"Me tocó el amor propio que el Real Madrid me vendiera"
Fernando Redondo concedió una extensa entrevista a La Nación en la que habló de su paso por el Madrid, su salida, Florentino, Zidane...
Madrid, AS
Fernando Redondo (49 años) dejó su sello en la memoria de muchos madridistas. Llegó al Real Madrid en 1994 de la mano de Jorge Valdano, ambos procedentes de aquel Tenerife que le quitó dos Ligas a los blancos, y se convirtió en un referente en el club. Como ‘5’ clásico argentino, brilló por su mando en los partidos, su control y su elegancia en la circulación y golpeo, y su liderazgo. Dejó para la historia su taconazo en Old Trafford en la vuelta de los cuartos de final de la Champions (2-3). Aquella temporada acabó conquistando la Octava en París contra el Valencia, su último partido con la camiseta blanca. Fernando Redondo habló de su trayectoria en una extensa entrevista con La Nación de la que a continuación reproducimos un extracto.
¿En qué se nota que el Madrid es distinto al resto de los clubes?
Cuando entrás al Bernabéu y mirás para arriba, ahí tomás conciencia. Después, la repercusión que tiene la camiseta. En lo mediático, pero también cuando vas por España y el mundo: lugar al que íbamos, lugar en el que había gente del Madrid esperándote.
¿Es muy pesado el vestuario del Madrid?
Mi experiencia dice lo contrario: cuanto más grandes los jugadores fue más fácil la convivencia. Obviamente siempre hay cosas dentro de un vestuario, pero cuando a mí me tocó llegar al Madrid, estaba la famosa "Quinta de El Buitre", todos decían que manejaban el equipo y la verdad que no era así para nada, gente bárbara. Hay mucho mito en todo eso del vestuario.
¿Qué es lo que más le enorgullece de su paso por el Madrid?
Haber podido demostrar mi fútbol. Haber conservado mi estilo con diferentes entrenadores y en diferentes situaciones. Si bien la primera temporada fue espectacular, porque cortamos la serie de 4 Ligas consecutivas del Barca ganándola nosotros, en la segunda el equipo no anduvo bien, hubo críticas, y no fue fácil, pero lo pude superar. Por supuesto, conseguir la séptima Copa de Europa fue el hecho más destacado de mi paso por el club, ya que el Madrid volvió a reinar en Europa tras 32 años, y pude jugar todos los partidos de esa Champions. Repetimos dos años después, y allí ya con el honor de haber sido el capitán.
¿Lloró el día que volvió al Bernabéu jugando con el Milán?
Uf, creo que jugué mi peor partido, fui un desastre, se la daba a los de blanco (risas). Fue un reconocimiento que no esperaba y me pegó fuerte: estábamos para empezar el partido y todo el Bernabéu empezó a gritar "Redondo, Redondo", y yo miraba para los costados y aplaudían mis compañeros, y también aplaudían los jugadores del Madrid, algo espontáneo, inesperado. Me superó, la verdad, tomé ese instante como el homenaje que me hizo el Real Madrid siendo jugador activo.
La famosa jugada en Old Trafford, con el taconazo, desborde y pase atrás a Raúl, ¿la venía practicando o le salió en el momento?
La había hecho en inferiores, nunca en Primera, quizás en algún entrenamiento. Fue inspiración, lo sentí ahí, y viste que decidís en milésimas de segundos, ¿no?
Si no hubiera aparecido Raúl para transformarlo en gol, ¿habría tenido tanta repercusión?
Obviamente que el hecho de que termine en gol hace que una jugada sea más importante. También que fuera en Champions y ante el campeón vigente que no perdía ahí hacía mucho tiempo. Más allá del taco, para mí fue importante haber hecho la pausa, levantado la cabeza y ver a Raúl, que sólo la tuvo que empujar (risas). Fue por cuartos de final, habíamos empatado 0-0 en Madrid y en Manchester ganamos 3-2 y los eliminamos. La gente nos aplaudió cuando nos íbamos al vestuario. Está buenísimo que el fútbol se entienda así.
Cuando levantó la Champions 1999-00 como capitán en la final ante el Valencia, ¿imaginó que habías disputado su último partido en el Madrid?
No, en absoluto, yo pensaba que me iba a retirar en el Madrid.
¿Florentino Pérez decidió venderle porque había apoyado a Lorenzo Sanz en las elecciones?
No creo. Florentino se había comprometido en la campaña a traer a Figo, costaba mucho dinero y el Milán ofrecía por mi pase 3 mil millones de pesetas (18 millones de euros), era un montón de dinero por un futbolista de 31 años. En ese momento, con Florentino había llegado Pirri como secretario técnico y me avisó que había una propuesta del Milán y que el club estaba de acuerdo en aceptarla. Un tiempo antes me había querido comprar el Inter y el Madrid le contestó que no había ninguna posibilidad.
Le abrieron la puerta de salida...
