Bale rompe con el vestuario
El gesto de desprecio a Lucas ha sido el último lío. Según la SER, está enfadado con Marcelo y Courtois por hablar de su vida privada. Ya no había acudido a la cena del equipo...
Carlos Forjanes
As
Gareth Bale se distancia, aún más, del vestuario del Real Madrid. El galés está enfadado por su situación deportiva y molesto con sus compañeros. El motivo, como informó anoche la cadena Ser, es que a Bale le sentaron mal los comentarios recientes de Marcelo y Courtois sobre su vida privada. El segundo capitán comentó en una entrevista que el galés "sólo habla inglés, te comunicas con él con gestos..." y el portero belga desveló al contar un chascarrillo en su país que el apodo de Bale dentro del equipo es 'el golfista', en alusión a la desaforada pasión del 11 madridista por el golf (tiene un minicampo de tres hoyos en su casa).
A Bale todo esto le supo a cuerno quemado y lo unió a su peculiar temporada de enfrentamientos con medio mundo. Si el 8 de enero enfadó al madridismo por irse a toda prisa del Bernabéu (estaba lesionado) en el minuto 78 con la Real Sociedad ganando 0-1, el pasado 9 de febrero 'calentó' el Metropolitano con una butifarra tras marcar el 1-3. En el Ciutat de Valencia, ejemplificó con esa fea reacción ante la felicitación de Lucas Vázquez las tensiones que vive con un vestuario con el que no ha tenido feeling desde que fichó, allá por 2013.
La mejor evidencia gráfica fue la cena de equipo de hace dos semanas, encaminada a hacer piña ahora que empieza la zona escarpada de la temporada. Sólo dos ausencias, la de Kroos y la de Bale. El galés se excusó diciendo que a las 23:00 horas se va a la cama, según revelaría también Courtois.
Un islote en el ecosistema madridista
La interacción del británico con el resto del vestuario es apenas funcional. Ni siquiera en los tramos de los entrenamientos abiertos a los medios se le ve ser muy partícipe de las habituales bromas del grupo. En los partidos, su obsesión por no lesionarse le lleva a dejar el primero el vestuario antes del pitido inicial y del comienzo de la segunda parte para realizar ejercicios de estiramiento de sus sóleos. Quizá por eso es significativo uno de sus grandes apoyos en el club fue siempre el recuperador Jaime Benito, con el que hablaba en inglés, y su sombra durante tantos procesos de recuperación de lesiones. Incluso lo fichó para Gales.
El propio Solari lo tenía detectado desde que llegó al cargo. Quizá por la gélida relación entre Bale y su predecesor (“No diría que Zidane y yo no éramos los mejores amigos”, admitiría Bale en FourFourTwo). En sus primeras conferencias de Prensa, a principios de noviembre, Solari fue especialmente crítico con la frialdad de un futbolista llamado a ser la gran estrella en la era postCristiano. “Lo que tiene que hacer Gareth es comerse el escenario cada vez que juega”, fue el consejo público del nuevo jefe. De momento Bale no lo ha logrado y ve, con frustración, como Vinicius sí le ha desplazado en el imaginario colectivo como el jugador, junto a Benzema, que tiran del carro ofensivo en este Real Madrid.
Carlos Forjanes
As
Gareth Bale se distancia, aún más, del vestuario del Real Madrid. El galés está enfadado por su situación deportiva y molesto con sus compañeros. El motivo, como informó anoche la cadena Ser, es que a Bale le sentaron mal los comentarios recientes de Marcelo y Courtois sobre su vida privada. El segundo capitán comentó en una entrevista que el galés "sólo habla inglés, te comunicas con él con gestos..." y el portero belga desveló al contar un chascarrillo en su país que el apodo de Bale dentro del equipo es 'el golfista', en alusión a la desaforada pasión del 11 madridista por el golf (tiene un minicampo de tres hoyos en su casa).
A Bale todo esto le supo a cuerno quemado y lo unió a su peculiar temporada de enfrentamientos con medio mundo. Si el 8 de enero enfadó al madridismo por irse a toda prisa del Bernabéu (estaba lesionado) en el minuto 78 con la Real Sociedad ganando 0-1, el pasado 9 de febrero 'calentó' el Metropolitano con una butifarra tras marcar el 1-3. En el Ciutat de Valencia, ejemplificó con esa fea reacción ante la felicitación de Lucas Vázquez las tensiones que vive con un vestuario con el que no ha tenido feeling desde que fichó, allá por 2013.
La mejor evidencia gráfica fue la cena de equipo de hace dos semanas, encaminada a hacer piña ahora que empieza la zona escarpada de la temporada. Sólo dos ausencias, la de Kroos y la de Bale. El galés se excusó diciendo que a las 23:00 horas se va a la cama, según revelaría también Courtois.
Un islote en el ecosistema madridista
La interacción del británico con el resto del vestuario es apenas funcional. Ni siquiera en los tramos de los entrenamientos abiertos a los medios se le ve ser muy partícipe de las habituales bromas del grupo. En los partidos, su obsesión por no lesionarse le lleva a dejar el primero el vestuario antes del pitido inicial y del comienzo de la segunda parte para realizar ejercicios de estiramiento de sus sóleos. Quizá por eso es significativo uno de sus grandes apoyos en el club fue siempre el recuperador Jaime Benito, con el que hablaba en inglés, y su sombra durante tantos procesos de recuperación de lesiones. Incluso lo fichó para Gales.
El propio Solari lo tenía detectado desde que llegó al cargo. Quizá por la gélida relación entre Bale y su predecesor (“No diría que Zidane y yo no éramos los mejores amigos”, admitiría Bale en FourFourTwo). En sus primeras conferencias de Prensa, a principios de noviembre, Solari fue especialmente crítico con la frialdad de un futbolista llamado a ser la gran estrella en la era postCristiano. “Lo que tiene que hacer Gareth es comerse el escenario cada vez que juega”, fue el consejo público del nuevo jefe. De momento Bale no lo ha logrado y ve, con frustración, como Vinicius sí le ha desplazado en el imaginario colectivo como el jugador, junto a Benzema, que tiran del carro ofensivo en este Real Madrid.