Por qué los restos que aparecieron en Francia fueron claves para hallar el avión que trasladaba a Emiliano Sala

Los almohadones encontrados en las costas de Francia durante los días previos dieron precisiones sobre el lugar donde se encontraba hundida la aeronave

Rodrigo Tamagni
rtamagni@infobae.com
La llama de la esperanza de los investigadores lentamente estaba mitigando. La falta de noticias del Piper PA-46 Malibu complicaba el rastreo. El paseo casual de una vecina francesa por las playas de la ciudad de Surtainville esclareció repentinamente el panorama y dio precisiones sobre el paradero de la aeronave.


Aquel primer paso sucedió el sábado 26 de enero por la tarde, a cinco días del último contacto con la aeronave monomotor a unos 50 kilómetros de estas playas y a 48 horas de la suspensión oficial de la búsqueda "activa". Un almohadón de un asiento fue la primera pista; horas más tarde, apareció un segundo almohadón y también un apoyabrazos, según le confirmaron desde la Junta de Investigación de Accidentes de Aviación Civil a Infobae. Los especialistas cotejaron lo rastreado con imágenes de archivo del avión y con datos entregados por el fabricante para llegar a la conclusión que en un "99%" esos objetos pertenecían al avión desaparecido.

Hasta ese momento, encontrar el avión era como rastrear una aguja en un pajar; el campo a cubrir era inmenso teniendo en cuenta que la aeronave mide poco menos de 9 metros de longitud.

Todo el hallazgo se dio en un radio de unos cuatro kilómetros de playa entre el camping Les Mielles y el de Bel Sito de esta comuna francesa. Con esto, los analistas pusieron manos a la obra: calcularon las distancias entre el último contacto de radar –en las cercanías del faro Les Casquets– y el sitio de los hallazgos, en conjunto con el estudio de las corrientes marinas de los últimos seis días y la velocidad de las mismas.

Los datos que arrojó este entrecruzamiento permitieron restringir el campo de rastrillaje y determinaron una zona limitada. Ocho días más tarde, el buque privado "Morver" –que contrató la familia del futbolista– zarpó rumbo al lugar y tardó sólo dos horas en localizar los restos metálicos durante la mañana del último domingo a través de su sonar.

El tiempo que transcurrió entre la confirmación pública del descubrimiento y el primer rastreo sirvió para darle paso al barco Geo Ocean III y su ROV (el buque submarino robótico) que tomó una serie de imágenes. La Air Accidents Investigation Branch (AAIB) sólo compartió una foto de aquel video obtenido a 67 metros de profundidad: el sector en el que se puede visualizar pintado el N264DB de la matrícula en la cola del avión para confirmar ante la opinión pública lo encontrado.

Luego de eso, la AAIB anunció que recién daría un siguiente parte oficial cuando se cumpla un mes de la desaparición del avión. Sin embargo, las tareas del Geo Ocean III en el lugar continúan: siguen buscando fragmentos que puedan haberse dispersado con el impacto y, principalmente, tratan de extraer la aeronave y el cuerpo visto.

En las últimas horas, el líder de la búsqueda privada David Mearns reconoció que no pudieron identificar el cuerpo visualizado por las cámaras. Fuentes de la investigación le aclararon a este medio que la dificultad para reconocer al "ocupante" podría estar emparentada a la posición en que está la aeronave ubicada sobre el lecho marino y las imágenes que logró obtener el ROV. Al mismo tiempo, no descartan que el otro pasajero esté en la aeronave y no hayan alcanzado a visualizarlo con las cámaras. También aclaran que otros restos de la aeronave pueden llegar a ser encontrados en diferentes sitios tal cual ocurrió con los cojines, que salieron a flote tras desprenderse del vehículo.

La identificación de los cuerpos quedará a cargo de los peritos policiales, ya que la AAIB –que lidera una investigación que cuenta con aportes argentinos y franceses– sólo está abocada a dilucidar los motivos del accidente.

Mientras batallan contra las malas condiciones meteorológicas, las tareas continúan en la zona del hallazgo, que está a unos 25 kilómetros de su última aparición por radar y a más de 75 kilómetros de donde aparecieron los restos de los asientos y el apoyabrazos arrastrados por las corrientes marinas; los protagonistas fundamentales para resolver una gran parte del caso.

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