El Barça al fin toma Old Trafford
Un gol en propia puerta de Shaw da ventaja al equipo de Valverde en la ida de cuartos. Partido gris en el que ganó el que se equivocó menos.
Santi Giménez
As
Antes de entrar al campo, los seguidores del United cantaban “We’ll never die” recordando la gesta del Camp Nou en la final ante el Bayern de Munich y la más reciente ante el PSG. Esa capacidad milagrera es la que deberá temer el Barcelona, que en un partido de mucha sidelurgia y poco toque dejó encarada su clasificación para las semifinales de la Champions tras ganar (0-1) por primera vez en su historia en Old Trafford.
Probablemente el que definió el fútbol como un juego de errores suscribiera esta reflexión tras ver un partido como el que depararon el Manchester United y el Barcelona. Un partido en el que se perdieron pelotas imperdonables por ambos bandos, en el que jugadores supuestamente fiables cometieron errores muy groseros y en el que nadie supo hacerse con el control del partido. Pero también en el que por mucho que uno se equivocara, podía estar tranquilo. No había casi nadie en el otro lado del campo dispuesto a hacer pagar tu error.
El United salió con sorpresa en la alineación pero no en el planteamiento: Dallot y Fred entraban para reafirmar la apuesta de Solskjaer, que ya dijo que a él lo que le importaba era el partido de vuelta. En el Barça, las cartas de siempre y sin más sorpresa (esperada) que la entrada de Semedo por Sergi Roberto.
Con el United dispuesto a regalarle la pelota al Barça y los culés tratando de mantener la posesión, el partido se podía decidir en pequeños detalles, como la asistencia de Busquets a Messi, el único capaz de tener un chispazo de genio, que centró al segundo palo para que Suárez devolviera el balón al centro del área con la desgracia para el United que éste topó en Shaw y despistó a De Gea. El primer gol llegaba tras un error que acabó validando el VAR.
Con el 0-1, el Barça podía tener el partido en su mano, pero pasó todo lo contrario. Una sucesión de errores de Busquets, Alba y Lenglet, perdiendo balones en zonas de riesgo ante el ímpetu local abrió de nuevo el duelo. Pero la suerte para el Barcelona es que no había nadie al otro lado con un mínimo de talento para aprovechar los regalos. De un error se pasaba a otro.
El ímpetu del United se escenificó en un golpe de Smalling a Messi que le provocó una hemorragia antes de llegar a la media parte con un paradón de De Gea a tiro de Coutinho tras una dejada de Suárez, que se lo pasaba pipa cuerpeando ante la zaga inglesa.
Piqué, el mejor del equipo junto a Suárez, había advertido en la previa que al United no se le podía dar nunca por muerto y que había que liquidarlo en cuanto hubiera posibilidad. El objetivo parecía al alcance de la mano. Sólo había que dejar de equivocarse.
Y visto que la vía de la finura no daba demasiados frutos porque todo seguía igual, Valverde retiro a Coutinho y Arthur para dar entrada a Sergi Roberto y Arturo Vidal para situarse en un claro 4-4-2 que mantuvo al United alejado de de Ter Stegen y al Barça cerca de la semifinales.
Santi Giménez
As
Antes de entrar al campo, los seguidores del United cantaban “We’ll never die” recordando la gesta del Camp Nou en la final ante el Bayern de Munich y la más reciente ante el PSG. Esa capacidad milagrera es la que deberá temer el Barcelona, que en un partido de mucha sidelurgia y poco toque dejó encarada su clasificación para las semifinales de la Champions tras ganar (0-1) por primera vez en su historia en Old Trafford.
Probablemente el que definió el fútbol como un juego de errores suscribiera esta reflexión tras ver un partido como el que depararon el Manchester United y el Barcelona. Un partido en el que se perdieron pelotas imperdonables por ambos bandos, en el que jugadores supuestamente fiables cometieron errores muy groseros y en el que nadie supo hacerse con el control del partido. Pero también en el que por mucho que uno se equivocara, podía estar tranquilo. No había casi nadie en el otro lado del campo dispuesto a hacer pagar tu error.
El United salió con sorpresa en la alineación pero no en el planteamiento: Dallot y Fred entraban para reafirmar la apuesta de Solskjaer, que ya dijo que a él lo que le importaba era el partido de vuelta. En el Barça, las cartas de siempre y sin más sorpresa (esperada) que la entrada de Semedo por Sergi Roberto.
Con el United dispuesto a regalarle la pelota al Barça y los culés tratando de mantener la posesión, el partido se podía decidir en pequeños detalles, como la asistencia de Busquets a Messi, el único capaz de tener un chispazo de genio, que centró al segundo palo para que Suárez devolviera el balón al centro del área con la desgracia para el United que éste topó en Shaw y despistó a De Gea. El primer gol llegaba tras un error que acabó validando el VAR.
Con el 0-1, el Barça podía tener el partido en su mano, pero pasó todo lo contrario. Una sucesión de errores de Busquets, Alba y Lenglet, perdiendo balones en zonas de riesgo ante el ímpetu local abrió de nuevo el duelo. Pero la suerte para el Barcelona es que no había nadie al otro lado con un mínimo de talento para aprovechar los regalos. De un error se pasaba a otro.
El ímpetu del United se escenificó en un golpe de Smalling a Messi que le provocó una hemorragia antes de llegar a la media parte con un paradón de De Gea a tiro de Coutinho tras una dejada de Suárez, que se lo pasaba pipa cuerpeando ante la zaga inglesa.
Piqué, el mejor del equipo junto a Suárez, había advertido en la previa que al United no se le podía dar nunca por muerto y que había que liquidarlo en cuanto hubiera posibilidad. El objetivo parecía al alcance de la mano. Sólo había que dejar de equivocarse.
Y visto que la vía de la finura no daba demasiados frutos porque todo seguía igual, Valverde retiro a Coutinho y Arthur para dar entrada a Sergi Roberto y Arturo Vidal para situarse en un claro 4-4-2 que mantuvo al United alejado de de Ter Stegen y al Barça cerca de la semifinales.