La sierra eléctrica del Liverpool

El cuadro inglés exhibe un juego noble con un ritmo rockero que refleja la personalidad optimista y expresiva de su entrenador

Jorge Valdano
El País
El fútbol como peligro. “Las imágenes que conmocionan al mundo”, tituló hace un tiempo la web de un periódico deportivo para presentar un vídeo donde un equipo escuchaba la arenga guerrera de su capitán antes de un partido. Ocurrió en Rosario, Argentina. Maxi, el capitán de tan fascinante historia, tenía 13 años y se desgañitaba mientras sus compañeros lo escuchaban abrazados, como si los esperara el patíbulo. Maxi hablaba del escudo, mientras lo sacudía como bandera que los inspiraría durante la batalla en el ya delirante duelo entre Newell’s y Central. Ni una sola palabra sobre el placer y el orgullo bien entendido puestos al servicio del juego. ¡13 años! Las imágenes, difundidas como ejemplo de competitividad, eran la prueba del despropósito formativo que compromete desde entrenadores hasta padres. El fútbol, así entendido, es una droga cutre que deberíamos prohibir a menores de edad.


El fútbol como esperanza. Se celebró La Liga Promises en Arona (Tenerife), prestigioso Torneo de fútbol 7 para menores de 12 años. Me reconcilié con la pureza de un fútbol lleno de ilusión donde se ríe y se llora mientras los ganadores abrazan a los perdedores. Solo dejan de ser inocentes cuando copian a los mayores (simulan faltas con una exageración sospechosa; gritan gol dibujando un corazón con la mano). Pero salí reconfortado porque vi algo auténtico en el patrón creativo de estos chicos que aún no fueron formateados por entrenamientos igualadores. Me dieron ganas de gritar: “¡No los toquen, déjenlos ser!”. Aunque no es necesario. Cuando alguno de estos chicos atraviese victorioso las dificultades y llegue a Primera División, cruzaremos las imágenes de su debut con la de estos días para comprobar que, hagamos lo que hagamos, son como son.

Avistando la vieja gloria. La Premier brilla en Navidad por el apego a la tradición, su fútbol intenso y el sentido de la oportunidad de los buenos negociantes. En esta ocasión la imitó Italia, pero el racismo manchó la fiesta y el experimento. De modo que la Premier se exhibió sin competencia que le hiciera sombra y, como hay que ser obedientes con la actualidad, es necesario hablar del Liverpool, el equipo del momento. Tiene una ambición ganadora, pero no rapaz, y un juego noble con un ritmo rockero que refleja la personalidad optimista y expresiva de su entrenador. Presionan en el medio del campo con la eficacia de una sierra eléctrica, partiendo en dos a los rivales. Sobre todo en Anfield, donde la afición alimenta la energía de la sierra durante los noventa minutos con una insistencia loca de entusiasmo y propia de quien, conociendo la gloria, tiene hambre atrasada de títulos.

¡Pragmáticos y divertidos! Alisson es un portero fiable comprado a precio de delantero. Tiene su lógica: el Liverpool sabe bien que los aciertos y errores de un portero son de valor gol. Virgil Van Dijk, con su imponente presencia y la serenidad de los cracks, asentó a la defensa. Aunque ya incorporó cierta pausa a su juego, el equipo es imparable cuando, tras la recuperación, busca rápidamente a dos proyectiles que simulan ser extremos, pero que huyen constantemente de la banda para buscar la portería. Salah es el mejor, con su paso corto y ligero de pájaro playero, la pelota pegada al pie y decidiendo entre el regate, el pase o el tiro, con menos dudas que una bala. Mané tiene menos matices, pero una decisión parecida para buscar la portería sin irse por las ramas. Entre ellos se mueve Firmino, que conjuga un talento de estratega con otro de depredador. Dentro de un fútbol tan volátil y después de perder con el City, queda preguntarse: ¿hasta dónde llegará el momento del equipo del momento?

Entradas populares