¿Puede haber más fútbol?

La FIFA, la UEFA y las ligas europeas se enfrentan por poner en marcha torneos cada vez mayores convencidos de obtener más ingresos en un escenario que se acerca a la saturación



David Álvarez
Madrid, El País
En 2004, el presidente del Arsenal, David Dein, se encontraba en Dubái, en lo que podría considerarse un viaje iniciático para la industria del fútbol en busca de nuevos yacimientos de liquidez. La ciudad era la sede de Emirates Airlines, que pagaba parte del nuevo estadio: 100 millones de libras a cambio de ponerle durante 15 años nombre a un recinto que costó 390 millones. En aquel viaje, Dein lanzó una alerta sobre el fútbol televisado: “Quizá estamos llegando a un punto de saturación”, dijo. Entonces, el lamento era prematuro, pero casi 15 años después el fuego cruzado entre los órganos de gobierno del fútbol sugiere que ese punto se acerca.


Cuando hace unos días la FIFA aprobó el nuevo Mundial de clubes, lo hizo con la oposición pública de la UEFA, la Asociación de Clubes Europeos (ECA) y las ligas europeas. Cuando la UEFA y la ECA se reunieron la semana pasada para estudiar una nueva Champions, se opusieron ligas europeas. “Son proyectos de barra de bar a las cinco de la mañana”, decía el jueves Javier Tebas, presidente de LaLiga.

Bajo los movimientos de la FIFA y la UEFA, late la promesa de grandes bolsas de dinero para una industria que atisba síntomas de agotamiento en los derechos televisivos. Los de la Premier, los más caros, sufrieron un frenazo en su última venta: el periodo 2019-2022 le costará a Sky y BT un 10% menos que el anterior.

Ese trato se cerró en 2018. Por entonces Gianni Infantino, presidente de la FIFA, presentó una propuesta confidencial, revelada por The New York Times, que prometía 25.000 millones de dólares por ceder la mitad de la propiedad de un nuevo mundial de clubes con 24 equipos como el que se ha aprobado para 2021 y de una nueva liga global de selecciones nacionales. El Mundialito amenaza a la Champions como torneo de clubes más relevante del mundo, y la liga global puede hacer sombra a la recién estrenada Liga de Naciones de la UEFA.

Los cambios de la Champions también se estudian también bajo la promesa de nuevos ingresos, a costa de espacios de las competiciones nacionales, lo que hizo disparar a Tebas: “LaLiga y las otras grandes ligas de Europa no vamos a dejar de jugar los fines de semana”, dijo sobre la idea de que la nueva Champions ocupe esos días. También quiso cortar el paso a otros cambios: “No se va a reducir la liga española, ni ninguna de las europeas”, aseguró.

Tras décadas de inflación competitiva, se atisba un escenario donde no cabe el crecimiento de todos. En el primer Mundial, en 1930, 13 países jugaron 18 partidos; en 2026 serán 48 y 80 partidos. La primera liga española, la 1928-29, tuvo 10 equipos y 90 partidos; ahora son 20 y 380. La primera Copa de Europa (1955-56), la disputaron 16 clubes en 29 partidos; ahora, 32 y 125. En la Copa del Rey se juegan 112 partidos. Liga, Copa y Champions suman 617 partidos por curso. En 2017 se estrenaron en España 587 películas.

Las instituciones del fútbol tratan de quitarle hierro al choque. “La palabra guerra no es la adecuada”, dice Infantino. “No es una guerra. Cada uno defiende su posición”, defiende un portavoz de la UEFA. Si no lo es, se le parece mucho. La colisión amenaza el cumplimiento de las respectivas promesas económicas.

Dudas sobre las cantidades prometidas

Ahora que sólo se ha aprobado el Mundialito, los 25.000 millones de la FIFA son unos 12.000 por tres ediciones. También existen dudas sobre cifras difundidas para la nueva Champions. Lo resume Jaume Roures, socio gestor de Mediapro: “La Superliga europea es un proyecto irrealizable porque no tiene fundamento. Las cantidades de las que se habla son inexistentes. Necesitaría destruir las ligas nacionales, que es donde de verdad generan ingresos los grandes clubes como Madrid, Barcelona, Juventus y PSG”, dice. Roures alerta sobre el crecimiento aparentemente perpetuo del fútbol: “El mercado está un poco saturado. Todos estamos encontrando ya los límites”, dice.

Su percepción va en línea con la de los analistas de Deloitte. Según Timothy Bridge, director del área de negocios deportivos de la consultora, “hay un deseo de maximizar el potencial del deporte, pero eso lleva aparejada una advertencia: cuanto más contenido hay, mayor riesgo para su valor total”, explica. Bridge aún no ve señales de deterioro, pero sí “nerviosismo en la industria del fútbol por ver por dónde vendrá la siguiente etapa de crecimiento. La respuesta no es seguir haciendo lo mismo. Hay nuevas tecnologías y habrá nuevas formas de obtener ingresos y de relacionarse con los aficionados”, dice.

Hay voces que discuten que esto deba ir por el crecimiento de los torneos. Como la de Ignacio Palacios-Huerta, catedrático de la London School of Economics, exdirectivo del Athletic de Bilbao y miembro del comité científico de la ECA: “Creo que están equivocados”, dice sobre la Superliga. “Me da la sensación de que creen que esto va a seguir un crecimiento exponencial bestial, como hasta ahora, pero en el medio plazo un Madrid-Manchester United seis veces al año seguramente acabará saturando. Una liga esencialmente cerrada de este estilo es un cambio demasiado drástico que infravalora el potencial de saturación. Podría ser beneficioso a corto plazo, pero tener posteriormente muy malas consecuencias”, dice.

También desconfían de esta vía los jugadores, como explica David Aganzo, presidente de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) y miembro de la junta directiva de FIFPro, que se ha estado reuniendo con la FIFA y la UEFA para tratar los proyectos del Mundialito y la Superliga. “Somos la parte principal de este deporte, aunque a veces no lo parezca”, dice; “hay que preocuparse de la salud del futbolista, de las temperaturas a las que juega, de las fechas, de sus vacaciones, su vida social, su familia. Hay compañeros que tienen pocas vacaciones y sus cuerpos no dan para más. Parece que el dinero es todo en este deporte, pero no es todo dinero”.

El próximo episodio de la mayor revisión del mapa mundial del fútbol en la historia, comienza hoy en Ámsterdam, donde la ECA celebra su asamblea general. Revisará sus acuerdos con la UEFA y los torneos de clubes, que no podrán cambiar antes de 2024, 20 años después del profético aviso de Dein en Dubái.

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