Veredicto en el Metropolitano

El Atlético empató ante un Girona de suplentes en la ida de los octavos. Adelantó Griezmann, empató Lozano. Apretaron los de Eusebio. Fallaron mucho los del Cholo.

Patricia Cazón
As
Salió el Atleti sin reservas, a beberse esta Copa de un trago. Todos titulares menos Adán y Montero. Simeone vivía su último partido de castigo, en una cabina, que le resguardaba de la tarde ventosa y fría. Eusebio, mientras, pensando en Liga, alineaba a reservas y chicos del B. Dio igual. Montilivi sigue siendo un laberinto en el que el Atleti no encuentra salida. Pasa en Liga. También ayer. Y eso que pronto Griezmann se colgó la linterna en la bota.


Su víctima fue el larguero de Iraizoz, después de que Aleix García lanzara una falta con intención y le encontrara un agujero a Montero para que Lozano estrenara los guantes de Adán. Pero aquí Montilivi era el jardín de Grizi. Ondeó su capa tras un pase verticalísimo de Arias y un desmarque genial de Kalinic: recibió el francés y se sacó de la bota izquierda un golpeo con el interior, seco y fortísimo, que crujió el travesaño. El bote, a la línea, golpeó el tobillo de Iraizoz y se coló dentro. Simeone veía la luz dentro del laberinto.

Griezmann iluminaba cada rincón. En defensa, en el centro, en ataque, en cada mirada. Dominaba el Atleti. Presionaba la salida de balón, robaba, crecía desde Rodrigo, Koke y Saúl. Hasta Lemar asomaba. Pero Montilivi es el jardín de Eusebio. Y a la media hora, el Girona, este Girona de suplentes, sulfató al Atleti hasta borrarlo, para sonrojo rojiblanco.

Movía Aleix García, tomaba Valery la banda izquierda y Ramalho le hacía una decena de trajes a Montero. El Atleti era todo un paso atrás. Crecía el Girona. Avisó primero con un centro que Doumbia no peinó y Lozano estuvo a un pelo de empujar. La siguiente fue el gol. Apertura de Aleix para que Lozano, en el vértice izquierdo del área, se sacara un disparo a la escuadra contraria ante el que Adán voló con la mano blanda. 1-1. Ayudó el viento, que envenenaba cada balón desde ese costado.

Cinco minutos más tarde se volvía a plantar Lozano, tan fácil, ante Adán para enviar otro balón al larguero y llenarle de sombras Montilivi al Cholo. Lo mejor que pudo pasarle al Atleti fue el descanso. Arias no podía con Lozano, Montero menos con Ramalho, Rodrigo desapareció a la media hora y Saúl se ha perdido en algún viaje al lateral izquierdo. Urge recuperarlo. A Lucas y/o Filipe también.

Reaccionó Simeone en la caseta aunque siguiera en la cabina. Volvió el Atleti con Correa y no Montero en el equipo y el viento a favor. Intenso en la presión y con dominio, Kalinic no supo llevarlo al marcador. La primera la tuvo a los tres minutos. Cabezazo picado dedicado a todos aquellos que le han votado en ese premio inverso al Balón de Oro en Italia, el Bidone. A las manos de Iraizoz. Al poco, otra, la enviaría alto. Participación mucha, puntería cero.

Y llegaría el intercambio de golpes. Primero el Atleti. Correa estaba en el campo y eso se nota: se atreve, desequilibra, es lo diferente. Un despiste de Muniesa le dejó un balón con lazo que golpeó con la zurda y se fue a un dedo del palo. Al minuto, el balón con lazo le llegaría en el área pequeña a Doumbia, pero ahí detuvo Adán. Se iría Griezmann, entraría Thomas, se estabilizó el partido un rato antes del arreón final.

Porque si Eusebio introdujo a Portu, Simeone cambió a Kalinic por Vitolo y el equipo siempre mejora con él. El viento empujaba, el Atleti se lanzaba a por el partido, pero una vez el árbitro no vio penalti de Muniesa a Lemar (ni corrigió el VAR) y todas las demás se toparon con algo. Vitolo con Iraizoz y Thomas, después de que el portero le enviara un rechace a los pies, con las nubes: lanzó de lejos y de primeras alto, a portería vacía.

Hizo malabares Muniesa para cortar un centro de Correa al corazón del área cuando la noche ya era cerrada en Girona y el árbitro pitaba el final. Decidirá el Metropolitano quién de los dos jugará los cuartos de esta Copa. Para alivio del Cholo.

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