Netanyahu se escuda en Líbano de las acusaciones de corrupción
La ofensiva militar contra los túneles de Hezbolá en la frontera coincide con la tercera imputación policial al primer ministro
Juan Carlos Sanz
Jerusalén, El País
Las perforadoras militares comenzaron a penetrar en las rocosas colinas que lindan con Líbano apenas dos días después de que el comisionado general de la policía de Israel, Roni Alsheich, presentara hace una semana, en su último día en el cargo, la tercera acusación por corrupción contra el primer ministro Benjamín Netanyahu. Los zapadores del Ejército se afanan desde entonces en localizar los túneles excavados por la milicia proiraní de Hezbolá bajo la frontera con el código Operación Escudo del Norte, que el Estado Mayor preparaba desde 2014.
No pasa un día sin que los portavoces castrenses toquen a rebato para convocar a los periodistas y ofrecer nuevos detalles del operativo, mientras en los medios reverberan los tambores de guerra y los ciudadanos se preguntan si están a las puertas de la tercera guerra en Líbano desde 1982. Analistas políticos y dirigentes de la oposición no ven sin embargo peligro inmediato de escalada bélica, sino una cortina de humo —bautizada con sorna Operación Escudo de Netanyahu— que disimula los escándalos que salpican al veterano jefe de Gobierno conservador. Después de más de 12 años en el cargo, aspira a desbancar a David Ben Gurion, padre fundador del Estado, como mandatario que más tiempo ha ejercido el poder en Israel.
“No estamos en una situación en la que nuestros soldados hayan atravesado las líneas enemigas. O le ha entrado miedo o está intentando sembrar el pánico”, ha advertido la líder de la oposición de centroizquierda, Tzipi Livni, que fue ministra de Exteriores durante la guerra librada con Hezbolá en 2006. “Se trata de actividad de ingeniería militar dentro de nuestro territorio, de la que se están exagerando dramáticamente las proporciones”, remachó.
El Ejército ya había decidido iniciar la operación a comienzos de noviembre y los túneles detectados —dos, por ahora— no estaban aún completados para poder lanzar incursiones contra Israel. Así lo confirmó el jefe del Estado Mayor, general Gadi Eisenkot.
Acumulación de poder
En su comparecencia televisada estuvo acompañado por el primer ministro, que además suma las carteras de Defensa y Asuntos Exteriores en una acumulación de poder con escasos precedentes en la historia del Estado judío. Con una mayoría raspada de 61 diputados en una Kneset (Parlamento) de 120 escaños, pugna por mantener viva una coalición de cinco partidos.
La recomendación de la brigada anticorrupción de acusar al primer ministro por fraude y soborno en el caso 4.000, sobre favores gubernamentales que reportaron un millonario beneficio fiscal al grupo de telecomunicaciones Bezeq, habría hecho caer a más de un Ejecutivo en otras latitudes. En contrapartida por las ventajas recibidas, la compañía puso al servicio de Netanyahu el popular portal informativo Walla. Su objetivo era que se publicaran “fotos y artículos halagadores y suprimir el contenido crítico contra el primer ministro y su familia”, acotaron la acusación los investigadores.
El anterior jefe del Gobierno, Ehud Olmert, fue encarcelado más de 14 mesesal ser condenado por corrupción inmobiliaria en 2016. Olmert ya había renunciado al cargo siete años atrás.
Después de haber logrado tres victorias consecutivas en las urnas desde 2009, pretende encadenar otro nuevo mandato el año que viene, pese a los tres casos de fraude, cohecho y tráfico de influencias en los que le involucra la policía. El fiscal general, Avichai Mandelblit, tiene la última palabra para acusarle formalmente, aunque su decisión puede tardar aún meses en conocerse. Este antiguo jurista militar fue entre 2013 y 2016 secretario del Gabinete de Netanyahu, quien precisamente le designó al frente del Ministerio público. Ni siquiera la imputación le obligaría a dejar el poder, según la ley israelí.
El analista de Haaretz Anshel Pfeffer destaca que el líder del Likud se ha escudado tras el ministro de Defensa para resistir los embates que le aguardan hasta el final de la legislatura, en noviembre de 2019. “Las Fuerzas Armadas parecen estar a punto de convertirse en el principal sostén del plan de supervivencia política de Netanyahu”, concluye. Para ello cuenta con la formidable maquinaria mediática de la Unidad del Portavoz del Ejército, integrada por 150 militares de carrera y 400 soldados de reemplazo.