Me tocó un poco el amor propio que me quisieran vender, la verdad. Por otro lado se trataba del Milán y estaba Berlusconi, que me llamaba a mi celular para que fuera. En el Madrid yo había dado todo, ganado dos Champions y dos Ligas, entre otros títulos, los entrenadores me habían elegido el mejor futbolista de esa Champions, o sea que sabía que el puesto ahí no me lo sacaba nadie. Lo del Milán, en ese sentido, era un desafío también para mí.
¿Qué piensa de las presidencias de Florentino Pérez?
Hay que reconocerle la modernización del club y cómo quedó el estadio. La ciudad deportiva del Madrid es modelo en el mundo, y dejo de lado los posibles negocios por la venta de la vieja ciudad deportiva. También rescato la intención de que el Madrid tenga a los mejores jugadores y que haya ganado todo, cuatro Champions de las últimas cinco no es fácil, tiene todos los méritos ahí.
¿Le pareció bien que negociara con Lopetegui en la antesala del Mundial o que dejara ir a Cristiano?
Hay ciertas cosas que yo no hubiera hecho, pero no soy quién para criticar esas decisiones, para juzgarlas, porque no puedo opinar con la cabeza de un presidente del club. No lo soy. Y tampoco quiero opinar desde el lugar del futbolista que se tuvo que ir durante su presidencia. No me interesa, además no guardo ningún tipo de rencor. Después, en cuanto a la salida de Cristiano, no conozco la interna. Por un lado me sorprendió su salida, pero por el otro también recuerdo sus declaraciones en pleno campo de juego cuando ganó la última Champions diciendo que se iba. Fue raro.
¿Cómo evalúa a Sergio Ramos?
Uno, cuando juega, está a mil. Y siempre habrá cosas para corregir, también. Sergio Ramos es increíble: ganador técnica y físicamente, una tremenda personalidad, a mí dámelo siempre para mi equipo. Después, como compañero, le aconsejaría que tratara de autocontrolarse en algunas situaciones puntuales, nada más.
¿Le sorprendió que Zidane ganara tres Champions en el Madrid?
A mí, Zizou me recuerda a Del Bosque. Aunque no fuimos compañeros en el Madrid, después sí jugamos juntos con los veteranos y tiene una personalidad fuerte. El silencio de Zizou transmite. La mirada de Zizou transmite. Soy de los que creen que hay entrenadores para diferentes equipos, y no creo que haya una fórmula mágica.
En el Madrid es mejor un entrenador que no hable tanto.
Es que no sé cuánto habla Zidane, porque no estuve en el vestuario, pero evidentemente su mano es importante. Y esto sí lo sé, porque lo dijo Del Bosque: cuando él lo dirigió en el Madrid una mirada de Zizou podía cambiar una situación de partido en el entretiempo. Y creo que como entrenador esa cualidad se hace extensiva.
Madrid, AS
Fernando Redondo (49 años) dejó su sello en la memoria de muchos madridistas. Llegó al Real Madrid en 1994 de la mano de Jorge Valdano, ambos procedentes de aquel Tenerife que le quitó dos Ligas a los blancos, y se convirtió en un referente en el club. Como ‘5’ clásico argentino, brilló por su mando en los partidos, su control y su elegancia en la circulación y golpeo, y su liderazgo. Dejó para la historia su taconazo en Old Trafford en la vuelta de los cuartos de final de la Champions (2-3). Aquella temporada acabó conquistando la Octava en París contra el Valencia, su último partido con la camiseta blanca. Fernando Redondo habló de su trayectoria en una extensa entrevista con La Nación de la que a continuación reproducimos un extracto.
¿En qué se nota que el Madrid es distinto al resto de los clubes?
Cuando entrás al Bernabéu y mirás para arriba, ahí tomás conciencia. Después, la repercusión que tiene la camiseta. En lo mediático, pero también cuando vas por España y el mundo: lugar al que íbamos, lugar en el que había gente del Madrid esperándote.
¿Es muy pesado el vestuario del Madrid?
Mi experiencia dice lo contrario: cuanto más grandes los jugadores fue más fácil la convivencia. Obviamente siempre hay cosas dentro de un vestuario, pero cuando a mí me tocó llegar al Madrid, estaba la famosa "Quinta de El Buitre", todos decían que manejaban el equipo y la verdad que no era así para nada, gente bárbara. Hay mucho mito en todo eso del vestuario.
¿Qué es lo que más le enorgullece de su paso por el Madrid?
Haber podido demostrar mi fútbol. Haber conservado mi estilo con diferentes entrenadores y en diferentes situaciones. Si bien la primera temporada fue espectacular, porque cortamos la serie de 4 Ligas consecutivas del Barca ganándola nosotros, en la segunda el equipo no anduvo bien, hubo críticas, y no fue fácil, pero lo pude superar. Por supuesto, conseguir la séptima Copa de Europa fue el hecho más destacado de mi paso por el club, ya que el Madrid volvió a reinar en Europa tras 32 años, y pude jugar todos los partidos de esa Champions. Repetimos dos años después, y allí ya con el honor de haber sido el capitán.
¿Lloró el día que volvió al Bernabéu jugando con el Milán?
