El detrás de escena de la elección conjunta de Argentina y Colombia para la Copa América 2020

El papel que jugaron los presidentes de la Conmebol, la AFA y la Federación Colombiana para quitarle la organización a Norteamérica y organizar el certamen en dúo por primera vez en la historia

Federico Cristofanelli
fcristofanelli@infobae.com
A 66 días de que la pelota empiece a rodar en Brasil por la disputa de la Copa América 2019, se confirmaron oficialmente las sedes para la del año próximo. Tal como se presumía desde hace semanas, Argentina y Colombia se aliarán para oficiar de anfitriones. Los 10 seleccionados sudamericanos se dividirán en dos zonas (Norte en el país caribeño y Sur en suelo nacional). Habrá un invitado extra en cada una, formando un total de 12 competidores.


¿Cómo se llegó a dar forma a éste inédito certamen?

El pasado 13 de marzo, durante el Consejo celebrado en la ciudad de Miami, la Conmebol ratificó el rechazo a la invitación de la US Soccer para organizar la Copa América 2020. No fue la única propuesta sellada con una cruz roja: también descartaron una de Australia y de las agencias comercializadoras Dentsu e IMG.

Cabe recordar que el año pasado, la FIFA había aprobado la solicitud de la Conmebol para que la Copa América sea disputada en un nuevo ciclo cuatrienal a partir de 2020. De esa manera, quedará aparejada con la Eurocopa, que se lleva a cabo en los años pares en los que no hay Mundial de Fútbol.

Además, en 2018, la Conmebol invitó a seis asociaciones miembro de la Concacaf para participar de las próximas tres ediciones de la Copa América (2020, 2024 y 2028). La idea era ampliar definitivamente a 16 el cupo de selecciones, algo que sucedió en la edición Centenario de 2016 en Estados Unidos. Sin embargo, hubo negativa por parte de la Confederación de Norteamérica, Centroamérica y Caribe de Fútbol.

Fueron varios los motivos que esgrimieron desde la Conmebol para negarse a entregar los hilos a Estados Unidos. "Se busca acercar la Copa América a los hinchas", expresó a través de un comunicado público la Confederación Sudamericana, desde donde también entienden que trasladar el torneo nuevamente a suelo estadounidense le haría perder la esencia y los más de 103 años de tradición con los que cuenta.

Hay más. Cuestiones de naming (en Estados Unidos barajaban modificar la nomenclatura de la competición) y patrocinio llevaron al desacuerdo. Pero claro, desde la Conmebol necesitaban una alternativa potable para quitarle de las manos la Copa América a los norteamericanos, que estaban dispuestos a duplicar y hasta triplicar el cachet de cada federación que participara.

Fue entonces cuando Alejandro Domínguez abrió el juego a los presidentes de las diez asociaciones sudamericanas para candidatearse a ser sede en 2020. Rápidamente varias quedaron descartadas: Brasil (por organizar la de este año), Chile (anfitrión en 2015) y Venezuela (inmerso en una seria crisis política). Bolivia y Perú no se sintieron en condiciones de alzar la mano y tanto Uruguay como Paraguay se opusieron por cuestiones económicas.

Y al percatarse de que los voluntarios no abundaban, Claudio Tapia apuntó a Argentina con una salvedad: solamente sería sede con la compañía de otro país. Allí Ramón Jesurún, presidente de la Federación Colombiana, se "solidarizó" y respaldó la proposición del argentino. Fue un gesto lógico, considerando que el barranquillano es vicepresidente primero de la Conmebol y miembro del Consejo de la FIFA.

Así fue que Domínguez logró su cometido: impedir que uno de los certámenes más antiguos del mundo sea desterrado de América. La noticia se hizo oficial y la propuesta elevada por parte de dichas Asociaciones Miembro sobre la estructura y organización del torneo, así como el cumplimiento de las exigencias técnicas para albergar una competencia Conmebol, fue presentada en tiempo y forma. Y, obviamente, aprobada.

Argentina, que cuando todavía Julio Humberto Grondona estaba al mando de la AFA organizó la Copa América 2011, tomará los hilos nuevamente pese a no estar del todo preparada para recibir un evento de esta envergadura.

Los estadios argentinos (ya empezaron a barajarse alternativas para las sedes) están muy lejos de contar con la tecnología y modernidad de los brasileños. Al mismo tiempo que la Superliga promueve un Fan ID, aún rige la prohibición del público visitante, con excepciones antojadizas de la Aprevide. En tanto, todavía están frescos los sucesos de violencia que derivaron en la mudanza de la final de la Copa Libertadores, frustrada en el Antonio Vespucio Liberti de la Capital Federal. Y un dato no menor es la incertidumbre reinante respecto a la política nacional, teniendo en cuenta las elecciones presidenciales de octubre de este año.

Entonces, ¿por qué Tapia postuló a su Asociación para albergar la Copa América en 2020?

Puede interpretarse como un guiño para Alejandro Domínguez, quien le abrió camino en la FIFA el año pasado cuando el uruguayo Wilmar Valdez fue destituido por estar implicado en casos de corrupción dentro de la federación de fútbol de su país. El Chiqui fue designado como reemplazante del charrúa y es hoy el representante de Conmebol en la FIFA. Jesurún, ante este panorama, no quiso ser menos.


El mandatario de la Conmebol, que tiene como prioridad darle un cambio de imagen a la confederación tras el escándalo del FIFA Gate que tuvo como protagonistas a muchos directivos sudamericanos, aseguró entonces la Copa América 2020 en el hemisferio sur y la inclusión de las diez selecciones miembro, puesto que Estados Unidos pretendía repartir las 16 plazas a la mitad, una parte Concacaf y la otra Conmebol, excluyendo por ranking FIFA a las dos peores (hoy Bolivia y Ecuador).

Fuentes internas de las asociaciones le deslizaron a Infobae que, desde la postulación conjunta hasta la oficialización, hubo serias chances de que se echara por la borda la candidatura de Argentina y Colombia. En la AFA repensaron su movida política y amagaron con dar marcha atrás. Los trascendidos llegaron a la federación colombiana, que quedó entre la espada y la pared: organizar la Copa América siendo único anfitrión o convencer a otro país para que suplantara a Argentina. Fue entonces cuando tomó fuerza Ecuador, que evalúa estructurar la edición de 2024.

Finalmente Tapia decidió pisar el acelerador, entendiendo que la baja de la AFA podía llegar a tener un costo político a futuro. Ahora la Copa América 2020 pasará a ser una de las prioridades en su agenda durante los próximos 14 meses.

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