El Madrid gana de milagro
Un solitario gol del galés resuelve la papeleta a un Madrid vulgar. El Huesca mereció vencer y mantuvo el suspense del resultado hasta el descuento.
Marco Ruiz
As
Con Solari, el Madrid también cambia de traje con una facilidad tan pasmosa como lo hacía con Lopetegui. De la brillantez (Roma y Valencia) a la vulgaridad más absoluta. No le van los campos pequeños. Cayó estrepitosamente en Eibar y mereció hacerlo en Huesca, ante un colista que lo tuvo sometido durante casi toda la segunda parte. El Madrid se convierte por momentos en un equipo vulgar. Lo fue sin Isco y Asensio en el campo y con ellos dos también. El mallorquín estuvo punto de liarla ya casi al final con un pase surrealista hacia atrás. Sólo Odriozola, Marcos Llorente y Courtois mantuvieron el nivel. Y Bale, cuyo gol (100 días y 40 remates después) mantiene al Madrid en la pelea por la Liga… y gracias.
El día no estaba para florituras. Campo pequeño, afición entregada y viento. Sobre todo, viento. Soplaba tanto en la comarca del alto Aragón como para hacer difícil la práctica del fútbol. Empezó el Madrid jugando a favor de él y no tardó en aprovecharlo. Fue en una jugada relámpago. Un buen gesto de centrocampista de clase de Llorente, que encontró el hueco entre líneas para la internada de Oriozola, y un centro de este que remató de volea y con el interior de su pierna izquierda Bale. Lo hizo con la precisión, cruzando el balón con la suficiente velocidad para que Jovanovic no acertara a atajarla. El Huesca pudo haberse adelantado antes y después de esa jugada, primero por medio de un cabezazo en el segundo palo que Etxeita tiró fuera (tras saque de esquina) y después por un chutazo de Ávila que encontró bien colocado a Courtois.
Lejos de mejorar su juego con el viento a favor (por el elemento y por el gol marcado) el Madrid terminó durmiéndose en el campo. Y el Hueca lo aprovechó para empujar y meterse en el partido gracias a la actividad de Cuchu Hernández y Chimy Ávila. Para ese momento, Moi Gómez tenía ya la colaboración de Melero, que entró en el campo (a pesar de su pubalgia) por el lesionado Aguilera. Pero si por algo malvive el Huesca en Primera es por su falta de gol… Y lo tuvo en su mano. El Madrid sólo intentó dos remates en la primera parte, la cifra más baja de toda la temporada.
La segunda parte empezó con sustazo para el Madrid. Pero Melero la picó fuera de cabeza incomprensiblemente cuando lo tenía todo a favor… hasta el viento. El Huesca aprovechó la inercia y desató un pequeño vendaval ante la portería del Madrid. Todo dirigido por Ferreiro, que fue un quebradero de cabeza para Odriozola, que nunca se descompuso y que se había proyectado antes en ataque con tanto ánimo. Melero (que también mejoró mucho al Huesca) llegó otra vez sin fortuna. Y luego el propio Ferreiro (se encontró con Courtois). Y ese fue el instante en el que reaccionó Solari.
Valverde fue su primer cambio. Entró por el invisible Ceballos. Y es la segunda vez que el uruguayo entra en el campo por delante de Isco (también sucedió ante el Valencia). El de Arroyo de la Miel calentaba, pensativo, en la estrecha banda de El Alcoraz. Hasta que por fin Solari le dio entrada por Isco. Tampoco se sintió cómodo en ningún momento el Balón de Oro. El partido volvió a equilibrase. Bale tuvo otras dos antes de que entrase Asensio por él.
El Huesca fue capaz de mantener el suspense hasta el final, hasta el mismísimo descuento en el que incluso Jovanovic subió a rematar un córner. Era su día, ese en el que podía haber cambiado la inercia, como pedía Francisco en la previa. Pero a veces no basta jugar bien, menos aún ante el Madrid.
Marco Ruiz
As
Con Solari, el Madrid también cambia de traje con una facilidad tan pasmosa como lo hacía con Lopetegui. De la brillantez (Roma y Valencia) a la vulgaridad más absoluta. No le van los campos pequeños. Cayó estrepitosamente en Eibar y mereció hacerlo en Huesca, ante un colista que lo tuvo sometido durante casi toda la segunda parte. El Madrid se convierte por momentos en un equipo vulgar. Lo fue sin Isco y Asensio en el campo y con ellos dos también. El mallorquín estuvo punto de liarla ya casi al final con un pase surrealista hacia atrás. Sólo Odriozola, Marcos Llorente y Courtois mantuvieron el nivel. Y Bale, cuyo gol (100 días y 40 remates después) mantiene al Madrid en la pelea por la Liga… y gracias.
El día no estaba para florituras. Campo pequeño, afición entregada y viento. Sobre todo, viento. Soplaba tanto en la comarca del alto Aragón como para hacer difícil la práctica del fútbol. Empezó el Madrid jugando a favor de él y no tardó en aprovecharlo. Fue en una jugada relámpago. Un buen gesto de centrocampista de clase de Llorente, que encontró el hueco entre líneas para la internada de Oriozola, y un centro de este que remató de volea y con el interior de su pierna izquierda Bale. Lo hizo con la precisión, cruzando el balón con la suficiente velocidad para que Jovanovic no acertara a atajarla. El Huesca pudo haberse adelantado antes y después de esa jugada, primero por medio de un cabezazo en el segundo palo que Etxeita tiró fuera (tras saque de esquina) y después por un chutazo de Ávila que encontró bien colocado a Courtois.
Lejos de mejorar su juego con el viento a favor (por el elemento y por el gol marcado) el Madrid terminó durmiéndose en el campo. Y el Hueca lo aprovechó para empujar y meterse en el partido gracias a la actividad de Cuchu Hernández y Chimy Ávila. Para ese momento, Moi Gómez tenía ya la colaboración de Melero, que entró en el campo (a pesar de su pubalgia) por el lesionado Aguilera. Pero si por algo malvive el Huesca en Primera es por su falta de gol… Y lo tuvo en su mano. El Madrid sólo intentó dos remates en la primera parte, la cifra más baja de toda la temporada.
La segunda parte empezó con sustazo para el Madrid. Pero Melero la picó fuera de cabeza incomprensiblemente cuando lo tenía todo a favor… hasta el viento. El Huesca aprovechó la inercia y desató un pequeño vendaval ante la portería del Madrid. Todo dirigido por Ferreiro, que fue un quebradero de cabeza para Odriozola, que nunca se descompuso y que se había proyectado antes en ataque con tanto ánimo. Melero (que también mejoró mucho al Huesca) llegó otra vez sin fortuna. Y luego el propio Ferreiro (se encontró con Courtois). Y ese fue el instante en el que reaccionó Solari.
Valverde fue su primer cambio. Entró por el invisible Ceballos. Y es la segunda vez que el uruguayo entra en el campo por delante de Isco (también sucedió ante el Valencia). El de Arroyo de la Miel calentaba, pensativo, en la estrecha banda de El Alcoraz. Hasta que por fin Solari le dio entrada por Isco. Tampoco se sintió cómodo en ningún momento el Balón de Oro. El partido volvió a equilibrase. Bale tuvo otras dos antes de que entrase Asensio por él.
El Huesca fue capaz de mantener el suspense hasta el final, hasta el mismísimo descuento en el que incluso Jovanovic subió a rematar un córner. Era su día, ese en el que podía haber cambiado la inercia, como pedía Francisco en la previa. Pero a veces no basta jugar bien, menos aún ante el Madrid.