillamente porque hay 10 veces más personas, o sea, tenés 10 por ciento más de posibilidades de encontrar grandes fotógrafos, magníficos escritores, cineastas, lo que quieras.

–¿Es una cuestión de proporciones o tiene que ver con que en América Latina se necesita del ingenio ante la falta de previsión?

-No quisiera ratificar lo que parece una especie de lugar común, pero sí, efectivamente hay una creatividad que es inherente a las dificultades que se viven en América Latina, que encuentra su expresión en el ámbito de las artes. Preferiría no creerlo debido a que deseo que las cosas vayan bien, incluso a costa de la creatividad que surge del hecho de que las cosas vayan mal. Hay una cierta habituación en Europa a recorrer los caminos previamente transitados.

–Si las lenguas no pueden ser legisladas, ¿pueden ser impuestas? Una de las discusiones sociales sobre el lenguaje inclusivo está relacionado a que un grupo determinado considera que se busca imponer una forma de transitar el lenguaje, la famosa "e". ¿Cómo ves esa fricción entre los que están a favor o en contra?

-Creo que es sutil en la medida que obliga a las personas a reflexionar acerca de la manera en que el lenguaje produce realidad o dicho de forma menos teórica, que las cosas son como las llamas, como dices que son. Ahora bien, está la corriente que dice que la transformación de la realidad debe producirse desde el lenguaje mismo y aquellos que en contrapartida consideramos que una transformación de las condiciones económicas y políticas conducen inevitablemente hacia una transformación del lenguaje. Con esto quiero decir que de conseguir una mayor igualdad en el ámbito de relaciones entre hombres y mujeres llegaremos a una instancia más inclusiva a través del lenguaje; invertir el desarrollo temporal de estas dos cuestiones resulta más dificultoso y con menos visos de posibilidad. Recuerdo mucho una entrevista a Alan Pauls en la que decía que prácticamente 'se la cortaba antes de decir todes'. Y aquí volvemos a las academias, que se basan en un criterio de que tan simple es perfecto: que si una suficiente cantidad de personas cree que hablar de una determinada manera es correcto, es correcto. Excepto en situaciones que son ridículas, como Whisky con g. O sea, que si en algún momento la suficiente cantidad de personas dice 'todes', todos diremos 'todes'.

–¿Crees que en un determinado tiempo podrías escribir en lenguaje inclusivo?

-No, porque cuando uno produce literatura utiliza una especie de lenguaje de la infancia. Es verdad que el mío se ha visto sometido a influjos de las situaciones que he vivido, se ha transformado o deformado. Más que pensar si podría alguna vez escribir en lenguaje inclusivo lo que me interesa es si llegaré a ver una sociedad que una vez superado esta especie de hiato entre un régimen moral y aquel hacia el que vamos, que es uno de los temas principales de la novela, llegaremos a un nuevo consenso en cuestiones tan delicadas como el consentimiento, como los límites entre hombres y mujeres, las formas de seducción, lo que es legítimo o no.

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