El hijo de El Mayo Zambada describe cómo el cartel usó a policías y militares para librar la guerra del narco
Vicente Zambada, 'el Vicentillo', revela que El Chapo le facilitó un contacto en la agencia antidroga de EE UU para que le ayudara a retirarse del negocio
Sandro Pozzi
Nueva York, El País
La meta de una organización criminal dedicada al tráfico de droga es enriquecerse y utilizar esa masa de dinero para ganar poder. La influencia que logró el cartel de Sinaloa a través del pago de sobornos a altos funcionarios públicos llegó hasta el extremo de lograr que comandantes de la Policía Federal Preventiva (PFP) y altos mandos militares se movilizaran para neutralizar a las organizaciones rivales.
El relato de Vicente Zambada Niebla en el juicio contra Joaquín El Chapo Guzmán sirvió para aportar nueva luz sobre hasta dónde llevaron la corrupción para garantizar la protección de su negocio. El primogénito de Ismael El Mayo Zambada explicó que en 1997 se llegó a reunir en Los Pinos, la residencia oficial mexicana, con el general Roberto Miranda Sánchez, máximo responsable del equipo de seguridad del entonces presidente Ernesto Zedillo.
Lo hizo en nombre de su padre, porque explicó quería transmitirle que estaba descontento con las redadas a los negocios de la familia. En su testimonio también citó a otro general con el que tuvo contactos, que identificó como Humberto Eduardo Antimo, así como al que fuera el jefe de los escoltas del expresidente Vicente Fox, el coronel Adams, que facilitó información sobre operativos contra el cartel.
Vicentillo explicó que la estructura del cartel llegó a tal escala que estaba en condiciones de manejar los resortes y los activos públicos para proteger sus intereses. La PFP y los militares, de acuerdo con su recuento, se enfrascaron así enfrentamientos armados con los hermanos Beltrán Leyva, los Carrillo Fuentes y los Zetas en la guerra abierta que se inició en abril de 2008 contra el cartel de Sinaloa en Culiacán.
El testigo detalló que el cartel se movilizó para localizar las casas de seguridad e identificar a los sicarios de las bandas rivales que tenían desplegados en su zona para eliminarlos. Esa información la pasó después a los policías y los militares para que procedieran a los arrestos. Vicentillo señaló que los enfrentamientos provocaron un reguero de sangre por la muerte de “docenas” de efectivos del gobierno.
Zambada asegura que las autoridades estaban “de parte de nosotros”. La guerra empezó tras el arresto de Alfredo Beltrán Leyva porque su hermano Arturo acusó a El Mayo y al Chapo de haberlo entregado. En la jornada previa, el testigo protegido también reveló que los dos capos discutían y aprobaban los asesinatos. Añadió que a El Mayo le gustaba verse con los altos cargos que tenía a sueldo.
Vicentillo precisó que Antimo recibía 50.000 dólares mensuales para pagar su lealtad al cartel cuando las organizaciones rivales empezaban a hacer piña. La facción de El Mayo destinaba aproximadamente un millón mensual a sobornar a las fuerzas de seguridad. Un alto cargo de la policía, indicó, podría recibir un mínimo de 30.000 dólares. También dijo que daba pagas extra cuando la droga llegaba a destino.
Después, en el turno del interrogatorio de la defensa, reveló que cuando se planteó dejar el negocio del narcotráfico, El Chapo le facilitó un contacto en la agencia antidroga de EE UU para que le ayudara a llegar a un acuerdo. Su objetivo, dijo, era facilitar información a la DEA sobre carteles rivales con los que estaban en guerra, como el de los Beltrán Leyva. Contó que se reunió con dos agentes unas horas antes de su arresto en Ciudad de México.
La defensa de El Chapo utilizó el testimonio para tratar de demostrar que el verdadero jefe del cartel era y sigue siendo El Mayo. “Nunca dije lo contrario”, respondió ante la insistencia del abogado Eduardo Balarezo, al tiempo que repitió que eran “socios”. También aseguró que facilitó amplia información a las autoridades estadounidenses sobre dónde podría estar localizado su padre. “Si no lo detuvieron”, opinó, “no es culpa mía”.
“Todos estos sobornos que hizo su padre a altos funcionarios, en parte, para impedir que sea arrestado, ¿verdad?”, replicó Balarezo mientras apoyaba su brazo izquierdo sobre el hombro de Guzmán, “porque llevan años detrás de él”. Zambada insistió en que no tenía nada que ocultar y dijo que declara contra Guzmán porque es su "obligación". Con su cooperación, espera que la fiscalía proponga ahora una reducción de la condena.
