Siete diputados laboristas abandonan el partido por discrepancias con Corbyn
Los parlamentarios acusan al líder laborista de ser indulgente con los antisemitas y de haber fallado en la gestión del Brexit
Patricia Tubella
Londres, El País
La profunda división que arrastra el laborismo británico desde la elección como cabeza de Jeremy Corbyn, hace casi tres años y medio, tiene visos de convertirse en una fractura en toda regla con el detonante de la causa europea. Siete diputados han confirmado este lunes su abandono del partido, principalmente arguyendo la ambigüedad de su jefe de filas a la hora de intentar forzar un segundo referéndum sobre el Brexit. Los reproches también se han extendido a la supuesta indulgencia del líder ante las voces antisemitas.
“A partir de hoy mismo [por este lunes] nos sentaremos en el Parlamento como integrantes de un nuevo grupo de diputados independientes”, precisó la parlamentaria laborista Luciana Berger, descartando de ese modo los insistentes rumores que apuntan a la creación de un nuevo partido de corte centrista e integrado tanto por desafectos del Labour como por sectores proeuropeos del Partido Conservador en el poder. Suscribieron la misiva de Berger los diputados Chuka Umunna, Chris Leslie, Angela Smith, Mike Gapes, Gavin Shuker y Ann Coffey, todos ellos autocalificados de moderados y enfrentados a Corbyn desde el mismo momento en que se erigió en líder, con el apoyo del 60% de las bases, en 2015.
Se trata por el momento de solo siete nombres, pero no son los únicos que denotan el creciente malestar en el laborismo ante la figura de Corbyn, tolerado hasta ahora y a la fuerza por el sector centrista, consciente de su popularidad entre las bases, pero finalmente descalificado por su pésima gestión del reto del Brexit. La entrada en vigor del artículo 50 (que fija la fecha de salida de la UE en el 29 de marzo) es inminente y Corbyn se muestra incapaz de definir una estrategia común en su partido que rentabilice para la oposición laborista la notoria debilidad de la primera ministra conservadora, Theresa May. Porque, al igual que los tories están enfrentados entre recalcitrantes euroescépticos, los posibilistas y una minoría proeuropea, en el campo laborista sus electores —y sus delegados en el Parlamento— escenifican también la fractura que vive el país.
“Representamos diferentes contextos, pertenecemos a generaciones diferentes y procedemos de puntos diversos del país, pero todos compartimos los mismos valores”, ha subrayado este lunes Berger en su promoción de un laborismo diferente.
La diputada se ha destacado en los últimos tiempos por su denuncia de una impronta antisemita en el laborismo de Corbyn. En su relato destacan, entre otros ejemplos, la defensa de Corbyn de un mural callejero en las calles británicas que denigraba a la comunidad judía o la condescendencia hacia un candidato local que sostiene el negacionismo del Holocausto.
Antisemitismo
Hasta el punto de que, hace ahora un año, Corbyn se vio forzado a admitir que “los laboristas debemos hacerlo mejor en la lucha contra el antisemitismo” para contener las reiteradas protestas de organizaciones judías por su actitud más que permisiva ante las agresiones sufridas por esta comunidad. No lo logró y la cuestión sigue latente en el partido.
Pero principalmente es la cuestión europea la que, como ya vaticinó en su día el ex primer ministro Tony Blair, amenaza con una fractura del Partido Laborista. La nueva prueba de fuego tiene fecha inmediata en el calendario: el próximo 27 de febrero, la Cámara de los Comunes someterá a votación una iniciativa (promovida por la laborista Yvette Cooper y el conservador Nick Boles) para imponer una prórroga del Brexit y además prohibir legalmente que Reino Unido abandone la Unión Europea sin un acuerdo previo. La misma enmienda fue derrotada semanas atrás gracias al voto en contra de dos decenas de diputados laboristas, representantes de circunscripciones del norte en las que sus electores se decantaron por el Brexit en el referéndum de 2016.
Las diferencias sobre Europa agrietan tanto a Labour como a los tories. Si a partir de esa votación del día 27 Theresa May no se compromete a descartar una salida a las bravas de la UE, un grupo de miembros de su propio Gabinete amenazan con darle el portazo. Todos los escenarios, por tanto, permanecen abiertos, a poco más de un mes de la fecha fijada para que Reino Unido deje de ser socio comunitario.
