El ELN, una guerrilla de raíces católicas ya sin ideología
El atentado con más de 20 muertos en Bogotá marca el naufragio de las conversaciones con el grupo que nació inspirado en la revolución cubana
Santiago Torrado
Bogotá, El País
El atentado contra la principal academia de policía de Colombia, que las autoridades atribuyeron este viernes a la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional, marca el naufragio de unas negociaciones que languidecían desde hace meses. De raíces católicas, admiradora de Ernesto ‘Che’ Guevara y con una estructura federada que complica un proceso de diálogo, el ELN es considerado por diversos observadores como la última guerrilla activa en América Latina.
Tras sellar hace dos años un acuerdo con la extinta guerrilla de las FARC –hoy desarmada y convertida en partido político-, el presidente Juan Manuel Santos buscó la que calificaba como “la paz completa”. Luego de acercamientos secretos desde 2014, estableció una mesa formal de conversaciones con el ELN a comienzos del 2017. En el último tramo de su mandato, el también Nobel de Paz incluso trasladó a La Habana las negociaciones que se habían celebrado prácticamente sin avances durante más de un año en Quito.
Las conversaciones se encontraban estancadas desde la llegada al poder de Iván Duque, el pasado 7 de agosto, cuando prometió tomarse 30 días para adoptar una decisión. El mandatario exigió en varias ocasiones a la guerrilla que, para retomar el diálogo, debería liberar a todos los secuestrados, abandonar los territorios fronterizos con Venezuela, cesar los ataques a los oleoductos y dejar de reclutar menores. De acuerdo con el recuento que hizo el Comisionado de Paz, Miguel Ceballos, el ELN mantiene a 17 personas en cautiverio, y solo desde que Duque asumió la presidencia ha secuestrado a nueve personas y ha perpetrado 33 ataques contra oleoductos. “El ELN no ha hecho una sola manifestación de su voluntad de paz”, enfatizó Ceballos. “Frente al terrorismo no vamos a ceder y no vamos a negociar”.
El ELN mantiene fuerte influencia en zonas fronterizas con Venezuela, como los departamentos de Arauca –de donde salió la camioneta del atentado en Bogotá- y Norte de Santander, y con Ecuador, como Nariño –el departamento con mayor extensión de cultivos ilícitos-. También tiene alguna presencia en el centro del país, en Casanare, Boyacá y sur de Bolívar, así como en Chocó y Cauca (sobre el Pacífico), según fuentes militares.
Católica y guevarista
Casi tan antigua como las FARC, el ELN nació en 1964 inspirado en la revolución cubana y marcado por una profunda influencia religiosa. Varios de sus fundadores -sindicalistas, estudiantes y campesinos- fueron entrenados en la isla caribeña y muy pronto se les sumó el cura colombiano Camilo Torres (1929-1966), quien murió en uno de los primeros combates. El mitificado cura Torres, junto a otros tres sacerdotes españoles exponentes de la Teología de la Liberación que le siguieron más adelante los pasos, sellaron la confluencia entre cristianismo y marxismo que ha caracterizado al grupo guevarista. Entre ellos, Manuel Pérez (1943-1998), quien llegó a comandar al ELN.
Los rebeldes cuentan actualmente con unos 1.500 combatientes y varios miles de milicianos, según cálculos del Gobierno, y están liderados por Nicolás Rodríguez Bautista. Conocido como "Gabino", ingresó a sus filas cuando tenía 14 años y es comandante desde 1998, tras la muerte por causas naturales del cura Pérez.
Algunas de las peores acciones de guerra del ELN llegaron precisamente en esa época. La voladura de un oleoducto en Machuca (Antioquia) mató a 70 personas en 1998, y en 1999 perpetraron dos cinematográficos secuestros masivos. Primero capturaron un avión de Avianca con 46 pasajeros y después se llevaron a 170 fieles de la iglesia La María, cerca de Cali.
Con el paso del tiempo el pretexto ideológico del ELN se ha ido difuminando. En la actualidad se disputa el control de algunos territorios rurales y de la producción de coca con otras bandas criminales. Sin embargo, ha mantenido un discurso nacionalista que le otorga protagonismo al control de los recursos naturales, y de ahí que constantemente se proponga golpear a las transnacionales y a la infraestructura energética –y la petrolera en particular- como objetivo militar.
Mientras que las FARC –con un carácter más campesino- fueron en sus tiempos de insurgencia una organización muy vertical, los analistas coinciden en que el ELN –con influencia en sectores urbanos, sobre todo estudiantiles y sindicales- tiene una estructura más "federada", casi fragmentada, con vocería propia en cada frente. Se articula en el llamado Comité Central (COCE) de cinco jefes, liderado por Gabino.
Sucesivamente, los gobiernos de César Gaviria (1990-94), Ernesto Samper (1994-98), Andrés Pastrana (1998-2002) y Álvaro Uribe (2002-10) intentaron infructuosos procesos de negociación con la guerrilla guevarista, que en muchos momentos fue considerada de una importancia secundaria frente a la amenaza que representaba el poder de fuego de las FARC. Santos llegó un poco más allá con el único logro verdaderamente tangible entre los múltiples intentos de buscar una salida política. A finales de 2017, en vísperas de la visita del papa Francisco a una Colombia que anhelaba dejar atrás la guerra, las partes acordaron el primer alto al fuego bilateral en más de medio siglo de lucha armada. Un mecanismo conformado por la ONU, el Gobierno, los rebeldes y la iglesia católica verificó sobre el terreno el cumplimiento de lo acordado, pero la inédita tregua expiró hace un año. A la luz de la actualidad, fue una conquista efímera.