Sandro Pozzi
Nueva York, El País
La meta de una organización criminal dedicada al tráfico de droga es enriquecerse y utilizar esa masa de dinero para ganar poder. La influencia que logró el cartel de Sinaloa a través del pago de sobornos a altos funcionarios públicos llegó hasta el extremo de lograr que comandantes de la Policía Federal Preventiva (PFP) y altos mandos militares se movilizaran para neutralizar a las organizaciones rivales.
El relato de Vicente Zambada Niebla en el juicio contra Joaquín El Chapo Guzmán sirvió para aportar nueva luz sobre hasta dónde llevaron la corrupción para garantizar la protección de su negocio. El primogénito de Ismael El Mayo Zambada explicó que en 1997 se llegó a reunir en Los Pinos, la residencia oficial mexicana, con el general Roberto Miranda Sánchez, máximo responsable del equipo de seguridad del entonces presidente Ernesto Zedillo.
Lo hizo en nombre de su padre, porque explicó quería transmitirle que estaba descontento con las redadas a los negocios de la familia. En su testimonio también citó a otro general con el que tuvo contactos, que identificó como Humberto Eduardo Antimo, así como al que fuera el jefe de los escoltas del expresidente Vicente Fox, el coronel Adams, que facilitó información sobre operativos contra el cartel.
Vicentillo explicó que la estructura del cartel llegó a tal escala que estaba en condiciones de manejar los resortes y los activos públicos para proteger sus intereses. La PFP y los militares, de acuerdo con su recuento, se enfrascaron así enfrentamientos armados con los hermanos Beltrán Leyva, los Carrillo Fuentes y los Zetas en la guerra abierta que se inició en abril de 2008 contra el cartel de Sinaloa en Culiacán.
El testigo detalló que el cartel se movilizó para localizar las casas de seguridad e identificar a los sicarios de las bandas rivales que tenían desplegados en su zona para eliminarlos. Esa información la pasó después a los policías y los militares para que procedieran a los arrestos. Vicentillo señaló que los enfrentamientos provocaron un reguero de sangre por la muerte de “docenas” de efectivos del gobierno.
Zambada asegura que las autoridades estaban “de parte de nosotros”. La guerra empezó tras el arresto de Alfredo Beltrán Leyva porque su hermano Arturo acusó a El Mayo y al Chapo de haberlo entregado. En la jornada previa, el testigo protegido también reveló que los dos capos discutían y aprobaban los asesinatos. Añadió que a El Mayo le gustaba verse con los altos cargos que tenía a sueldo.
Vicentillo precisó que Antimo recibía 50.000 dólares mensuales para pagar su lealtad al cartel cuando las organizaciones rivales empezaban a hacer piña. La facción de El Mayo destinaba aproximadamente un millón mensual a sobornar a las fuerzas de seguridad. Un alto cargo de la policía, indicó, podría recibir un mínimo de 30.000 dólares. También dijo que daba pagas extra cuando la droga llegaba a destino.
Después, en el turno del interrogatorio de la defensa, reveló que cuando se planteó dejar el negocio del narcotráfico, El Chapo le facilitó un contacto en la agencia antidroga de EE UU para que le ayudara a llegar a un acuerdo. Su objetivo, dijo, era facilitar información a la DEA sobre carteles rivales con los que estaban en guerra, como el de los Beltrán Leyva. Contó que se reunió con dos agentes unas horas antes de su arresto en Ciudad de México.
La defensa de El Chapo utilizó el testimonio para tratar de demostrar que el verdadero jefe del cartel era y sigue siendo El Mayo. “Nunca dije lo contrario”, respondió ante la insistencia del abogado Eduardo Balarezo, al tiempo que repitió que eran “socios”. También aseguró que facilitó amplia información a las autoridades estadounidenses sobre dónde podría estar localizado su padre. “Si no lo detuvieron”, opinó, “no es culpa mía”.
“Todos estos sobornos que hizo su padre a altos funcionarios, en parte, para impedir que sea arrestado, ¿verdad?”, replicó Balarezo mientras apoyaba su brazo izquierdo sobre el hombro de Guzmán, “porque llevan años detrás de él”. Zambada insistió en que no tenía nada que ocultar y dijo que declara contra Guzmán porque es su "obligación". Con su cooperación, espera que la fiscalía proponga ahora una reducción de la condena.