Por qué no nos olvidamos de Senna
Darío Coronel
Infobae
A modo de previa de lo que se vivirá el próximo 1 de mayo cuando se cumpla un cuarto de siglo del fallecimiento de Ayrton Senna, las redes sociales y en especial Twitter estallaron recordando el natalicio del astro brasileño que hoy hubiera cumplido 59 años. Pero, ¿por qué el tricampeón de Fórmula 1 sigue siendo resistente al olvido?
No hace falta abarcar en sus números que son elocuentes: a sus tres coronas (todas con McLaren) se suman sus 41 victorias, 19 récords de vuelta, 80 podios (1 cada dos carreras) y sus 65 pole positions, marca que fue batida por Michael Schumacher en 2006. Hay algo más que datos que sirven para enriquecer la fría estadística. Esto tiene que ver con lo que demostraba en la pista, su carácter arriba y abajo del auto, y su carisma que lo llevó a ganarse millones de fanáticos en todo el planeta.
Senna con un buen auto era letal. Nunca especuló. Si podía apabullar a los rivales lo hacía. Y si podía humillarlos, también, según contó su archirrival Alain Prost. El francés admitió esa sensación cuando el brasileño le ganaba por más de 50 segundos en Mónaco en 1988. Esa vez Ayrton terminó despistándose en lo que fue una interrupción en sus seis triunfos en el Principado donde nadie ganó tanto como él.
El nacido en San Pablo también se destacó por lucirse corriendo con lluvia incluso su primera victoria en la máxima llegó en esa condición climática en Portugal 1985. Pero si de recuerdos imborrables bajo el agua se habla, trascendió por haber pasado cuatro autos antes de cumplirse la primera vuelta en Donington Park (Inglaterra), sede del GP de Europa de 1993.
Su grandeza se construyó por méritos propios y se agigantó por una rivalidad. La que tuvo con Prost fue la más grande en la historia de la F-1. Dos número uno y campeones del mundo. De los mejores pilotos de la historia. El clima de tensión y lo que transmitían cada vez que se encontraban en la pista fue inigualable. Sus toques en plenas definiciones de campeonatos en Suzuka (Japón) en 1989 y 1990 generaron un sismo emotivo que debe haberse registrado en la Escala de Richter. "Cuando murió, una parte de mí también había muerto", reconoció el galo, cuatro veces campeón mundial.
Pero más allá de lo deportivo, "Magic", como también se lo conocía, supo ser un revolucionario. Se le plantaba en la cara a Jean-Marie Ballestre, por entonces presidente de la Federación Internacional del Automóvil (FIA). En esos tiempos se insinuaba en el ambiente que el dirigente francés tenía predilección por Prost. Senna combatió el sistema y hasta llegó a abandonar la reunión de pilotos en Suzuka en 1990 por considerar que lo estaban perjudicando. Hoy eso es inimaginable.
También es inolvidable porque nunca se le cayó un anillo por reconocer a los grandes de este deporte y por eso su gran admiración por Juan Manuel Fangio. Tras ganar en su país en 1993, el "Chueco" le entregó el trofeo al brasileño y éste lo invitó a subir al escalón más alto del podio. Ayrton soñaba con igualar al balcarceño y tal vez retirarse una vez de conseguir cinco cetros.
Tampoco lo olvida el francés Eric Comas, quien con su Ligier tuvo un fuerte accidente en la clasificación en Spa-Francorchamps (Bélgica) en 1992, pero hoy puede contarla gracias a Senna, quien se detuvo, se bajó de su auto y llegó antes que nadie para socorrerlo. Tampoco los familiares del austríaco Roland Ratzenberger, quien perdió la vida el 30 de abril de 1994 en Imola (Italia), un día antes de la partida de Ayrton, quien fue el único piloto que se acercó al lugar del accidente para analizar qué había pasado. Al otro día llevó una bandera austríaca en su Williams para homenajearlo en caso de ganar…
Está presente porque él amaba el espíritu de este deporte. Y lo dejó claro antes de lograr su última victoria, en Australia en 1993, cuando le preguntaron ¿quién fue el piloto con el tuvo más satisfacción a la hora de competir, en toda su campaña, pasado o presente?: para la sorpresa de todos, la respuesta no fue Prost, sino un kartista inglés llamado Terry Fullerton. "Él tenía mucha experiencia y me gustó competir a su lado porque era un piloto rápido y consistente. Él, era para mí, un piloto completo. Aprendí mucho de él. Eran tiempos de competición pura, automovilismo puro. Sin política, sin dinero", recordó Senna ese día.