Uf, creo que jugué mi peor partido, fui un desastre, se la daba a los de blanco (risas). Fue un reconocimiento que no esperaba y me pegó fuerte: estábamos para empezar el partido y todo el Bernabéu empezó a gritar "Redondo, Redondo", y yo miraba para los costados y aplaudían mis compañeros, y también aplaudían los jugadores del Madrid, algo espontáneo, inesperado. Me superó, la verdad, tomé ese instante como el homenaje que me hizo el Real Madrid siendo jugador activo.
La famosa jugada en Old Trafford, con el taconazo, desborde y pase atrás a Raúl, ¿la venía practicando o le salió en el momento?
La había hecho en inferiores, nunca en Primera, quizás en algún entrenamiento. Fue inspiración, lo sentí ahí, y viste que decidís en milésimas de segundos, ¿no?
Si no hubiera aparecido Raúl para transformarlo en gol, ¿habría tenido tanta repercusión?
Obviamente que el hecho de que termine en gol hace que una jugada sea más importante. También que fuera en Champions y ante el campeón vigente que no perdía ahí hacía mucho tiempo. Más allá del taco, para mí fue importante haber hecho la pausa, levantado la cabeza y ver a Raúl, que sólo la tuvo que empujar (risas). Fue por cuartos de final, habíamos empatado 0-0 en Madrid y en Manchester ganamos 3-2 y los eliminamos. La gente nos aplaudió cuando nos íbamos al vestuario. Está buenísimo que el fútbol se entienda así.
Cuando levantó la Champions 1999-00 como capitán en la final ante el Valencia, ¿imaginó que habías disputado su último partido en el Madrid?
No, en absoluto, yo pensaba que me iba a retirar en el Madrid.
¿Florentino Pérez decidió venderle porque había apoyado a Lorenzo Sanz en las elecciones?
No creo. Florentino se había comprometido en la campaña a traer a Figo, costaba mucho dinero y el Milán ofrecía por mi pase 3 mil millones de pesetas (18 millones de euros), era un montón de dinero por un futbolista de 31 años. En ese momento, con Florentino había llegado Pirri como secretario técnico y me avisó que había una propuesta del Milán y que el club estaba de acuerdo en aceptarla. Un tiempo antes me había querido comprar el Inter y el Madrid le contestó que no había ninguna posibilidad.
Le abrieron la puerta de salida...
Me tocó un poco el amor propio que me quisieran vender, la verdad. Por otro lado se trataba del Milán y estaba Berlusconi, que me llamaba a mi celular para que fuera. En el Madrid yo había dado todo, ganado dos Champions y dos Ligas, entre otros títulos, los entrenadores me habían elegido el mejor futbolista de esa Champions, o sea que sabía que el puesto ahí no me lo sacaba nadie. Lo del Milán, en ese sentido, era un desafío también para mí.
¿Qué piensa de las presidencias de Florentino Pérez?
Hay que reconocerle la modernización del club y cómo quedó el estadio. La ciudad deportiva del Madrid es modelo en el mundo, y dejo de lado los posibles negocios por la venta de la vieja ciudad deportiva. También rescato la intención de que el Madrid tenga a los mejores jugadores y que haya ganado todo, cuatro Champions de las últimas cinco no es fácil, tiene todos los méritos ahí.
¿Le pareció bien que negociara con Lopetegui en la antesala del Mundial o que dejara ir a Cristiano?
Hay ciertas cosas que yo no hubiera hecho, pero no soy quién para criticar esas decisiones, para juzgarlas, porque no puedo opinar con la cabeza de un presidente del club. No lo soy. Y tampoco quiero opinar desde el lugar del futbolista que se tuvo que ir durante su presidencia. No me interesa, además no guardo ningún tipo de rencor. Después, en cuanto a la salida de Cristiano, no conozco la interna. Por un lado me sorprendió su salida, pero por el otro también recuerdo sus declaraciones en pleno campo de juego cuando ganó la última Champions diciendo que se iba. Fue raro.
¿Cómo evalúa a Sergio Ramos?
Uno, cuando juega, está a mil. Y siempre habrá cosas para corregir, también. Sergio Ramos es increíble: ganador técnica y físicamente, una tremenda personalidad, a mí dámelo siempre para mi equipo. Después, como compañero, le aconsejaría que tratara de autocontrolarse en algunas situaciones puntuales, nada más.
¿Le sorprendió que Zidane ganara tres Champions en el Madrid?
A mí, Zizou me recuerda a Del Bosque. Aunque no fuimos compañeros en el Madrid, después sí jugamos juntos con los veteranos y tiene una personalidad fuerte. El silencio de Zizou transmite. La mirada de Zizou transmite. Soy de los que creen que hay entrenadores para diferentes equipos, y no creo que haya una fórmula mágica.
En el Madrid es mejor un entrenador que no hable tanto.
Es que no sé cuánto habla Zidane, porque no estuve en el vestuario, pero evidentemente su mano es importante. Y esto sí lo sé, porque lo dijo Del Bosque: cuando él lo dirigió en el Madrid una mirada de Zizou podía cambiar una situación de partido en el entretiempo. Y creo que como entrenador esa cualidad se hace extensiva.