Los próximos pasos de Brasil de cara al mundo
Ernesto Araújo
Infobae
A algunas personas les gustaría que el presidente electo Jair Bolsonaro hubiera elegido a un canciller que saliera por el mundo pidiendo disculpas. Querían una especie de 'Ministro de las Relaciones Avergonzadas' que les dijera a sus socios algo como: "Miren, los brasileños eligieron a Bolsonaro. No puedo hacer nada, es la democracia. Saben cómo es, el pueblo no entiende nada. Pero quédense tranquilos, pues aquí, en el frente externo, nada va a cambiar. Estoy aquí para matizar todas las posiciones del presidente, para cocinarlas y transformarlas en lo que ustedes ya conocen; seguiré hablando el lenguaje del orden global. Estoy aquí para no dejar que pase nada".
Ese es tipo es el canciller que los comentaristas de la prensa tradicional – nutridos por la convivencia con diplomáticos pretensiosos – quisieran ver. Alguien que enmarque al nuevo presidente, suavice sus ideas, frene su ímpetu de regeneración nacional bajo la excusa de que la política exterior es algo demasiado técnico para ser entendido por un simple presidente de la República, mucho menos por sus electores.
Parece prevalecer en esos medios la tesis de que un presidente puede cambiarlo todo, a excepción de la política exterior. Para ellos, la política exterior sería una región cerrada al mandato popular, una especie de 'zona de exclusión' para el pueblo; Itamaraty (sede de la cancillería) sería un Estado dentro del Estado, donde el Presidente sólo aparece como un invitado ilustre en las cenas oficiales, pero no tiene voz efectiva, o donde la voz del presidente -que es la sagrada voz del pueblo- es doblada en idioma de la ONU, y al ser doblada pierde el sentido, pues en el idioma de la ONU es imposible traducir palabras como amor, fe y patriotismo.
Eso es un gigantesco equívoco. En una democracia, la voluntad del pueblo debe penetrar en todas las políticas. Pero las personas de aquel sistema mediático-burocrático, que les gusta tanto hablar de democracia, no lo saben. Se preguntan, asustadas: "¿Qué van a pensar de mí los funcionarios de la ONU, qué va a decir de mí el New York Times, qué va a decir The Guardian, Le Monde?"
¿Y el pueblo brasileño? ¿No se preocupan por lo que el pueblo brasileño va a pensar de ustedes? ¿Saben quién es el pueblo brasileño? ¿Ya lo vieron? ¿Han visto a la muchacha que espera el autobús a las 4 de la mañana para ir a trabajar, con miedo de ser asaltada o violada? ¿La mujer que lleva a la hija enferma en una silla de ruedas precaria, empujándola de hospital a hospital sin conseguir atención? ¿El muchacho triste que vende pañuelos bajo el sol el día entero para mal conseguir el dinero para comer ? ¿La mujer que pide dinero para comprar remedio, pero en realidad es para comprar crack y olvidarse un poco de la vida? ¿Y el otro muchacho atravesando la calle de muletas, con una mochila toda rasgada a la espalda, en la que lleva un adhesivo del Bolsonaro, tal vez su esperanza de dar dignidad y sentido a su lucha diaria? ¿El padre de familia con una herida en la pierna que no cicatriza nunca porque tiene que trabajar tres turnos para poder alimentar a sus hijos?
Jair Bolsonaro y Ernesto Araújo (EFE)
Jair Bolsonaro y Ernesto Araújo (EFE)
Ahí está el pueblo brasileño, no en el New York Times. Si la política exterior no se relaciona con el sufrimiento, la pasión y la fibra de esas personas, entonces no sirve para nada.
Algunos periodistas están escandalizados, algunos colegas diplomáticos se rebelaron. ¿Rebelados por qué? ¿Porque por primera vez tendrán que mirar a su propio pueblo en la cara y escuchar su voz?
¿Usted, lector, quiere acabar con la ideología en la política exterior? Yo también quiero. Esa es la principal misión que el presidente Bolsonaro me confió: "Liberar a Itamaraty", como dijo en su pronunciamiento en la noche de la victoria.
