Griezmann y Mbappé lideran el festival de Francia ante Islandia
Los pupilos de Didier Deschamps apenas tuvieron problemas. Umtiti abrió el marcador y Giroud acudió a su habitual llamada con el gol.
Jean Palacios
As
El público que asistió al Stade de France presenció una gran fiesta. Francia se presentaba ante su afición en el centenario de la Federación y les bleus regalaron a su hinchada una noche especial.
El 4-0 final reflejó la diferencia entre la actual campeona del mundo e Islandia y sirvió también para ratificar que cuando se lo propone, Francia se instala en otra dimensión futbolística fundamentada por la riqueza de su plantilla y por la innumerables alternativas para someter al rival. Abrió el marcador un cabezazo de Umtiti al poco de iniciar el partido y puso justicia muy temprano al dominio arrollador de los franceses, asumiendo el rol protagonista del juego y tomando la iniciativa. Es incuestionable que ante un rival como Islandia el campeón del mundo no podía adoptar otra actitud.
Desde la composición del equipo titular, Deschamps demostró ser enemigo de la mezquindad. A excepción del lesionado Lucas Hernández reemplazado por Kurzawa, el once titular era el mismo que conquistó el Mundial de Rusia.
Da gusto ver a Griezmann realizando labores defensivas, recuperando balones y hasta retroceder para convertirse en el generador de juego o también a Mbappé moviéndose con libertad por las bandas para generar los espacios, sacar ventaja de su capacidad de aceleración y cambio de ritmo e intentar habilitar al compañero mejor ubicado. Ambos jugadores lideraron el festín de Francia. Los locales lo intentaron de distintas formas, buscando la sorpresa con Matuidi, construyendo acciones bien elaboradas pero sin fortuna en en último pase y hasta con dos remates de Pavard casi calcados al gol que anotó a Argentina en el pasado Mundial.
Aquella superioridad en el juego tenía que reflejarse de alguna manera. El ritmo avasallador de Francia acabó imponiéndose en la segunda parte. Giroud aumentaba la ventaja con el 2-0 y hacía justicia del dominio absoluto francés.
Era la ocasión para confirmar que las ambiciones de esta Francia no tienen limites. Mbappé una vez más mostraba su instinto goleador anotando el tercer tanto de la noche. Y Griezmann ponía la guinda con el cuarto gol, un tanto que premió al mejor jugador del partido. Eso sí, ante una floja Islandia con escasos y tímidos ataques, Francia mostró un libreto que lo llevó al éxito el año pasado. Alejada de los egos del pasado, Francia se fortalece y pisa fuerte gracias a su fuerza colectiva.
Jean Palacios
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El público que asistió al Stade de France presenció una gran fiesta. Francia se presentaba ante su afición en el centenario de la Federación y les bleus regalaron a su hinchada una noche especial.
El 4-0 final reflejó la diferencia entre la actual campeona del mundo e Islandia y sirvió también para ratificar que cuando se lo propone, Francia se instala en otra dimensión futbolística fundamentada por la riqueza de su plantilla y por la innumerables alternativas para someter al rival. Abrió el marcador un cabezazo de Umtiti al poco de iniciar el partido y puso justicia muy temprano al dominio arrollador de los franceses, asumiendo el rol protagonista del juego y tomando la iniciativa. Es incuestionable que ante un rival como Islandia el campeón del mundo no podía adoptar otra actitud.
Desde la composición del equipo titular, Deschamps demostró ser enemigo de la mezquindad. A excepción del lesionado Lucas Hernández reemplazado por Kurzawa, el once titular era el mismo que conquistó el Mundial de Rusia.
Da gusto ver a Griezmann realizando labores defensivas, recuperando balones y hasta retroceder para convertirse en el generador de juego o también a Mbappé moviéndose con libertad por las bandas para generar los espacios, sacar ventaja de su capacidad de aceleración y cambio de ritmo e intentar habilitar al compañero mejor ubicado. Ambos jugadores lideraron el festín de Francia. Los locales lo intentaron de distintas formas, buscando la sorpresa con Matuidi, construyendo acciones bien elaboradas pero sin fortuna en en último pase y hasta con dos remates de Pavard casi calcados al gol que anotó a Argentina en el pasado Mundial.
Aquella superioridad en el juego tenía que reflejarse de alguna manera. El ritmo avasallador de Francia acabó imponiéndose en la segunda parte. Giroud aumentaba la ventaja con el 2-0 y hacía justicia del dominio absoluto francés.
Era la ocasión para confirmar que las ambiciones de esta Francia no tienen limites. Mbappé una vez más mostraba su instinto goleador anotando el tercer tanto de la noche. Y Griezmann ponía la guinda con el cuarto gol, un tanto que premió al mejor jugador del partido. Eso sí, ante una floja Islandia con escasos y tímidos ataques, Francia mostró un libreto que lo llevó al éxito el año pasado. Alejada de los egos del pasado, Francia se fortalece y pisa fuerte gracias a su fuerza colectiva.