Patricia Tubella
Londres, El País
La profunda división que arrastra el laborismo británico desde la elección como cabeza de Jeremy Corbyn, hace casi tres años y medio, tiene visos de convertirse en una fractura en toda regla con el detonante de la causa europea. Siete diputados han confirmado este lunes su abandono del partido, principalmente arguyendo la ambigüedad de su jefe de filas a la hora de intentar forzar un segundo referéndum sobre el Brexit. Los reproches también se han extendido a la supuesta indulgencia del líder ante las voces antisemitas.
“A partir de hoy mismo [por este lunes] nos sentaremos en el Parlamento como integrantes de un nuevo grupo de diputados independientes”, precisó la parlamentaria laborista Luciana Berger, descartando de ese modo los insistentes rumores que apuntan a la creación de un nuevo partido de corte centrista e integrado tanto por desafectos del Labour como por sectores proeuropeos del Partido Conservador en el poder. Suscribieron la misiva de Berger los diputados Chuka Umunna, Chris Leslie, Angela Smith, Mike Gapes, Gavin Shuker y Ann Coffey, todos ellos autocalificados de moderados y enfrentados a Corbyn desde el mismo momento en que se erigió en líder, con el apoyo del 60% de las bases, en 2015.
Se trata por el momento de solo siete nombres, pero no son los únicos que denotan el creciente malestar en el laborismo ante la figura de Corbyn, tolerado hasta ahora y a la fuerza por el sector centrista, consciente de su popularidad entre las bases, pero finalmente descalificado por su pésima gestión del reto del Brexit. La entrada en vigor del artículo 50 (que fija la fecha de salida de la UE en el 29 de marzo) es inminente y Corbyn se muestra incapaz de definir una estrategia común en su partido que rentabilice para la oposición laborista la notoria debilidad de la primera ministra conservadora, Theresa May. Porque, al igual que los tories están enfrentados entre recalcitrantes euroescépticos, los posibilistas y una minoría proeuropea, en el campo laborista sus electores —y sus delegados en el Parlamento— escenifican también la fractura que vive el país.
“Representamos diferentes contextos, pertenecemos a generaciones diferentes y procedemos de puntos diversos del país, pero todos compartimos los mismos valores”, ha subrayado este lunes Berger en su promoción de un laborismo diferente.
La diputada se ha destacado en los últimos tiempos por su denuncia de una impronta antisemita en el laborismo de Corbyn. En su relato destacan, entre otros ejemplos, la defensa de Corbyn de un mural callejero en las calles británicas que denigraba a la comunidad judía o la condescendencia hacia un candidato local que sostiene el negacionismo del Holocausto.
Antisemitismo
Hasta el punto de que, hace ahora un año, Corbyn se vio forzado a admitir que “los laboristas debemos hacerlo mejor en la lucha contra el antisemitismo” para contener las reiteradas protestas de organizaciones judías por su actitud más que permisiva ante las agresiones sufridas por esta comunidad. No lo logró y la cuestión sigue latente en el partido.
Pero principalmente es la cuestión europea la que, como ya vaticinó en su día el ex primer ministro Tony Blair, amenaza con una fractura del Partido Laborista. La nueva prueba de fuego tiene fecha inmediata en el calendario: el próximo 27 de febrero, la Cámara de los Comunes someterá a votación una iniciativa (promovida por la laborista Yvette Cooper y el conservador Nick Boles) para imponer una prórroga del Brexit y además prohibir legalmente que Reino Unido abandone la Unión Europea sin un acuerdo previo. La misma enmienda fue derrotada semanas atrás gracias al voto en contra de dos decenas de diputados laboristas, representantes de circunscripciones del norte en las que sus electores se decantaron por el Brexit en el referéndum de 2016.
Las diferencias sobre Europa agrietan tanto a Labour como a los tories. Si a partir de esa votación del día 27 Theresa May no se compromete a descartar una salida a las bravas de la UE, un grupo de miembros de su propio Gabinete amenazan con darle el portazo. Todos los escenarios, por tanto, permanecen abiertos, a poco más de un mes de la fecha fijada para que Reino Unido deje de ser socio comunitario.