Pero, ¿sabe en qué consiste la ideología que dice que hay que eliminar?
Usted dice que está contra la ideología, pero cuando digo que estoy en contra del marxismo en todas sus formas, usted se queja. Cuando me posiciono, por ejemplo, contra la ideología de género, contra el materialismo, contra el cercenamiento de la libertad de pensar y hablar, me llaman loco.
Pero, si eso no es el marxismo, con éstos y otros de sus muchos desdoblamientos, ¿entonces cuál es la ideología que usted quiere extirpar de la política exterior?
"La ideología del PT"(Partido de los Trabajadores), usted me dirá. ¿Y la ideología del PT acaso no es el marxismo?
Usted ha aprendido en la escuela que el marxismo predica la propiedad colectiva de los medios de producción, y deduce que si el PT no predica el fin de la propiedad privada, entonces no es marxista. Esta era, quizás, la posición del marxismo en 1917, es decir que usted está 100 años atrasado en su concepción del marxismo.
¿Usted se conforma con lo que escuchó de su profesora de Historia en una clase de la enseñanza media, nunca más estudió nada sobre marxismo o cualquier otra corriente ideológica, y ahora viene a pontificar e intentar decirme lo que es o lo que no es ideología?
Los marxistas culturales de hoy dicen que el "marxismo cultural" no existe y usted les cree, simplemente porque no tiene los elementos para juzgar y el conocimiento necesario. El hecho es que el marxismo, hace mucho tiempo, dejó de buscar el control de los medios de producción material y pasó a buscar el control de los medios de producción intelectual-fundamentalmente, los medios de producción del discurso público: medios y academia. Quien controla el discurso público, en los periódicos y universidades, controla la vida social de manera mucho más eficiente que la obtenida por el control de las fábricas o haciendas. Vencida en el terreno económico, la ideología marxista, a lo largo de las últimas décadas, ha penetrado insidiosamente en la cultura y el comportamiento, en las relaciones internacionales, en la familia y en todas partes.
Las cosas que yo critico, las critico porque sé que son parte de la ideología que usted dice repudiar. El alarmismo climático (sobre el que hablaré en otra oportunidad), el tercermundismo automático y otros arreglos falsamente antihegemónicas, la adhesión a las pautas abortistas y anticristianas en los foros multilaterales, la destrucción de la identidad de los pueblos por medio de la inmigración ilimitada, la transferencia brutal de poder económico en favor de países no democráticos y marxistas, la suavización en el trato dado a la dictadura venezolana, todo eso son elementos de la "ideología del PT", o sea, del marxismo, aún están muy presentes en la política exterior brasileña. Pero cuando me posiciono contra todos esos puntos, usted me acusa de ideologizado, y sostiene que no debería hacer nada al respecto.
Ernesto Araújo (Reuters)
Ernesto Araújo (Reuters)
Si usted repudia la "ideología del PT", pero no sabe lo que es, lo siento, pero usted no está capacitado para combatirla y retirarla de Itamaraty o de donde quiera que sea. Por el contrario, usted está ayudando a perpetuarla bajo nuevas formas. Si la prioridad es extraer la ideología de dentro de Itamaraty, ¿no le parece conveniente tener un canciller capaz de comprender la ideología que existe dentro de Itamaraty?
¿Alguien que lo estudia en los libros, hace muchos años, y no simplemente escuchó alguna referencia en un segmento del Globo Reportero?
Muchos pensadores marxistas brillantes llevan 100 años trabajando incansablemente y programando la penetración de la cultura social y política, de manera velada, pero por eso profunda, a favor de su proyecto de poder – y usted cree que para combatir eso basta con decir "no existe más ideología en el Itamaraty ", o basta pronunciar "pragmatismo" como una palabra mágica que se instalará sola? Gramsci, Lukács, Kojève, Adorno, Marcuse se ríen en su cara. O mejor, no están riendo, porque los marxistas no tiene sentido del humor, pero usted sabe lo que quiero decir.
¿Está contra la ideología?
