Atleti, de empate en empate
Vuelve a empatar en Montilivi tras un autogol de Ramalho después del tanto de penalti de Stuani. Acumula siete empates y una derrota en 14 partidos de Liga.
Patricia Cazón
As
Costa se enzarzaba con Bernardo en una jugada, empujón por detrás, tras un balón dividido, y, en la siguiente, el cuatro árbitro levantaba el cartelón: “Siete minutos de descuento”. Siete más para este partido que había sido un intercambio de golpes, un balón al travesaño, con un gol de penalti tras regalo y otro en propia puerta, con errores, emoción y algo de caos. Caos como éste de los minutos finales. Ese que habían traído del banquillo Gelson y Correa. Caos como el que creaba Portu en cada carrera. Pero Savic le regalaba un balón al final en el área y su disparo se iba fuera. Respiraba Eusebio, que hacía un rato que se comía las uñas en el banquillo. Lo hacía el Cholo que se fue de Montilivi como llegó: sin haber ganado nunca al Girona. El partido a partido del Cholo se ha convertido en un empate a empate.
Habían comenzado los dos equipos buscando al contrario por la izquierda, su talón de Aquiles, punto débil. Saúl haciendo de Filipe, Granell un centrocampista convertido en carrilero izquierdo. El Girona pintado como le hace letal, 3-5-2 y un Atleti en rombo, con Thomas en la mediapunta, los dos muy intensos. Los primeros diez minutos fueron un asalto donde volaron los golpes de un solo boxeador, el Atlético, ayer con el azul de su tercera camiseta.
Salió como no acostumbra. No a esperar sino a ganar. Y a por ello se lanzó, ahogando al Girona y encerrándolo en el área de Bono. Fueron los diez primeros minutos de agobio, moviendo rápido la pelota, con un zapatazo desde la frontal de Griezmann que Bono rechazó al córner. Costa, que era titular, cojeaba. El Girona no era capaz de rozar una pelota. El asalto terminó con un leve silbido: el de un balón que se iba fuera acariciando el palo. Había sido un zapatazo de Granell. Segundo asalto. Ahora del Girona.
El púgil que ahora golpearía sería el de casa. El Girona es un equipo que se repliega rápido y bien y la circulación de balón del Atlético se convirtió en un lunes de lluvia en la M-30, monumental atasco. Patrick Roberts le bailaba a un Arias que no daba una y Pedro Porro lo hacía con un Saúl que le ponía todas las ganas pero estaba perdido. Y, mientras, la avispa de Montilivi se soltaba: Stuani. Buscó picar con una volea que se le fue alta y que llegó tras varios golpes seguidos. De Aleix García, de falta, de Bernando, con otro zapatazo que acarició el palo. Y Costa seguía cojeando, Pedro Porro era omnipresente ante un Lemar que estaba, otro díaa más, en día de versión Guadiana, de gemelo malo.
Un chut lejano y muy desviado de Thomas sería el comienzo de otro asalto en esta primera parte: de nuevo el Atleti se iría a vivir al área de Oblak, sólo le faltaba afinar el último pase. Una cabalgada de Saúl casi se convierte en el golpe definitivo. Combinó con Griezmann, que le devolvió el balón en el área para el disparo a bocajarro. El balón se estrelló en el larguero. Costa se desquiciaba con Rodrigo tras patear de espuela, y a las manos de Bono, un balón de Griezmann hacia el que el de Lagarto corría como el Expreso de Medianoche. Justo antes del descanso sería Simeone el desquiciado con Rodrigo. Un error suyo sería sí el golpe definitivo.
Rodrigo, hasta el momento impecable, dio un pase atrás y en horizontal sin mirar... que le entregaba el balón a un rival y el Girona sólo tuvo que quitarle el lazo al regalo. Stuani se escapó al área y Oblak, en la salida le arrolló. El árbitro lo vio fuera del área, el VAR que todo lo ve, corrigió: penalti. Lo marcó el propio Stuani. Descanso.
El Atleti tardaría en levantarse del golpe. Perdido Lemar, frustado Costa, desconectado Griezmann, golpeado Rodrigo. Y, mientras, Granell no hizo más grande la herida porque un libre directo que lanzó se fue un dedo fuera. Cuando Correa salió lo hizo por Rodrigo en el minuto 64 de un partido que le pedía antes, mucho antes. Primera pelota que tocó, primer alboroto. Reaccionó enseguida Eusebio. Tenía una carta en el banquillo, Portu, que regresaba de lesión mientras que Bono, se lesionaba e Iraizoz tomaba su sitio. Durante unos minutos no pasó nada, salvo eso, en la hierba.
Entonces Simeone sacó a su otro alborotador del banquillo, Gelson, y regresó el caos, toda la emoción que había invernado unos minutos. Detuvo Iraizoz un remate a bocajarro de Saúl pero no una contra en la que Correa y Costa se asociaron. Pase en largo del primero, control perfecto del segundo entre dos defensas, Ramalho tocó el balón y lo envió a la red. Costa corría entre improperios a recogerlo y el partido se metió en esos minutos de caos, faltas, emoción final y siete minutos de añadido, aunque nada de lo que pasó lo sacaría de las tablas. Ni el último regalo de Savic a Portu.
