EE UU reactiva la presión sobre Maduro ante el bloqueo en Venezuela
Mike Pompeo afronta la situación del país caribeño en su visita a la ciudad fronteriza de Cúcuta
Francesco Manetto
Cúcuta, El País
Han pasado casi tres meses desde que Juan Guaidó lanzara su desafío al sucesor de Hugo Chávez. Sin embargo, al menos por el momento el plan del presidente de la Asamblea Nacional, reconocido como mandatario interino por más de 50 Gobiernos, no ha logrado los efectos esperados. Nicolás Maduro sigue en el palacio de Miraflores y no ha perdido el control de las Fuerzas Armadas.
Las movilizaciones contra el Gobierno continúan, pero la población acusa un desgaste cada día mayor, agotada por los continuos apagones y los cortes de suministro de agua. Cúcuta fue precisamente el escenario de una operación que, el 23 de febrero, supuso un punto de inflexión en el enfrentamiento entre los dos dirigentes. El intento fallido de introducir a través de la frontera material médico y suplementos nutricionales obligó a Guaidó a improvisar un plan b.
No obstante, cientos de toneladas de esas ayudas continúan atascadas cerca del puente de Tienditas. Maduro las sigue rechazando, aunque hace semanas aceptó la cooperación del Comité Internacional de Cruz Roja.La alternativa de Guaidó consiste en no ceder. “Me atrevo a convocarlos a que sigamos juntos en las calles hasta lograr nuestra libertad”, pidió ayer a sus seguidores. Sus llamamientos, no obstante, necesitan un contrapeso también en el tablero internacional. Sus principales aliados son Estados Unidos y Colombia, que ha acogido a 1,2 millones de venezolanos en los últimos años de un total de casi cuatro millones de migrantes, según el Banco Mundial.
La Administración de Donald Trump ha desempeñado un papel central desde el día de su proclamación. Varios analistas coinciden en que Guaidó, que fue despojado de inmunidad parlamentaria a principios de mes, no ha sido detenido por la potencial amenaza que representa Estados Unidos. Washington ha jugado con la idea de una intervención militar, una vía apoyada por un sector de la oposición venezolana, y asegura que todas las opciones están sobre la mesa.
No obstante, ha limitado esa hipótesis a una escalada verbal. “Juntos estamos trabajando para restaurar la estabilidad y la democracia”, dijo Pompeo antes de viajar a Colombia y después de visitar Chile, Paraguay y Perú. El secretario de Estado tenía previsto ayer reunirse con el presidente Iván Duque, visitar un centro de asistencia y conocer el Puente Internacional Simón Bolívar, el principal puesto fronterizo entre los dos países.
El objetivo es, en definitiva, mantener la presión diplomática y económica, a pesar de que las sanciones impuestas a PDVSA, la petrolera estatal, aún no hayan repercutido en el funcionamiento del sector.La emergencia de Venezuela se ha convertido así en una crisis regional sin precedentes que también preocupa a EE. UU. El impacto del éxodo se siente sobre todo en las comunidades fronterizas.
“Es un desafío humanitario y de desarrollo sin precedentes para la región. Afecta no solo a los migrantes que se ven obligados a abandonar sus hogares, sino también a las comunidades que de forma generosa los reciben”, manifestó esta semana Axel van Trotsenburg, vicepresidente del Banco Mundial. El organismo acaba de conceder al Gobierno colombiano 31,5 millones de dólares para la mejora de los servicios sociales destinados a los venezolanos. Duque presentó ayer un paquete de medidas para paliar el impacto del flujo migratorio. El éxodo de venezolanos se ha convertido en el principal frente de su mandato, que empezó el pasado agosto, al igual que ocurre en otros países de la región como Perú o Ecuador. Representantes de esos Gobiernos analizarán hoy en Santiago de Chile las próximas acciones para tratar de forzar una salida de Maduro en la cita del llamado Grupo de Lima.
Francesco Manetto
Cúcuta, El País
Han pasado casi tres meses desde que Juan Guaidó lanzara su desafío al sucesor de Hugo Chávez. Sin embargo, al menos por el momento el plan del presidente de la Asamblea Nacional, reconocido como mandatario interino por más de 50 Gobiernos, no ha logrado los efectos esperados. Nicolás Maduro sigue en el palacio de Miraflores y no ha perdido el control de las Fuerzas Armadas.
Las movilizaciones contra el Gobierno continúan, pero la población acusa un desgaste cada día mayor, agotada por los continuos apagones y los cortes de suministro de agua. Cúcuta fue precisamente el escenario de una operación que, el 23 de febrero, supuso un punto de inflexión en el enfrentamiento entre los dos dirigentes. El intento fallido de introducir a través de la frontera material médico y suplementos nutricionales obligó a Guaidó a improvisar un plan b.
No obstante, cientos de toneladas de esas ayudas continúan atascadas cerca del puente de Tienditas. Maduro las sigue rechazando, aunque hace semanas aceptó la cooperación del Comité Internacional de Cruz Roja.La alternativa de Guaidó consiste en no ceder. “Me atrevo a convocarlos a que sigamos juntos en las calles hasta lograr nuestra libertad”, pidió ayer a sus seguidores. Sus llamamientos, no obstante, necesitan un contrapeso también en el tablero internacional. Sus principales aliados son Estados Unidos y Colombia, que ha acogido a 1,2 millones de venezolanos en los últimos años de un total de casi cuatro millones de migrantes, según el Banco Mundial.
La Administración de Donald Trump ha desempeñado un papel central desde el día de su proclamación. Varios analistas coinciden en que Guaidó, que fue despojado de inmunidad parlamentaria a principios de mes, no ha sido detenido por la potencial amenaza que representa Estados Unidos. Washington ha jugado con la idea de una intervención militar, una vía apoyada por un sector de la oposición venezolana, y asegura que todas las opciones están sobre la mesa.
No obstante, ha limitado esa hipótesis a una escalada verbal. “Juntos estamos trabajando para restaurar la estabilidad y la democracia”, dijo Pompeo antes de viajar a Colombia y después de visitar Chile, Paraguay y Perú. El secretario de Estado tenía previsto ayer reunirse con el presidente Iván Duque, visitar un centro de asistencia y conocer el Puente Internacional Simón Bolívar, el principal puesto fronterizo entre los dos países.
El objetivo es, en definitiva, mantener la presión diplomática y económica, a pesar de que las sanciones impuestas a PDVSA, la petrolera estatal, aún no hayan repercutido en el funcionamiento del sector.La emergencia de Venezuela se ha convertido así en una crisis regional sin precedentes que también preocupa a EE. UU. El impacto del éxodo se siente sobre todo en las comunidades fronterizas.
“Es un desafío humanitario y de desarrollo sin precedentes para la región. Afecta no solo a los migrantes que se ven obligados a abandonar sus hogares, sino también a las comunidades que de forma generosa los reciben”, manifestó esta semana Axel van Trotsenburg, vicepresidente del Banco Mundial. El organismo acaba de conceder al Gobierno colombiano 31,5 millones de dólares para la mejora de los servicios sociales destinados a los venezolanos. Duque presentó ayer un paquete de medidas para paliar el impacto del flujo migratorio. El éxodo de venezolanos se ha convertido en el principal frente de su mandato, que empezó el pasado agosto, al igual que ocurre en otros países de la región como Perú o Ecuador. Representantes de esos Gobiernos analizarán hoy en Santiago de Chile las próximas acciones para tratar de forzar una salida de Maduro en la cita del llamado Grupo de Lima.