Y en Brasil, como era de esperarse, dejó su marca por ser su máximo orgullo deportivo en tiempos donde su selección de fútbol no ganó ningún Mundial y que –paradójicamente- cortó su racha de 24 años sin títulos en Estados Unidos 1994, dos meses después de su muerte. Fue recordado con una bandera en los festejos del equipo nacional.
Pero en el país vecino está latente porque lejos de vivir en una burbuja, como puede pasar con muchas estrellas del deporte, Senna tenía compromiso social y quiso ayudar a los que menos tienen. Antes de fallecer le transmitió esa inquietud a su hermana, Viviane, quien lidera el "Instituto Ayrton Senna", una fundación encargada de recolectar dinero para colaborar con las escuelas públicas que concentran el 85 por ciento del total en Brasil. Colaboran de forma anual con 1,5 millones de estudiantes. Esta entidad está preparando un mega evento para el 1 de mayo venidero en el Autódromo de Interlagos de San Pablo. Se trata del "Senna Day Festival" que se hará para conmemorar el 25 aniversario de su partida.
En las carreras de F-1 en Brasil se suele escuchar desde las tribunas el "olé, olé, olé, olé, Senna, Senna". Todos los años. Es un himno que llega desde las gradas sin importar las edades, ya sea los que lo vieron correr y los que no tuvieron esa chance, pero que conocieron su leyenda. Es que Ayrton Senna inspiraba. Y lo sigue haciendo porque dejó todo por ser el mejor, hasta su propia vida.
Infobae
A modo de previa de lo que se vivirá el próximo 1 de mayo cuando se cumpla un cuarto de siglo del fallecimiento de Ayrton Senna, las redes sociales y en especial Twitter estallaron recordando el natalicio del astro brasileño que hoy hubiera cumplido 59 años. Pero, ¿por qué el tricampeón de Fórmula 1 sigue siendo resistente al olvido?
No hace falta abarcar en sus números que son elocuentes: a sus tres coronas (todas con McLaren) se suman sus 41 victorias, 19 récords de vuelta, 80 podios (1 cada dos carreras) y sus 65 pole positions, marca que fue batida por Michael Schumacher en 2006. Hay algo más que datos que sirven para enriquecer la fría estadística. Esto tiene que ver con lo que demostraba en la pista, su carácter arriba y abajo del auto, y su carisma que lo llevó a ganarse millones de fanáticos en todo el planeta.
Senna con un buen auto era letal. Nunca especuló. Si podía apabullar a los rivales lo hacía. Y si podía humillarlos, también, según contó su archirrival Alain Prost. El francés admitió esa sensación cuando el brasileño le ganaba por más de 50 segundos en Mónaco en 1988. Esa vez Ayrton terminó despistándose en lo que fue una interrupción en sus seis triunfos en el Principado donde nadie ganó tanto como él.
El nacido en San Pablo también se destacó por lucirse corriendo con lluvia incluso su primera victoria en la máxima llegó en esa condición climática en Portugal 1985. Pero si de recuerdos imborrables bajo el agua se habla, trascendió por haber pasado cuatro autos antes de cumplirse la primera vuelta en Donington Park (Inglaterra), sede del GP de Europa de 1993.
