Víctima acusa a su expareja de dar datos a los secuestradores

La arquitecta de 27 años pidió que se indague al padre de su hija por la relación de amistad que tenía con los implicados, sus amigos de infancia en Villa Adela.

Carlos Quisbert / La Paz
Vanesa, la joven víctima de secuestro en Villa Adela, presentó ayer una querella para ampliar la investigación contra su expareja, bajo la sospecha de que el padre de su hija fue quien proporcionó su número de celular e información personal a un integrante de la banda de delincuentes.


La arquitecta de 27 años, y madre de una bebé de un año y siete meses, también pidió que se procese a la pareja de Igor Monroy, alias El Gordo, parte de los secuestradores, ambos eran inquilinos en la casa de la víctima.

“Nosotros pedimos la ampliación de la investigación contra estas dos personas, Erick López, la expareja de Vanesa y Paola

Sullcani, esposa de El Gordo (Monrroy), debido a que hay indicios de que conocían las actividades que preparaban (para el secuestro). Tenemos la hipótesis de que ellos participaron o deben declarar y dar indicios de quién dio información a los secuestradores”, explicó el abogado de la afectada, Andrés Zúñiga.

La mujer fue interceptada por un hombre y una mujer a una cuadra de su casa, en la zona Villa Adela, de la ciudad de El Alto. La subieron a un taxi, mientras la amenazaban con un cuchillo, la maniataron y la tuvieron retenida en un domicilio de la zona de Ventilla.

Luego de 57 horas de encierro, mientras los delincuentes preparaban las negociaciones con los padres de la víctima por 150 mil dólares por el rescate, Vanesa logró soltar sus ataduras, huir y denunciar a sus captores. La Policía logró aprehender a cinco varones y una mujer, e identificó como cabecilla del grupo a Franz Luna Chura, alias El Chascas.

Zúñiga explicó que la víctima, su expareja, Luna, Monroy y la esposa de éste eran amigos de infancia, conocidos en el barrio e incluso Luna había tratado de comenzar una relación amorosa con Vanesa. “La pretendía, la llama, le escribía mensajes”, afirmó el abogado.

Durante su cautiverio los padres de Vanesa recibieron 12 llamadas, uno de los secuestradores exigía que el padre deje una mochilla con el dinero en una plaza y que entregaría a su hija una hora después del pago; ante la negativa del progenitor, en otra llamada del delincuente negoció y ofreció entregar a Vanesa en 20 minutos.

“Ya la van a traer a tu hija, en 20 minutos te la van a dejar en tu puerta (...) Ya pues ,muévase o voy cancelar”, amenazó el secuestrador al padre de Vanesa.

Del otro lado de la línea, Édgar, el padre de Vanesa, y su esposa rogaban escuchar la voz de su hija y que el pago se haga al mismo tiempo que la liberación, pero no eran atendidos.

Así pasaron dos días hasta la madrugada del domingo, cuando dos de los secuestradores fueron aprehendidos por la Policía cerca de una plaza donde pedían que se entregue el dinero.

Horas más tarde, Vanesa se liberó por si sola y cuando se hicieron las primeras investigaciones, la Policía estableció que el inquilino, Monroy, era parte de la banda y proporcionó información de los movimientos de la familia a los secuestradores.


Más tarde también se encontró indicios de que Monroy y la expareja de Vanesa habían mantenido contacto, por lo que ahora se sospecha que fue López quien dio información personal y el número de celular de Vanesa a los captores de la arquitecta.

Sobre Sullcani, Zúñiga explicó que ella tenía que conocer las actividad de su pareja, quien semanas antes del secuestro no salió del domicilio para vigilar a Vanesa. La pareja de inquilinos no tenía ninguna actividad que justifique la tenencia de 100 mil bolivianos por el anticrético.

Los seis integrantes de la banda fueron encarcelados, los cinco varones en el penal de Chonchocoro y la mujer, pareja de Luna, fue remitida a la cárcel de mujeres de Obrajes.

Audios y vigilancia

Llamadas “Mami estoy bien, ya me van a traer, estoy en camino, no hagan nada, no llamen a nadie (...) hagan todo lo que dice, tengo miedo, están viendo todo lo que hacen”, fue lo que los secuestradores obligaron a decir a Vanesa a sus padres, en una de las llamadas que hicieron como una prueba de vida de la víctima.

Casa La Policía reportó que los secuestradores lograron conocer la rutina de Vanesa luego de tres meses de vigilancia. Para este fin, Franz Luna, cabecilla de la banda, había alquilado una casa a tres cuadras del domicilio de la víctima; además, uno de los cómplices vivía como inquilino en la casa de la joven.

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