El Madrid entrega la Liga

En una segunda parte desastrosa rehabilitó a un Girona que llevaba tres meses sin ganar en la competición. Ramos vio la roja. Courtois pudo empatar con un cabezazo.


Luis Nieto
As
Aquella hora de desmayo en Ámsterdam se la trajo el Madrid al Bernabéu, donde en un mal rato el Girona le levantó por las solapas y le sacó de la Liga, esta vez parece que con carácter definitivo. Confiado hasta el pecado al principio y descosido al final, se vio desbordado por un adversario que llevaba casi tres meses sin ganar un partido de Liga pero que adivinó que el Madrid le había medido realmente mal.


Le sucede a la mayoría de los grandes y especialmente al Madrid. Sin explicaciones o por una tonelada de ellas, de pronto un equipo que adquiere un aire invencible en la alta montaña se queda en el llano, como en la matinal ante el Girona, donde sufrió un peligroso desvanecimiento.

La intriga andaba en la banda izquierda, convertida por Solari en centro de rehabilitación. Esta vez quedaron fuera Vinicius, que lleva mes y medio de San Valentín con el público, y Reguilón y entraron Marcelo y Asensio, ángeles caídos. Una banda con doble tracción en la que Marcelo sufrió cuando Portu se plantó frente a él aunque recuperara cierta agitación en ataque. El Bernabéu le ha perdonado habitualmente sus infidelidades defensivas por esos arranques de repetición en ataque que desaparecieron y volvieron esporádicamente ante el Girona. Incluso le anularon un gol. Con todo, dejó claro que galopa de ida y trota de vuelta. Asensio hizo poco por recuperar terreno. Al otro lado, Odriozola, un gran productor de asistencias, dejó gran intranquilidad a su espalda, especialmente ante Lozano.

El partido, en cualquier caso, tuvo corriente alterna. El Madrid flaqueó terriblemente en intensidad y Eusebio abrigó al equipo más de lo habitual, consecuencia lógica de los trece partidos sin ganar que llevaba en los lomos y en el ánimo. Volvió a la zaga de cuatro y metió cinco en el centro del campo, con Pedro Porro y Portu para sellar los flancos. El plan ofreció de todo: ratos de agobio y una respuesta excelente en la segunda mitad. Antes del descanso, Courtois le sacó con la nariz un remate a Stuani, que andaba en fuera de juego, y Granell asustó con un zurdazo. Atrás, Bono le salvó dos veces, ante Lucas Vázquez, que dejó un autopase picado espectacular, y Benzema. No pudo hacerlo en el cabezazo de Casemiro, a lo Ramos, que adelantó al Madrid. El brasileño lleva dos semanas en registro rematador.

Se evaporó el Madrid

Como la sentencia se aplazaba metió Solari a Vinicius ante la celebración general y cambió de banda a Asensio, un ubicación más de su agrado. La cosa acabó en voladura incontrolada. Courtois detuvo un cabezazo de Lozano y Aleix García puso en órbita el rechace. Primer aviso. También Eusebio había cambiado de banda a Portu buscando la salida del laberinto y la encontró de inmediato. Un penalti por mano de Ramos condujo al empate de Stuani. Vio amarilla y pudo ser roja. Segundo aviso. El Madrid se vio desbordado hasta el punto de que Portu mandó un zapatazo al larguero antes de aprovechar un mal rechace de Courtois para marcar el segundo gol. La Liga a los corrales.

La entrada de Lozano le había dado la vuelta al Girona y al partido ante un Madrid atónito, fragmentado en el centro del campo, abandonado por sus laterales y desmejorado en los cambios, porque Bale y Mariano no pararon la caída por el tobogán del equipo. Ni siquiera pareció amenazar con la carga final, en la que Ramos vio la segunda amarilla y en la que Courtois pudo empatar en su cabezazo a la desesperada en el último córner. Definitivamente, el Madrid no es corredor de fondo. Así que fía su año a los sprints de la Copa y la Champions, su consuelo habitual.

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