Su grandeza se construyó por méritos propios y se agigantó por una rivalidad. La que tuvo con Prost fue la más grande en la historia de la F-1. Dos número uno y campeones del mundo. De los mejores pilotos de la historia. El clima de tensión y lo que transmitían cada vez que se encontraban en la pista fue inigualable. Sus toques en plenas definiciones de campeonatos en Suzuka (Japón) en 1989 y 1990 generaron un sismo emotivo que debe haberse registrado en la Escala de Richter. "Cuando murió, una parte de mí también había muerto", reconoció el galo, cuatro veces campeón mundial.
Pero más allá de lo deportivo, "Magic", como también se lo conocía, supo ser un revolucionario. Se le plantaba en la cara a Jean-Marie Ballestre, por entonces presidente de la Federación Internacional del Automóvil (FIA). En esos tiempos se insinuaba en el ambiente que el dirigente francés tenía predilección por Prost. Senna combatió el sistema y hasta llegó a abandonar la reunión de pilotos en Suzuka en 1990 por considerar que lo estaban perjudicando. Hoy eso es inimaginable.
También es inolvidable porque nunca se le cayó un anillo por reconocer a los grandes de este deporte y por eso su gran admiración por Juan Manuel Fangio. Tras ganar en su país en 1993, el "Chueco" le entregó el trofeo al brasileño y éste lo invitó a subir al escalón más alto del podio. Ayrton soñaba con igualar al balcarceño y tal vez retirarse una vez de conseguir cinco cetros.
Tampoco lo olvida el francés Eric Comas, quien con su Ligier tuvo un fuerte accidente en la clasificación en Spa-Francorchamps (Bélgica) en 1992, pero hoy puede contarla gracias a Senna, quien se detuvo, se bajó de su auto y llegó antes que nadie para socorrerlo. Tampoco los familiares del austríaco Roland Ratzenberger, quien perdió la vida el 30 de abril de 1994 en Imola (Italia), un día antes de la partida de Ayrton, quien fue el único piloto que se acercó al lugar del accidente para analizar qué había pasado. Al otro día llevó una bandera austríaca en su Williams para homenajearlo en caso de ganar…
Está presente porque él amaba el espíritu de este deporte. Y lo dejó claro antes de lograr su última victoria, en Australia en 1993, cuando le preguntaron ¿quién fue el piloto con el tuvo más satisfacción a la hora de competir, en toda su campaña, pasado o presente?: para la sorpresa de todos, la respuesta no fue Prost, sino un kartista inglés llamado Terry Fullerton. "Él tenía mucha experiencia y me gustó competir a su lado porque era un piloto rápido y consistente. Él, era para mí, un piloto completo. Aprendí mucho de él. Eran tiempos de competición pura, automovilismo puro. Sin política, sin dinero", recordó Senna ese día.
Y en Brasil, como era de esperarse, dejó su marca por ser su máximo orgullo deportivo en tiempos donde su selección de fútbol no ganó ningún Mundial y que –paradójicamente- cortó su racha de 24 años sin títulos en Estados Unidos 1994, dos meses después de su muerte. Fue recordado con una bandera en los festejos del equipo nacional.
Pero en el país vecino está latente porque lejos de vivir en una burbuja, como puede pasar con muchas estrellas del deporte, Senna tenía compromiso social y quiso ayudar a los que menos tienen. Antes de fallecer le transmitió esa inquietud a su hermana, Viviane, quien lidera el "Instituto Ayrton Senna", una fundación encargada de recolectar dinero para colaborar con las escuelas públicas que concentran el 85 por ciento del total en Brasil. Colaboran de forma anual con 1,5 millones de estudiantes. Esta entidad está preparando un mega evento para el 1 de mayo venidero en el Autódromo de Interlagos de San Pablo. Se trata del "Senna Day Festival" que se hará para conmemorar el 25 aniversario de su partida.
En las carreras de F-1 en Brasil se suele escuchar desde las tribunas el "olé, olé, olé, olé, Senna, Senna". Todos los años. Es un himno que llega desde las gradas sin importar las edades, ya sea los que lo vieron correr y los que no tuvieron esa chance, pero que conocieron su leyenda. Es que Ayrton Senna inspiraba. Y lo sigue haciendo porque dejó todo por ser el mejor, hasta su propia vida.