Netanyahu topa con el rompecabezas de la fragmentada derecha israelí

El primer ministro recibe el encargo de formar Gobierno entre las disputas de laicos y religiosos

Juan Carlos Sanz
Jerusalén, El País
Con la experiencia política acumulada durante más de tres décadas, ganar las elecciones por quinta vez tal vez haya resultado lo más sencillo para Benjamín Netanyahu. Ahora tendrá que fraguar una coalición de Gobierno entre un magma de partidos de la derecha israelí, cuyo enfrentamiento intestino evoca al imaginario Frente Popular de Judea parodiado en la comedia de Monty Python La vida de Brian.


El primer ministro de Israel afronta el receso de la Pascua judía, que este año arranca en Viernes Santo, con la bendición del presidente de Israel, Reuven Rivlin, para formar un nuevo Gabinete de coalición sustentado por seis formaciones que suman 65 diputados en una Kneset (Parlamento) de 120 escaños.

Una semana después de las legislativas en las que el conservador Benjamín Netanyahu ganó por un estrecho margen a su rival centrista, el exgeneral Benny Gantz, el jefe del Estado ha constatado que el bloque de la derecha suma mayoría. “En esta campaña se han dicho cosas que no deberían haberse dicho en un Estado democrático”, amonestó Rivlin el miércoles a “todas las partes” en liza.

Para resolver el rompecabezas de aunar los intereses de conservadores moderados y extremistas, de judíos laicos y ultraortodoxos, dispone de hasta seis semanas antes de que empiece a contar la marcha atrás de la convocatoria de nuevos comicios. Netanyahu prepara una nueva versión del Ejecutivo más conservador de la historia israelí, pero dando algún paso más a la derecha.

La moderación ha perdido peso y los ultrarreligiosos han ganado escaños en las legislativas del pasado día 9. Las causas que forzaron la disolución anticipada de la Kneset en diciembre, empero, siguen vigentes. El rechazo de los ultraortodoxos a cumplir el servicio militar, la progresiva desaceleración de la economía y los casos de corrupción que salpican al primer ministro van a enmarañar previsiblemente las negociaciones de la nueva coalición gubernamental. Estos son los contendientes de la derecha en liza:

Likud (conservador laico)

Con 35 diputados (cinco más que en la anterior legislatura) sobre un total de 120, el partido de Netanyahu es la fuerza derechista dominante, aunque dista de ser un bloque monolítico. El líder indiscutido sigue a la espera de que el fiscal general le inculpe en tres casos por fraude y cohecho. En principio, no se vería obligado a renunciar mientras no haya sentencia firme en su contra. Su predecesor, Ehud Olmert, fue condenado por corrupción en 2015, seis años después de su imputación.

La tensión interna en el Likud y la presión de sus socios de coalición, sin embargo, pueden hacerle caer antes. Dirigentes cercanos a Netanyahu, como el ministro de Exteriores, Israel Katz, o enfrentados a su liderazgo, como el exministro del Interior Gideon Saar, ya han ocupado posiciones destacadas en el partido ante un eventual relevo. Desde la oposición de centroizquierda se acusa al primer ministro de intentar blindarse desde el poder mediante una reforma legal que le garantice inmunidad ante las imputaciones.

Kulanu (centroderecha laico)

El partido del ministro de Finanzas, Moshe Kahlon, sufrió un serio revés en las urnas al pasar de diez a cuatro escaños. Su líder se plantea regresar a la disciplina del Likud, de donde salió en 2013, a cambio de conservar la principal cartera económica, en un periodo en el que el crecimiento y el empleo dan señales de frenarse.

Ultraortodoxos

La Unión por la Torá y el Judaísmo (askenazi) y Shas (sefardí) son las dos fuerzas políticas más votadas por los haredíes (un 11% de la población israelí que observa con rigor los preceptos del judaísmo). Han mejorado su representación al sumar 16 diputados, tres más que en la anterior Kneset. A cambio de reeditar su respaldo a Netanyahu han trazado una línea roja con su veto al proyecto de ley de alistamiento al servicio militar —obligatorio para hombres y mujeres en Israel—, que ya recibió la aprobación inicial del Parlamento.

Los ultraortodoxos exigen que se mantenga la exención general de reclutamiento para los estudiantes de las yeshivas, que la nueva norma deroga al imponer cuotas de reemplazo a estas escuelas rabínicas. En caso contrario, forzarán la celebración de nuevas elecciones. El Tribunal Supremo fijó el mes de julio como plazo límite para la aprobación definitiva de una ley que garantice igualdad de obligaciones entre los ciudadanos frente al servicio militar.

Israel, Nuestra Casa (ultraconservador laico)

El partido del exministro de Defensa Avigdor Lieberman ha convertido la ley de reclutamiento en su principal bandera política. También amenaza con bloquear la mayoría absoluta de la derecha: sus cinco votos en la Kneset, uno menos que en 2015, son claves para la investidura de Netanyahu.

Unión de Partidos de Derecha (nacionalistas religiosos)

Esta alianza ultraderechista ha obtenido cinco de los ocho escaños con los que contaba Hogar Judío. Su líder, Rafi Peretz, es un antiguo rabino jefe de las Fuerzas Armadas, coaligado con representantes de los colonos radicales en Cisjordania y con Poder Judío, heredero de un partido racista proscrito hace 30 años. Defiende la anexión de los asentamientos en territorio palestino ocupado

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