Otro milagro del Barça

El equipo blaugrana se puso 0-2 y desapareció del campo ante un Villarreal desatado, llegó a perder 4-2 y empató en el descuento.


Santi Giménez
As
Un equipo como el Villarreal, que el sábado recibió un mazazo en Vigo al ver como perdía una ventaja de 0-2 remontó ese mismo 0-2 al Barcelona para tener la opción de ridiculizar a un Barça al que ganaba por 4-2 en el minuto 90. Y ese resultado podía haber sido mucho peor si no llega a ser por Ter Stegen. El Barça se desmoronaba en La Cerámica y la competición se animaba de cara al partido del sábado ante el Atlético, que si ganaba podría ponerse a cuatro puntos. Pero este Barça empieza a aficionarse a los milagros. Un descomunal tanto de falta de Messi en el 90 apretó el partido y en el 93, tras un córner a favor, Suárez conectó el tanto que viene a confirmar la aparente inmortalidad de este equipo. Hace falta mucho para matar a este Barça. El Villarreal, en cambio, era la otra cara de la moneda.


Compareció el Barcelona con rotaciones más que notables a pesar de ser conocedor de que el Atlético había derrotado al Girona y se le acercaba a siete puntos. Valverde dejaba en el banquillo a Piqué, Rakitic y Messi pensando en lo que tiene entre el sábado y el miércoles (Atlético de Madrid y Manchester United). En su lugar alineó a Umtiti, desastroso y fuera de forma, Arturo Vidal que luchó con una dignidad inversamente proporcional a su precisión y a un Malcom que empezó desbocado y acabó como siempre.

En 16 minutos, sin hacer nada del otro mundo, el equipo blaugrana se puso 0-2 por delante ante un Villarreal que por un momento se puso a temblar como una hoja porque veía como su mejor inicio de partido lo había desbaratado Ter Stegen con dos paradones que llegaron por la alarmante fragilidad de los centrales culés y que el Barça en un contragolpe llevado por Malcom y acabado por Coutinho y en un remate de cabeza del extremo brasileño parecía tener el partido en su mano.

Incluso tuvo el Barcelona la oportunidad de cerrar cualquier discusión cuando Coutinho en un mano a mano ante Asenjo envió el balón al poste. Esa jugada -y las goteras que dejaba Umtiti mientras que Lenglet no podía con Chukwueze ni en sueños- animaron al Villarreal para irse al ataque y tratar de aferrarse con uñas y dientes a LaLiga.

Una nueva cabalgada de Chukuwueze supuso el primer tanto de los locales, que hacía justicia a su empeño. Pudieron empatar el duelo poco después en un nuevo despiste de Umtiti, pero Ter Stegen volvió a aparecer para salvar a los suyos.

Lo que había comenzado como un paseo se estaba tornando una tortura para los de Valverde que pedían el descanso a gritos. Valverde tenía quince minutos para reorganizar a un equipo perdido. Argumentos en el banquillo para darle la vuelta a la tortilla le sobraban.

Nada más empezar el segundo tiempo, Messi salió a calentar del banquillo, pero la respuesta del Villarreal fue demoledora. Arthur perdió de nuevo un balón absurdo y en el contragolpe Ekambi cabalgó hasta la línea de fondo y su centro-chut sorpendió a Ter Stegen. El Villarreal era el que le daba la vuelta a la tortilla y el Barça seguía tan grogui como al final del primer tiempo.

A la hora de partido, entró Messi en el terreno de juego en el lugar de Coutinho, con lo que Malcom pasó a jugar de extremo izquierdo. Casi no tuvo tiempo ni de colocarse, porque de inmediato, Iborra, a pase de Morlanes batió a Ter Stegen mientras Jordi Alba, contagiado de la lamentable noche de la zaga rompía el fuera de juego. Ter Stegen volvió a salvar al Barça del cuarto de Chukwueze tras una pérdida de Busquets, otro que vivió una noche desastrosa.

A falta de 20 minutos, Valverde retiró a Busquets y a Arthur para jugársela con Aleñá y Rakitic, pero Calleja respondió sacando a Bacca por un Ekambi destrozado. El colombiano mantuvo alto el pabellón y también retrató las carencias de Umtiti para marcar el cuarto dejando al francés en evidencia por enésima vez.

En el 90, la genialidad de Messi en un disparo de falta colocó los nervios en el Villarreal, que estaba con 10 por expulsión de Álvaro. Parecía que no había tiempo para más milagros, pero apareció Suárez con una volea brutal tras un saque de esquina que elevaba a éxtasis un empate tras un partido muy flojo de un Barça que tiene pólvora para aburrir.

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