Patricia Cazón
As
Costa se enzarzaba con Bernardo en una jugada, empujón por detrás, tras un balón dividido, y, en la siguiente, el cuatro árbitro levantaba el cartelón: “Siete minutos de descuento”. Siete más para este partido que había sido un intercambio de golpes, un balón al travesaño, con un gol de penalti tras regalo y otro en propia puerta, con errores, emoción y algo de caos. Caos como éste de los minutos finales. Ese que habían traído del banquillo Gelson y Correa. Caos como el que creaba Portu en cada carrera. Pero Savic le regalaba un balón al final en el área y su disparo se iba fuera. Respiraba Eusebio, que hacía un rato que se comía las uñas en el banquillo. Lo hacía el Cholo que se fue de Montilivi como llegó: sin haber ganado nunca al Girona. El partido a partido del Cholo se ha convertido en un empate a empate.
Habían comenzado los dos equipos buscando al contrario por la izquierda, su talón de Aquiles, punto débil. Saúl haciendo de Filipe, Granell un centrocampista convertido en carrilero izquierdo. El Girona pintado como le hace letal, 3-5-2 y un Atleti en rombo, con Thomas en la mediapunta, los dos muy intensos. Los primeros diez minutos fueron un asalto donde volaron los golpes de un solo boxeador, el Atlético, ayer con el azul de su tercera camiseta.
Salió como no acostumbra. No a esperar sino a ganar. Y a por ello se lanzó, ahogando al Girona y encerrándolo en el área de Bono. Fueron los diez primeros minutos de agobio, moviendo rápido la pelota, con un zapatazo desde la frontal de Griezmann que Bono rechazó al córner. Costa, que era titular, cojeaba. El Girona no era capaz de rozar una pelota. El asalto terminó con un leve silbido: el de un balón que se iba fuera acariciando el palo. Había sido un zapatazo de Granell. Segundo asalto. Ahora del Girona.
El púgil que ahora golpearía sería el de casa. El Girona es un equipo que se repliega rápido y bien y la circulación de balón del Atlético se convirtió en un lunes de lluvia en la M-30, monumental atasco. Patrick Roberts le bailaba a un Arias que no daba una y Pedro Porro lo hacía con un Saúl que le ponía todas las ganas pero estaba perdido. Y, mientras, la avispa de Montilivi se soltaba: Stuani. Buscó picar con una volea que se le fue alta y que llegó tras varios golpes seguidos. De Aleix García, de falta, de Bernando, con otro zapatazo que acarició el palo. Y Costa seguía cojeando, Pedro Porro era omnipresente ante un Lemar que estaba, otro díaa más, en día de versión Guadiana, de gemelo malo.
Un chut lejano y muy desviado de Thomas sería el comienzo de otro asalto en esta primera parte: de nuevo el Atleti se iría a vivir al área de Oblak, sólo le faltaba afinar el último pase. Una cabalgada de Saúl casi se convierte en el golpe definitivo. Combinó con Griezmann, que le devolvió el balón en el área para el disparo a bocajarro. El balón se estrelló en el larguero. Costa se desquiciaba con Rodrigo tras patear de espuela, y a las manos de Bono, un balón de Griezmann hacia el que el de Lagarto corría como el Expreso de Medianoche. Justo antes del descanso sería Simeone el desquiciado con Rodrigo. Un error suyo sería sí el golpe definitivo.
Rodrigo, hasta el momento impecable, dio un pase atrás y en horizontal sin mirar... que le entregaba el balón a un rival y el Girona sólo tuvo que quitarle el lazo al regalo. Stuani se escapó al área y Oblak, en la salida le arrolló. El árbitro lo vio fuera del área, el VAR que todo lo ve, corrigió: penalti. Lo marcó el propio Stuani. Descanso.
El Atleti tardaría en levantarse del golpe. Perdido Lemar, frustado Costa, desconectado Griezmann, golpeado Rodrigo. Y, mientras, Granell no hizo más grande la herida porque un libre directo que lanzó se fue un dedo fuera. Cuando Correa salió lo hizo por Rodrigo en el minuto 64 de un partido que le pedía antes, mucho antes. Primera pelota que tocó, primer alboroto. Reaccionó enseguida Eusebio. Tenía una carta en el banquillo, Portu, que regresaba de lesión mientras que Bono, se lesionaba e Iraizoz tomaba su sitio. Durante unos minutos no pasó nada, salvo eso, en la hierba.
Entonces Simeone sacó a su otro alborotador del banquillo, Gelson, y regresó el caos, toda la emoción que había invernado unos minutos. Detuvo Iraizoz un remate a bocajarro de Saúl pero no una contra en la que Correa y Costa se asociaron. Pase en largo del primero, control perfecto del segundo entre dos defensas, Ramalho tocó el balón y lo envió a la red. Costa corría entre improperios a recogerlo y el partido se metió en esos minutos de caos, faltas, emoción final y siete minutos de añadido, aunque nada de lo que pasó lo sacaría de las tablas. Ni el último regalo de Savic a Portu.