Condenan a cadena perpetua a Mijaíl Popkov, el asesino en serie de Rusia que mató a 77 mujeres

Rusia, AFP
El tribunal de la región siberiana de Irkutsk condenó hoy a cadena perpetua por el asesinato de 55 mujeres y un hombre al expolicía Mijaíl Popkov, que ya cumplía esa misma pena por asesinar a 22 mujeres, lo que lo convierte en el mayor asesino en serie conocido en la historia de Rusia.
“Se le condena a cadena perpetua en una prisión de alta seguridad y se le priva de su grado especial de subteniente de policía”, dijo el juez Alexéi Zhigáyev al leer la sentencia, informaron medios localdes.


En 2015, Popkov, de 53 años, recibió la primera condena de prisión tras ser declarado culpable de matar y violar a 22 mujeres y de dos intentos de asesinato entre 1994 y 2000 en Angarsk, una ciudad de poco más de 230.000 habitantes en la región de Irkutsk.

Ya en prisión, el “Maníaco de Angarsk”, como le apodó la prensa, confesó otros 60 crímenes, pero los jueces consideraron demostrados 56 asesinatos, 55 de mujeres y uno de un hombre, el de un policía, colega de Popkov,



Las víctimas del asesino en serie eran mujeres de entre 16 y 40 años y de distinta condición social.

Aunque al menos 9 mujeres fueron asesinadas con un hacha, Popkov llegó a utilizar todo tipo de objetos para quitarles la vida a sus víctimas, incluidos cuchillos, destornilladores, punzones, garrotes, bates de béisbol y tacos de billar, entre otros.

Popkov, que fue policía en activo hasta 1998, fue detenido a bordo un tren cuando se dirigía a Vladívostok, el principal puerto ruso en el Pacífico, a buscar un automóvil.

Precisamente el asesino en serie se valía de un vehículo para cometer sus crímenes.



Durante el primer juicio, Popkov explicó que recorría de noche las calles de la ciudad en un vehículo -muchas veces el de la policía-, ofrecía a mujeres que se encontraba por el camino llevarlas a casa y luego sólo “castigaba” a aquellas que aceptaban tomarse una copa con él.

Un perfil psicológico filtrado a la prensa mucho antes de que se encontrara al asesino acertó en muchos aspectos: la policía buscaba a un hombre de entre 30 y 35 años (en la época de los asesinatos), residente en Angarsk, que se llevaba a sus víctimas en un vehículo oficial y que podía trabajar en un cementerio.

Años después se supo que Popkov solía “salir de cacería” al volante de un todoterreno policial, al menos mientras no fue despedido, y que en su tiempo libre se ganaba un extra como enterrador, oficio que ya había ejercido de adolescente en el cementerio en el que también trabajaba su padre.

Aunque su mujer, su hija y sus amigos le definían como “un hombre pacífico, tranquilo y amable, que no haría daño ni a una mosca”, la comisión médica que lo examinó cuando era policía observó “aspectos psicopáticos” en su personalidad, pero inexplicablemente le encontró apto para servir en las fuerzas de seguridad.

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