Juan Carlos Sanz
Jerusalén, El País
Las perforadoras militares comenzaron a penetrar en las rocosas colinas que lindan con Líbano apenas dos días después de que el comisionado general de la policía de Israel, Roni Alsheich, presentara hace una semana, en su último día en el cargo, la tercera acusación por corrupción contra el primer ministro Benjamín Netanyahu. Los zapadores del Ejército se afanan desde entonces en localizar los túneles excavados por la milicia proiraní de Hezbolá bajo la frontera con el código Operación Escudo del Norte, que el Estado Mayor preparaba desde 2014.
No pasa un día sin que los portavoces castrenses toquen a rebato para convocar a los periodistas y ofrecer nuevos detalles del operativo, mientras en los medios reverberan los tambores de guerra y los ciudadanos se preguntan si están a las puertas de la tercera guerra en Líbano desde 1982. Analistas políticos y dirigentes de la oposición no ven sin embargo peligro inmediato de escalada bélica, sino una cortina de humo —bautizada con sorna Operación Escudo de Netanyahu— que disimula los escándalos que salpican al veterano jefe de Gobierno conservador. Después de más de 12 años en el cargo, aspira a desbancar a David Ben Gurion, padre fundador del Estado, como mandatario que más tiempo ha ejercido el poder en Israel.
“No estamos en una situación en la que nuestros soldados hayan atravesado las líneas enemigas. O le ha entrado miedo o está intentando sembrar el pánico”, ha advertido la líder de la oposición de centroizquierda, Tzipi Livni, que fue ministra de Exteriores durante la guerra librada con Hezbolá en 2006. “Se trata de actividad de ingeniería militar dentro de nuestro territorio, de la que se están exagerando dramáticamente las proporciones”, remachó.
El Ejército ya había decidido iniciar la operación a comienzos de noviembre y los túneles detectados —dos, por ahora— no estaban aún completados para poder lanzar incursiones contra Israel. Así lo confirmó el jefe del Estado Mayor, general Gadi Eisenkot.
Acumulación de poder
En su comparecencia televisada estuvo acompañado por el primer ministro, que además suma las carteras de Defensa y Asuntos Exteriores en una acumulación de poder con escasos precedentes en la historia del Estado judío. Con una mayoría raspada de 61 diputados en una Kneset (Parlamento) de 120 escaños, pugna por mantener viva una coalición de cinco partidos.
La recomendación de la brigada anticorrupción de acusar al primer ministro por fraude y soborno en el caso 4.000, sobre favores gubernamentales que reportaron un millonario beneficio fiscal al grupo de telecomunicaciones Bezeq, habría hecho caer a más de un Ejecutivo en otras latitudes. En contrapartida por las ventajas recibidas, la compañía puso al servicio de Netanyahu el popular portal informativo Walla. Su objetivo era que se publicaran “fotos y artículos halagadores y suprimir el contenido crítico contra el primer ministro y su familia”, acotaron la acusación los investigadores.
El anterior jefe del Gobierno, Ehud Olmert, fue encarcelado más de 14 mesesal ser condenado por corrupción inmobiliaria en 2016. Olmert ya había renunciado al cargo siete años atrás.
Después de haber logrado tres victorias consecutivas en las urnas desde 2009, pretende encadenar otro nuevo mandato el año que viene, pese a los tres casos de fraude, cohecho y tráfico de influencias en los que le involucra la policía. El fiscal general, Avichai Mandelblit, tiene la última palabra para acusarle formalmente, aunque su decisión puede tardar aún meses en conocerse. Este antiguo jurista militar fue entre 2013 y 2016 secretario del Gabinete de Netanyahu, quien precisamente le designó al frente del Ministerio público. Ni siquiera la imputación le obligaría a dejar el poder, según la ley israelí.
El analista de Haaretz Anshel Pfeffer destaca que el líder del Likud se ha escudado tras el ministro de Defensa para resistir los embates que le aguardan hasta el final de la legislatura, en noviembre de 2019. “Las Fuerzas Armadas parecen estar a punto de convertirse en el principal sostén del plan de supervivencia política de Netanyahu”, concluye. Para ello cuenta con la formidable maquinaria mediática de la Unidad del Portavoz del Ejército, integrada por 150 militares de carrera y 400 soldados de reemplazo.