Gran victoria de Racing ante Talleres en Córdoba
Racing jugó un gran partido en Córdoba para ganarle con justicia a Talleres y sacarle cinco puntos a Atlético de Tucumán, su escolta en la Superliga. Licha, dos goles, la rompió.
Juan José Marón
jmaron@ole.com.ar
La punta es de uno solo. Es de Racing. No hay presión. Ni nada que le baje la guardia. Porque la Academia del Chacho plantó bandera en Córdoba, no lo minimizó el rival, su enorme gente que no paró de elentar, lo reprimó con fútbol, puro fútbol. Pudo haber goleado, apretó los dientes al final, pero dejó en claro que por algo está arriba. Por algo terminará el año como líder de la Superliga.
Lo bueno de este Racing de Coudet es que no sólo tiene una idea clara de juego, sino que está convencido del libreto que le bajan, y eso lo convierte en un rival fuerte, en lo físico, en lo mental, en lo futbolístico. El primer tiempo fue una muestra de que por algo no se cae de la cima. Porque salió con absoluta autoridad, no se comió ni medio eso de ser visitante en Córdoba, jugó como si hubiese estado en Avellaneda. No fue casual que haya abierto el partido cuando apenas iban dos minutos de juego. La presión alta de Licha López, y la astucia de Cristaldo con una buena dosis de experiencia como nueve de área (aguantó la pelota con el lomo ante la marca de Araujo), le permitieron a Centurión aparecer por el segundo palo para mandarla adentro. Escenario ideal. Porque Talleres siempre dejó espacios. Y está demostrado que si querés empiojar a la Academia, tenés que usar el manual de Falcioni, que la semana pasada le metió un operativo cerrojo y le afanó un puntito inmerecido.
La voracidad de Racing ir al frente fue descomunal en ese primer tiempo casi perfecto. Y hay que darle la derecha al técnico, que suele ser consecuente con su discurso: porque juntó a Centurión con Zaracho y Pol Fernández, tres volantes ofensivos bien ofensivos, porque la pelota viajó por el piso, porque le inyectó a Cristaldo una fe de hierro pese a que no emboca una (casi la mete de cabeza), pero que demostró que eso de que le interesa más asistir que meterla no fue humo: el Churry se la dio a Centu para el 1-0, le hicieron el penal para que Licha López clavara el 2-0 y siempre la bancó bien de espaldas. Pero no sólo brillaron los ofensivos, porque atrás hubo un laburo sólido.
Al puntero no lo relajó ni la ventaja, ni el descanso del entretiempo. Fue por más, para dar una muestra de que piensa en quedarse con esta Superliga. El tercer gol fue una joyita de cuatro toques, rapidez, verticalidad, lucidez y la calida de Licha para ponerla contra un palo. Talleres sedespertó al final, con su gente, con garra. Pero la historia estaba cerrada.
Juan José Marón
jmaron@ole.com.ar
La punta es de uno solo. Es de Racing. No hay presión. Ni nada que le baje la guardia. Porque la Academia del Chacho plantó bandera en Córdoba, no lo minimizó el rival, su enorme gente que no paró de elentar, lo reprimó con fútbol, puro fútbol. Pudo haber goleado, apretó los dientes al final, pero dejó en claro que por algo está arriba. Por algo terminará el año como líder de la Superliga.
Lo bueno de este Racing de Coudet es que no sólo tiene una idea clara de juego, sino que está convencido del libreto que le bajan, y eso lo convierte en un rival fuerte, en lo físico, en lo mental, en lo futbolístico. El primer tiempo fue una muestra de que por algo no se cae de la cima. Porque salió con absoluta autoridad, no se comió ni medio eso de ser visitante en Córdoba, jugó como si hubiese estado en Avellaneda. No fue casual que haya abierto el partido cuando apenas iban dos minutos de juego. La presión alta de Licha López, y la astucia de Cristaldo con una buena dosis de experiencia como nueve de área (aguantó la pelota con el lomo ante la marca de Araujo), le permitieron a Centurión aparecer por el segundo palo para mandarla adentro. Escenario ideal. Porque Talleres siempre dejó espacios. Y está demostrado que si querés empiojar a la Academia, tenés que usar el manual de Falcioni, que la semana pasada le metió un operativo cerrojo y le afanó un puntito inmerecido.
La voracidad de Racing ir al frente fue descomunal en ese primer tiempo casi perfecto. Y hay que darle la derecha al técnico, que suele ser consecuente con su discurso: porque juntó a Centurión con Zaracho y Pol Fernández, tres volantes ofensivos bien ofensivos, porque la pelota viajó por el piso, porque le inyectó a Cristaldo una fe de hierro pese a que no emboca una (casi la mete de cabeza), pero que demostró que eso de que le interesa más asistir que meterla no fue humo: el Churry se la dio a Centu para el 1-0, le hicieron el penal para que Licha López clavara el 2-0 y siempre la bancó bien de espaldas. Pero no sólo brillaron los ofensivos, porque atrás hubo un laburo sólido.
Al puntero no lo relajó ni la ventaja, ni el descanso del entretiempo. Fue por más, para dar una muestra de que piensa en quedarse con esta Superliga. El tercer gol fue una joyita de cuatro toques, rapidez, verticalidad, lucidez y la calida de Licha para ponerla contra un palo. Talleres sedespertó al final, con su gente, con garra. Pero la historia estaba cerrada.