Los 'chalecos amarillos' redoblan la apuesta y elevan sus reclamos en Francia: "justicia social" y la dimisión de Emmanuel Macron

Los manifestantes no dan el brazo a torcer y advirtieron que mantendrán las protestas en todo el país. Algunos de ellos, no obstante, se diferenciaron de los radicales que provocaron disturbios en los últimos días

Infobae
"Odiamos a la prensa. Os vamos a partir la cabeza". Así reaccionó un 'chaleco amarillo' ante una pregunta de un periodista del diario español ABC, cerca del Arco del Triunfo este sábado, en una nueva jornada de violencia en París y otras ciudades de Francia.


Sin embargo, no todos los manifestantes están a favor de los disturbios provocados en los últimos días, aunque, admiten, a veces parece la única vía para hacerse escuchar. Corinne, una mujer parisina de 53 años, recordó a ABC que el pasado 27 de noviembre salieron a las calles "de forma pacífica, pero nadie nos escuchó".

Este sábado las autoridades detuvieron a 1.723 personas en todo el país luego de violentos enfrentamientos entre los 'chalecos amarillos' y las fuerzas de seguridad. Los choques provocaron graves destrozos y hasta saqueos por parte de los manifestantes más extremistas y violentos. Una tienda de Apple, por ejemplo, fue desvalijada en Burdeos.

Pero detrás de esos hechos de violencia hay reclamos genuinos. "Pedimos más justicia social. Siempre pagamos los mismos. Nosotros, a diferencia de los ricos, no podemos llevar nuestro dinero a Luxemburgo", denunció Corinne.

La mujer, oriunda de París, apuntó directamente contra el presidente Emmanuel Macron: "Tiene mucho ego y solo piensa en sí mismo".

Otra manifestante, por su parte, enumeró algunos de los principales problemas que atraviesa: "Somos una mayoría los que vivimos con menos de 1.200 euros al mes. Tenemos un problema con el salario, con la subida de los precios, el alquiler". Y no dudó al considerar que el jefe de Estado "debe dimitir".

"Macron nos desprecia. Solo favorece a la gente de la alta sociedad. Las zonas rurales son completamente olvidadas", opinó Marion Sentier, de 33 años, y oriunda de Bretaña.

Cerca del Arco del Triunfo un seminarista católico se unió a los 'chalecos amarillos'. Sujetando un cuadro de la Virgen alentó a los manifestantes a seguir adelante, pero pidió no caer en actos de violencia: "He venido para estar ahí donde la gente sufre, para escucharles, para intentar ser la presencia de Cristo".

Quiénes son los 'chalecos amarillos'

El movimiento reúne a diferentes sectores de la sociedad. Desde grupos de clase media y pensionistas, hasta jóvenes de la periferia de París y otras de las principales ciudades del país. Pero también están los violentos, los jóvenes encapuchados de extrema izquierda y extrema derecha.

Hasta el momento este movimiento, cada vez mayor, no tiene estructura ni líderes ni portavoces. En cada rincón del país, los manifestantes se organizan a través de las redes sociales.

Mientras las protestas terminan en fuertes enfrentamientos entre los 'chalecos amarillos' y las fuerzas de seguridad, los sindicatos aún se encuentran divididos ante esta situación. La extrema derecha y la extrema izquierda, en cambio, aprueban y fomentan mayores expresiones de rechazo al gobierno de Macron.

¿Cómo se desataron las protestas?

El disparador fue la suba de los impuestos a la gasolina y al diésel, una medida aconsejada por los expertos en medio ambiente para desincentivar el consumo de combustibles fósiles. Pero una parte de la clase media baja, que desde hace muchos años enfrenta restricciones por el elevado desempleo y los bajos salarios, lo sintió como una gran injusticia. Sobre todo, por parte de un gobierno que redujo impuestos patrimoniales a los ricos para evitar que se lleven al extranjero sus fortunas.

Más de 280 mil personas salieron a protestar el 17 de noviembre, el primer gran día de la marcha. Muchos de ellos tenían puestos los chalecos amarillos que obligatoriamente tienen que llevar los automovilistas. Rápidamente, ese pasó a ser el emblema del movimiento.

Con el correr de las semanas, las movilizaciones perdieron concurrencia, pero aumentaron su visibilidad por el estallido de episodios de violencia. El extremo se vivió el pasado sábado. Mientras Macron estaba en Buenos Aires participando de la cumbre del G20, París ardió. Autos y edificios fueron incendiados, se registraron saqueos en tiendas y un grupo de personas vandalizó el Arco del Triunfo.

Los enfrentamientos entre manifestantes y policías se repitieron en distintos puntos de la ciudad, que parecía una zona de guerra.

La respuesta del Gobierno

Si bien Macron decidió dar marcha atrás con la suba de impuestos, la crisis persiste y los protestantes siguen determinados en mantener las manifestantes.

Los violentos recibieron una fuerte respuesta de las fuerzas de seguridad. El sábado más de 1.700 personas fueron arrestadas en todo el país, y 118 resultaron heridas.

La jornada volvió a dejar terribles imágenes de autos incendiados y manifestantes dispersados con gases lacrimógenos.

Este domingo, el Ejecutivo reconoció que los disturbios representan "una catástrofe" para la economía del país.

Bruno Le Maire, ministro de Economía y Finanzas, aseguró que la nación atraviesa una "crisis", y Jean-Yves Le Drian, titular de la cartera de Relaciones Exteriores, expresó su preocupación por los hechos de violencia.

La visión de EEUU

Donald Trump, presidente norteamericano, se refirió el sábado a las protestas de los 'chalecos amarillos' y manifestó: "El acuerdo de París no está funcionando tan bien, protestas y disturbios por toda Francia".

Ante esos comentarios, Le Drian le pidió al mandatario norteamericano evitar inmiscuirse en los asuntos internos de Francia: "Le digo a Donald Trump y el presidente de la República (Emmanuel Macron) le dice también: no tomamos partido en los debates estadounidenses, déjenos vivir nuestra vida como nación".

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