Santiago Torrado
Bogotá, El País
El atentado contra la principal academia de policía de Colombia, que las autoridades atribuyeron este viernes a la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional, marca el naufragio de unas negociaciones que languidecían desde hace meses. De raíces católicas, admiradora de Ernesto ‘Che’ Guevara y con una estructura federada que complica un proceso de diálogo, el ELN es considerado por diversos observadores como la última guerrilla activa en América Latina.
Tras sellar hace dos años un acuerdo con la extinta guerrilla de las FARC –hoy desarmada y convertida en partido político-, el presidente Juan Manuel Santos buscó la que calificaba como “la paz completa”. Luego de acercamientos secretos desde 2014, estableció una mesa formal de conversaciones con el ELN a comienzos del 2017. En el último tramo de su mandato, el también Nobel de Paz incluso trasladó a La Habana las negociaciones que se habían celebrado prácticamente sin avances durante más de un año en Quito.
Las conversaciones se encontraban estancadas desde la llegada al poder de Iván Duque, el pasado 7 de agosto, cuando prometió tomarse 30 días para adoptar una decisión. El mandatario exigió en varias ocasiones a la guerrilla que, para retomar el diálogo, debería liberar a todos los secuestrados, abandonar los territorios fronterizos con Venezuela, cesar los ataques a los oleoductos y dejar de reclutar menores. De acuerdo con el recuento que hizo el Comisionado de Paz, Miguel Ceballos, el ELN mantiene a 17 personas en cautiverio, y solo desde que Duque asumió la presidencia ha secuestrado a nueve personas y ha perpetrado 33 ataques contra oleoductos. “El ELN no ha hecho una sola manifestación de su voluntad de paz”, enfatizó Ceballos. “Frente al terrorismo no vamos a ceder y no vamos a negociar”.
El ELN mantiene fuerte influencia en zonas fronterizas con Venezuela, como los departamentos de Arauca –de donde salió la camioneta del atentado en Bogotá- y Norte de Santander, y con Ecuador, como Nariño –el departamento con mayor extensión de cultivos ilícitos-. También tiene alguna presencia en el centro del país, en Casanare, Boyacá y sur de Bolívar, así como en Chocó y Cauca (sobre el Pacífico), según fuentes militares.
Católica y guevarista
Casi tan antigua como las FARC, el ELN nació en 1964 inspirado en la revolución cubana y marcado por una profunda influencia religiosa. Varios de sus fundadores -sindicalistas, estudiantes y campesinos- fueron entrenados en la isla caribeña y muy pronto se les sumó el cura colombiano Camilo Torres (1929-1966), quien murió en uno de los primeros combates. El mitificado cura Torres, junto a otros tres sacerdotes españoles exponentes de la Teología de la Liberación que le siguieron más adelante los pasos, sellaron la confluencia entre cristianismo y marxismo que ha caracterizado al grupo guevarista. Entre ellos, Manuel Pérez (1943-1998), quien llegó a comandar al ELN.
Los rebeldes cuentan actualmente con unos 1.500 combatientes y varios miles de milicianos, según cálculos del Gobierno, y están liderados por Nicolás Rodríguez Bautista. Conocido como "Gabino", ingresó a sus filas cuando tenía 14 años y es comandante desde 1998, tras la muerte por causas naturales del cura Pérez.
Algunas de las peores acciones de guerra del ELN llegaron precisamente en esa época. La voladura de un oleoducto en Machuca (Antioquia) mató a 70 personas en 1998, y en 1999 perpetraron dos cinematográficos secuestros masivos. Primero capturaron un avión de Avianca con 46 pasajeros y después se llevaron a 170 fieles de la iglesia La María, cerca de Cali.
Con el paso del tiempo el pretexto ideológico del ELN se ha ido difuminando. En la actualidad se disputa el control de algunos territorios rurales y de la producción de coca con otras bandas criminales. Sin embargo, ha mantenido un discurso nacionalista que le otorga protagonismo al control de los recursos naturales, y de ahí que constantemente se proponga golpear a las transnacionales y a la infraestructura energética –y la petrolera en particular- como objetivo militar.
Mientras que las FARC –con un carácter más campesino- fueron en sus tiempos de insurgencia una organización muy vertical, los analistas coinciden en que el ELN –con influencia en sectores urbanos, sobre todo estudiantiles y sindicales- tiene una estructura más "federada", casi fragmentada, con vocería propia en cada frente. Se articula en el llamado Comité Central (COCE) de cinco jefes, liderado por Gabino.
Sucesivamente, los gobiernos de César Gaviria (1990-94), Ernesto Samper (1994-98), Andrés Pastrana (1998-2002) y Álvaro Uribe (2002-10) intentaron infructuosos procesos de negociación con la guerrilla guevarista, que en muchos momentos fue considerada de una importancia secundaria frente a la amenaza que representaba el poder de fuego de las FARC. Santos llegó un poco más allá con el único logro verdaderamente tangible entre los múltiples intentos de buscar una salida política. A finales de 2017, en vísperas de la visita del papa Francisco a una Colombia que anhelaba dejar atrás la guerra, las partes acordaron el primer alto al fuego bilateral en más de medio siglo de lucha armada. Un mecanismo conformado por la ONU, el Gobierno, los rebeldes y la iglesia católica verificó sobre el terreno el cumplimiento de lo acordado, pero la inédita tregua expiró hace un año. A la luz de la actualidad, fue una conquista efímera.