"Cantares de una revolución": lo que un juglar tiene para contar sobre la Guerra Civil Española
El documental del español Ramón Lluís Bande retoma la gesta de los mineros asturianos en 1934 a través de las canciones que se recogieron de aquella época, en la voz del músico indie Nacho Vegas
Diego Rojas
Infobae
Durante la revolución española (luego llamada "guerra civil") la lucha de clases alcanzó picos de virulencia inaudita por parte de un sector de la clase obrera decidida a tomar el poder en la península. En 1934, los mineros asturianos protagonizaron una épica en ese sentido, derrotada luego por el franquismo y el silencio. El film Cantares de una revolución revisita esos acontecimientos de un modo muy particular a través de la música.
Cantares de una revolución, el documental de Ramón Lluís Bande, elige contar la historia de ese modo excepcional: a través de la música y las canciones que recogieron, una vez vencida, esa gesta para las futuras generaciones. Es en ese sentido el rol del juglar quien llevaba durante el medioevo una visión sobre los acontecimientos ocurridos y así una referencia de la memoria histórica.
Es, en este caso, el juglar Nacho Vegas. Vegas es un cantautor referente de la movida indie española que, como requisito, insta a sus integrantes a usar anteojos de carey y una actitud icónica de la melancolía.
Para sorpresa de sus seguidores, Vegas expuso una posición política radicalizada no sólo en sus canciones, sino en su participación pública: fue candidato de la fracción izquierdista de Podemos "Anticapitalistas" al parlamento asturiano. Quizás haya en ese camino una explicación a su participación en el film y el rescate de 1934 mediante una guitarra y una voz.
La película usa de manera potente no sólo las canciones, que Vegas interpreta y luego suma a otras voces a ese repertorio, sino los textos en primera persona que dan cuenta de los hechos que tuvieron en vilo a la etapa revolucionaria de la península ibérica.
Los mineros cuentan cómo usaban la dinamita para enfrentarse al ejército y luego los pesares de la cárcel y la tortura franquista. El uso del recurso de las placas rojas con tipografía negra como encadenamiento del proceso de esa gesta recupera una esfera estético-política que busca un espíritu revolucionario incluso en una tipografía, una manera de comunicar, una agitación.
Los testimonios de hombres y mujeres de esa revolución tensan la película y también emocionan y logran un producto fílmico eficaz en sus objetivos.
Diego Rojas
Infobae
Durante la revolución española (luego llamada "guerra civil") la lucha de clases alcanzó picos de virulencia inaudita por parte de un sector de la clase obrera decidida a tomar el poder en la península. En 1934, los mineros asturianos protagonizaron una épica en ese sentido, derrotada luego por el franquismo y el silencio. El film Cantares de una revolución revisita esos acontecimientos de un modo muy particular a través de la música.
Cantares de una revolución, el documental de Ramón Lluís Bande, elige contar la historia de ese modo excepcional: a través de la música y las canciones que recogieron, una vez vencida, esa gesta para las futuras generaciones. Es en ese sentido el rol del juglar quien llevaba durante el medioevo una visión sobre los acontecimientos ocurridos y así una referencia de la memoria histórica.
Es, en este caso, el juglar Nacho Vegas. Vegas es un cantautor referente de la movida indie española que, como requisito, insta a sus integrantes a usar anteojos de carey y una actitud icónica de la melancolía.
Para sorpresa de sus seguidores, Vegas expuso una posición política radicalizada no sólo en sus canciones, sino en su participación pública: fue candidato de la fracción izquierdista de Podemos "Anticapitalistas" al parlamento asturiano. Quizás haya en ese camino una explicación a su participación en el film y el rescate de 1934 mediante una guitarra y una voz.
La película usa de manera potente no sólo las canciones, que Vegas interpreta y luego suma a otras voces a ese repertorio, sino los textos en primera persona que dan cuenta de los hechos que tuvieron en vilo a la etapa revolucionaria de la península ibérica.
Los mineros cuentan cómo usaban la dinamita para enfrentarse al ejército y luego los pesares de la cárcel y la tortura franquista. El uso del recurso de las placas rojas con tipografía negra como encadenamiento del proceso de esa gesta recupera una esfera estético-política que busca un espíritu revolucionario incluso en una tipografía, una manera de comunicar, una agitación.
Los testimonios de hombres y mujeres de esa revolución tensan la película y también emocionan y logran un producto fílmico eficaz en sus objetivos.