Volvió Modric, volvió el Madrid
El croata, en su mejor partido en meses, lideró al equipo de Solari e hizo el segundo gol. Un zapatazo de Casemiro desde 25 metros mató a un Sevilla apagadísimo.
Luis Nieto
As
Fue una tarde de grandes enmiendas en el Madrid y de enorme chasco en el Sevilla. Volvieron el Modric del Mundial y de tantos años de gloria en el Bernabéu, el Casemiro del pasado, el Carvajal devorakilómetros, el Madrid de la fuerza de voluntad. Y ayudaron Ceballos y Vinicius. Por ellos ganó el equipo de Solari. Y por conformismo, falta de intensidad y nulo atrevimiento cayó el Sevilla en el Bernabéu por duodécima vez consecutiva.
Con siete bajas, aunque sólo dos de ellas nucleares (Kroos y Bale), y con la autocensura habitual sobre Isco y Marcelo, el Madrid salió a limpiar su buen nombre, tantas veces en entredicho en este curso, con victoria (ante el Betis) o sin ella (ante el Leganés), con gol (casi nunca) o sin él. Un arranque desconocido en un equipo en estado de excepción. Fue el Madrid un grupo rítmico, hambriento en la presión y en la circulación, bienintencionado en cada acción ofensiva y con Modric en su nivel. Al fin, alguien al volante. Otra cosa fue la definición. O la falta de ella, que tantas tardes ha acabado siendo una fuente de desánimo con el paso de los minutos. Esa factura lleva tiempo pagándola al contado.
A los 6’, Vinicius, titular casi de pleno derecho, se las ingenió para plantarse solo ante Vaclik en uno de sus desmarques explosivos, pero el checo le adivinó el remate cruzado. Vinicius amenaza con ser un gran regateador, especie poco apreciada cuando no sospechosa, en el fútbol actual. Algunos técnicos los prefieren en el circo antes que en sus plantillas, pero, aun inconstantes, deciden partidos. El problema de Vinicius es que la crisis ha reducido a casi nada su periodo de formación. Y formarse es lo que todavía necesita.
Al Madrid le duraron un cuarto de hora aquellos buenos propósitos. Al Madrid, de unos años a esta parte, casi todo le dura un cuarto de hora. Por eso gana Champions y pierde Ligas. Esa falta de perseverancia pareció acabar pronto con la presión avanzada, el tráfico fluido y su dominio del partido. El Sevilla esperó a que cambiara el viento y sucedió cuando asomaron la cabeza Banega y Franco Vázquez, dos de esos futbolistas que ni siquiera necesitan la velocidad para engrandecerse. Y a la contra el Sevilla perdió dos buenas opciones, especialmente una de Escudero, que dejó en el lateral de la red un disparo franco.
Volver a empezar
No fue un golpe de timón, sino un pequeño paréntesis, un paso atrás para tomar impulso, porque el Madrid encontró respuesta por la banda de Carvajal, de los pocos que andan en su versión más potable. A partir de él y de un Modric enérgico y dominante recuperó el Madrid ese arrebato que tantas veces en la historia ha enmascarado sus debilidades.
El descanso invitó al Madrid a un volver a empezar, siempre enganchado a Modric, que había sufrido una brecha en una ceja tras choque con Vázquez y también una mejoría notable en su dinámica de juego. La sequía es tal que el Bernabéu celebra antes los arreones que las ocasiones. Aplaudió a rabiar una recuperación de Ramos, que sonó a toque de carga. El empeño es lo único no negociable. Ayudó también que Ceballos adquirió una mayor influencia en el juego. Aquel propósito de enmienda fue derivando en el Madrid con mejor cara en meses, encontrando las bandas, acaparando la pelota y, esta vez sí, arrimándose de verdad a Vaclik.
Carvajal, Reguilón y Vinicius hicieron sufrir al Sevilla. Benzema, sin espacios, no estuvo en el ajo. Un disparo de Modric se fue al palo, dos cabezazos de Casemiro al limbo, una vaselina de Vinicius a medio metro del palo, un derechazo de Ceballos al larguero... Machín cambió a sus puntas para que le dieran oxígeno a un equipo encogidísimo. Y Solari puso a Isco por un Lucas oscurísimo. Y en medio de los ajustes llegó lo imprevisto. Un derechazo tremendo desde 25 metros de Casemiro a la escuadra izquierda de Vaclik. Lo tocó a mano cambiada el checo, pero aquel misil era indefendible. Un zapatazo de justicia para el partido y para el brasileño, que salía de la boca del túnel. Luego Modric se colgó la medalla del segundo gol y el público intuyó que el Madrid quiere volver.
