Todopoderoso Benzema
Otro recital del francés, adornado con un doblete, para meter en semis al Madrid. También marcó un gran Llorente. El Girona cumplió lo prometido: peleó.
Luis Nieto
As
Lo de Benzema ha dejado de ser racha para convertirse en tendencia. De pronto, el Madrid ha encontrado un jugador todopoderoso al que amarrarse para lo que llega. Sus virtudes siempre estuvieron ahí; su actitud, unas veces sí y otras no. Ahora es jugador de todos los días, de todos los partidos y de todas las competiciones, incluida la Copa, que vuelve perezosas a las grandes figuras. Sus dos goles antes del descanso y su provechosa alianza con Vinicius le quitaron la esperanza a un dignísimo Girona.
El partido tuvo el comienzo que se anunciaba en el programa: más titulares en el Madrid, más fiereza en el Girona, que era quien llegaba en números rojos. A los dos minutos Granell mandó un saque de falta al larguero. No fue ni centro ni chut y en esa confusión se le marchó el santo el cielo a Keylor, que volvía. Un regreso a los primeros días de Solari, en que los palos eran ajenos y la suerte propia. Pero suena ahora otra sintonía en el Madrid, que de inmediato tuvo el aire dominante de los últimos tiempos. Y también es sinfónica la versión de Benzema, nuevo jerarca del proyecto. Otra mentalidad y otro futbolista, muy lejos de esa trayectoria ondulada que ha llevado en el Madrid desde su llegada.
En torno a su fulgor se agrupó un Madrid sin Bale y con Vinicius, quién sabe si porque el galés está corto de preparación o porque el recluta le ha levantado el puesto. Pruebas suficientes ha dejado Solari de que no se arruga a la hora de meter el talento bajo llave (Isco, Marcelo en todo menos en la Copa...). Y retomó Llorente el asunto donde lo dejó antes de su lesión, ofreciendo solvencia como centro de gravedad del equipo.
De la Copa a la Liga
Desde ahí mandó el Madrid, muy volcado en la izquierda, con Marcelo y Vinicius dividiendo al enemigo, y con Benzema amenazante. Dejó ir dos y a la tercera, tras una pared y un cambio de pie, dejó la eliminatoria prácticamente sentenciada. Así lo creyó el Madrid. El Girona, dirigido por Álex Granell, lo rebatió durante un rato y encadenó cuatro buenas oportunidades, unas bien resueltas por Keylor y otras no tanto, antes de que Benzema, de nuevo, le abatiera con un disparo de mira telescópica: sin demasiada fuerza pero colocadísimo.
En el descanso acabó la Copa y empezó la Liga. Eusebio fue retirando a jugadores cruciales para Eibar, donde está su guerra, y Solari quitó a Benzema, al que el público obligó a desmonterarse. Le relevó Asensio y también asumió sus funciones. Quizá ahí esté su futuro en los próximos meses. Su regreso tuvo buena pinta.
Los cambios adelantaron la posición de Pedro Porro, actor revelación de la temporada, que marcó un gol poco después de que Lucas Vázquez fallara otro a puerta vacía, pero Llorente, de un derechazo, evitó que el Girona se levantara de la lona. Casemiro debe empezar a dormir con un ojo abierto. Desde el banquillo lo vio todo Isco, con cadena perpetua.
Luis Nieto
As
Lo de Benzema ha dejado de ser racha para convertirse en tendencia. De pronto, el Madrid ha encontrado un jugador todopoderoso al que amarrarse para lo que llega. Sus virtudes siempre estuvieron ahí; su actitud, unas veces sí y otras no. Ahora es jugador de todos los días, de todos los partidos y de todas las competiciones, incluida la Copa, que vuelve perezosas a las grandes figuras. Sus dos goles antes del descanso y su provechosa alianza con Vinicius le quitaron la esperanza a un dignísimo Girona.
El partido tuvo el comienzo que se anunciaba en el programa: más titulares en el Madrid, más fiereza en el Girona, que era quien llegaba en números rojos. A los dos minutos Granell mandó un saque de falta al larguero. No fue ni centro ni chut y en esa confusión se le marchó el santo el cielo a Keylor, que volvía. Un regreso a los primeros días de Solari, en que los palos eran ajenos y la suerte propia. Pero suena ahora otra sintonía en el Madrid, que de inmediato tuvo el aire dominante de los últimos tiempos. Y también es sinfónica la versión de Benzema, nuevo jerarca del proyecto. Otra mentalidad y otro futbolista, muy lejos de esa trayectoria ondulada que ha llevado en el Madrid desde su llegada.
En torno a su fulgor se agrupó un Madrid sin Bale y con Vinicius, quién sabe si porque el galés está corto de preparación o porque el recluta le ha levantado el puesto. Pruebas suficientes ha dejado Solari de que no se arruga a la hora de meter el talento bajo llave (Isco, Marcelo en todo menos en la Copa...). Y retomó Llorente el asunto donde lo dejó antes de su lesión, ofreciendo solvencia como centro de gravedad del equipo.
De la Copa a la Liga
Desde ahí mandó el Madrid, muy volcado en la izquierda, con Marcelo y Vinicius dividiendo al enemigo, y con Benzema amenazante. Dejó ir dos y a la tercera, tras una pared y un cambio de pie, dejó la eliminatoria prácticamente sentenciada. Así lo creyó el Madrid. El Girona, dirigido por Álex Granell, lo rebatió durante un rato y encadenó cuatro buenas oportunidades, unas bien resueltas por Keylor y otras no tanto, antes de que Benzema, de nuevo, le abatiera con un disparo de mira telescópica: sin demasiada fuerza pero colocadísimo.
En el descanso acabó la Copa y empezó la Liga. Eusebio fue retirando a jugadores cruciales para Eibar, donde está su guerra, y Solari quitó a Benzema, al que el público obligó a desmonterarse. Le relevó Asensio y también asumió sus funciones. Quizá ahí esté su futuro en los próximos meses. Su regreso tuvo buena pinta.
Los cambios adelantaron la posición de Pedro Porro, actor revelación de la temporada, que marcó un gol poco después de que Lucas Vázquez fallara otro a puerta vacía, pero Llorente, de un derechazo, evitó que el Girona se levantara de la lona. Casemiro debe empezar a dormir con un ojo abierto. Desde el banquillo lo vio todo Isco, con cadena perpetua.