Trump advierte a los demócratas de represalias si impulsan investigaciones en su contra

El presidente se atribuye el éxito de los republicanos en el Senado y minimiza la derrota en la Cámara de Representantes

Amanda Mars
Washington, El País
Donald Trump compareció ante la prensa este miércoles en la Casa Blanca, al día siguiente de la victoria demócrata en la Cámara de Representantes, y esquivó cualquier atisbo de autocrítica. Comenzó exaltando el triunfo en la Cámara alta, que se atribuyó, y minimizó el fracaso en la baja. También tendió la mano a los demócratas para colaborar, pese a lo bronco de la campaña electoral, aunque al mismo tiempo lanzó una amenaza con el Capitolio como rehén. “Hay muchas cosas en las que nos podemos entender, me gustaría ver unidad”, dijo. Al mismo tiempo, advirtió de que si la oposición impulsa investigaciones sobre él o sus negocios, habrá represalias. “Pueden jugar a eso, pero nosotros lo podemos jugar mejor porque tenemos una cosa llamada Senado de EE UU y un montón de cosas cuestionables que han hecho como las filtraciones de información clasificada y otras cosas que no deberían haber ocurrido”, dijo.


Por la mañana, Trump ironizó en Twitter con que la presidencia de la demócrata Nancy Pelosi en la Cámara de Representantes podría ser buena para los republicanos. Durante la campaña, Trump y los conservadores demonizaron a Pelosi, que ya ocupó el cargo entre 2007 y 2011. Sin embargo, en la rueda de prensa, el presidente elogió a la dirigente demócrata y se mostró dispuesto a trabajar con ella. Abogó por alcanzar una “bonita situación bipartita” y dijo que podría buscar acuerdos con los demócratas en la inversión en infraestructuras o en rebajar el coste de medicamentos.

Trump hizo estas declaraciones a la prensa desde la Casa Blanca con el recuento final aún completándose, pero con las novedades muy claras sobre la mesa: los demócratas se han convertido ya en un contrapeso importante a su mandato desde el control de una parte del Capitolio, la Cámara de Representantes.

No iba en ninguna papeleta, pero se había convertido en un candidato de facto, multiplicando su presencia en los medios de comunicación en los últimos días (30 actos en los dos últimos dos meses, según el propio Trump). No se recuerda a ningún otro gobernante que en unas elecciones legislativas se haya implicado hasta ese punto en la campaña.

Este protagonismo es un reflejo de lo que ha sido también su figura para los republicanos, con cada vez menos voces disidentes con respecto al presidente. La reciente muerte John McCain y la retirada de Jeff Flake, ambos senadores por Arizona, significa la desaparición de escena de dos de los pocos conservadores que le criticaban con dureza y sin ambages todo lo que consideraban que traicionaba el espíritu del llamado Grand Old Party. El partido de Abraham Lincoln ha visto a su presidente equiparar a neonazis con activistas contra la inmigración y amagar con eliminar la ciudadanía automática a los nacidos en EE UU de padres indocumentados. También le han visto e insultar públicamente a otros líderes políticos a través de Twitter.

El magnate neoyorquino, un outsider de la política, estrella de la telerrealidad, sacudió los cimientos de la formación cuando se convirtió en el candidato presidencial más inesperado y, aún más, cuando logró ganar la Casa Blanca tras una campaña en la que acabó solo, divorciado de todo el establishment republicano. Hoy es más dueño del partido que nunca.

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