Luis Nieto
As
Fue una tarde de grandes enmiendas en el Madrid y de enorme chasco en el Sevilla. Volvieron el Modric del Mundial y de tantos años de gloria en el Bernabéu, el Casemiro del pasado, el Carvajal devorakilómetros, el Madrid de la fuerza de voluntad. Y ayudaron Ceballos y Vinicius. Por ellos ganó el equipo de Solari. Y por conformismo, falta de intensidad y nulo atrevimiento cayó el Sevilla en el Bernabéu por duodécima vez consecutiva.
Con siete bajas, aunque sólo dos de ellas nucleares (Kroos y Bale), y con la autocensura habitual sobre Isco y Marcelo, el Madrid salió a limpiar su buen nombre, tantas veces en entredicho en este curso, con victoria (ante el Betis) o sin ella (ante el Leganés), con gol (casi nunca) o sin él. Un arranque desconocido en un equipo en estado de excepción. Fue el Madrid un grupo rítmico, hambriento en la presión y en la circulación, bienintencionado en cada acción ofensiva y con Modric en su nivel. Al fin, alguien al volante. Otra cosa fue la definición. O la falta de ella, que tantas tardes ha acabado siendo una fuente de desánimo con el paso de los minutos. Esa factura lleva tiempo pagándola al contado.
A los 6’, Vinicius, titular casi de pleno derecho, se las ingenió para plantarse solo ante Vaclik en uno de sus desmarques explosivos, pero el checo le adivinó el remate cruzado. Vinicius amenaza con ser un gran regateador, especie poco apreciada cuando no sospechosa, en el fútbol actual. Algunos técnicos los prefieren en el circo antes que en sus plantillas, pero, aun inconstantes, deciden partidos. El problema de Vinicius es que la crisis ha reducido a casi nada su periodo de formación. Y formarse es lo que todavía necesita.
Al Madrid le duraron un cuarto de hora aquellos buenos propósitos. Al Madrid, de unos años a esta parte, casi todo le dura un cuarto de hora. Por eso gana Champions y pierde Ligas. Esa falta de perseverancia pareció acabar pronto con la presión avanzada, el tráfico fluido y su dominio del partido. El Sevilla esperó a que cambiara el viento y sucedió cuando asomaron la cabeza Banega y Franco Vázquez, dos de esos futbolistas que ni siquiera necesitan la velocidad para engrandecerse. Y a la contra el Sevilla perdió dos buenas opciones, especialmente una de Escudero, que dejó en el lateral de la red un disparo franco.
Volver a empezar
No fue un golpe de timón, sino un pequeño paréntesis, un paso atrás para tomar impulso, porque el Madrid encontró respuesta por la banda de Carvajal, de los pocos que andan en su versión más potable. A partir de él y de un Modric enérgico y dominante recuperó el Madrid ese arrebato que tantas veces en la historia ha enmascarado sus debilidades.
El descanso invitó al Madrid a un volver a empezar, siempre enganchado a Modric, que había sufrido una brecha en una ceja tras choque con Vázquez y también una mejoría notable en su dinámica de juego. La sequía es tal que el Bernabéu celebra antes los arreones que las ocasiones. Aplaudió a rabiar una recuperación de Ramos, que sonó a toque de carga. El empeño es lo único no negociable. Ayudó también que Ceballos adquirió una mayor influencia en el juego. Aquel propósito de enmienda fue derivando en el Madrid con mejor cara en meses, encontrando las bandas, acaparando la pelota y, esta vez sí, arrimándose de verdad a Vaclik.
Carvajal, Reguilón y Vinicius hicieron sufrir al Sevilla. Benzema, sin espacios, no estuvo en el ajo. Un disparo de Modric se fue al palo, dos cabezazos de Casemiro al limbo, una vaselina de Vinicius a medio metro del palo, un derechazo de Ceballos al larguero... Machín cambió a sus puntas para que le dieran oxígeno a un equipo encogidísimo. Y Solari puso a Isco por un Lucas oscurísimo. Y en medio de los ajustes llegó lo imprevisto. Un derechazo tremendo desde 25 metros de Casemiro a la escuadra izquierda de Vaclik. Lo tocó a mano cambiada el checo, pero aquel misil era indefendible. Un zapatazo de justicia para el partido y para el brasileño, que salía de la boca del túnel. Luego Modric se colgó la medalla del segundo gol y el público intuyó que el Madrid quiere volver.