Entonces necesita a alguien que entienda de ideología. Para curar una enfermedad, no basta con decir que la detestamos, es preciso conocer sus causas y manifestaciones, sus estrategias y sus disfraces.
¿Está a favor de la democracia?
Entonces deje al pueblo brasileño entrar en la política exterior.
*Ernesto Araújo es el próximo canciller de Brasil, y asumirá su mandato el próximo 1 de enero
Infobae
A algunas personas les gustaría que el presidente electo Jair Bolsonaro hubiera elegido a un canciller que saliera por el mundo pidiendo disculpas. Querían una especie de 'Ministro de las Relaciones Avergonzadas' que les dijera a sus socios algo como: "Miren, los brasileños eligieron a Bolsonaro. No puedo hacer nada, es la democracia. Saben cómo es, el pueblo no entiende nada. Pero quédense tranquilos, pues aquí, en el frente externo, nada va a cambiar. Estoy aquí para matizar todas las posiciones del presidente, para cocinarlas y transformarlas en lo que ustedes ya conocen; seguiré hablando el lenguaje del orden global. Estoy aquí para no dejar que pase nada".
Ese es tipo es el canciller que los comentaristas de la prensa tradicional – nutridos por la convivencia con diplomáticos pretensiosos – quisieran ver. Alguien que enmarque al nuevo presidente, suavice sus ideas, frene su ímpetu de regeneración nacional bajo la excusa de que la política exterior es algo demasiado técnico para ser entendido por un simple presidente de la República, mucho menos por sus electores.
Parece prevalecer en esos medios la tesis de que un presidente puede cambiarlo todo, a excepción de la política exterior. Para ellos, la política exterior sería una región cerrada al mandato popular, una especie de 'zona de exclusión' para el pueblo; Itamaraty (sede de la cancillería) sería un Estado dentro del Estado, donde el Presidente sólo aparece como un invitado ilustre en las cenas oficiales, pero no tiene voz efectiva, o donde la voz del presidente -que es la sagrada voz del pueblo- es doblada en idioma de la ONU, y al ser doblada pierde el sentido, pues en el idioma de la ONU es imposible traducir palabras como amor, fe y patriotismo.
Eso es un gigantesco equívoco. En una democracia, la voluntad del pueblo debe penetrar en todas las políticas. Pero las personas de aquel sistema mediático-burocrático, que les gusta tanto hablar de democracia, no lo saben. Se preguntan, asustadas: "¿Qué van a pensar de mí los funcionarios de la ONU, qué va a decir de mí el New York Times, qué va a decir The Guardian, Le Monde?"
¿Y el pueblo brasileño? ¿No se preocupan por lo que el pueblo brasileño va a pensar de ustedes? ¿Saben quién es el pueblo brasileño? ¿Ya lo vieron? ¿Han visto a la muchacha que espera el autobús a las 4 de la mañana para ir a trabajar, con miedo de ser asaltada o violada? ¿La mujer que lleva a la hija enferma en una silla de ruedas precaria, empujándola de hospital a hospital sin conseguir atención? ¿El muchacho triste que vende pañuelos bajo el sol el día entero para mal conseguir el dinero para comer ? ¿La mujer que pide dinero para comprar remedio, pero en realidad es para comprar crack y olvidarse un poco de la vida? ¿Y el otro muchacho atravesando la calle de muletas, con una mochila toda rasgada a la espalda, en la que lleva un adhesivo del Bolsonaro, tal vez su esperanza de dar dignidad y sentido a su lucha diaria? ¿El padre de familia con una herida en la pierna que no cicatriza nunca porque tiene que trabajar tres turnos para poder alimentar a sus hijos?
Jair Bolsonaro y Ernesto Araújo (EFE)
Jair Bolsonaro y Ernesto Araújo (EFE)
Ahí está el pueblo brasileño, no en el New York Times. Si la política exterior no se relaciona con el sufrimiento, la pasión y la fibra de esas personas, entonces no sirve para nada.
Algunos periodistas están escandalizados, algunos colegas diplomáticos se rebelaron. ¿Rebelados por qué? ¿Porque por primera vez tendrán que mirar a su propio pueblo en la cara y escuchar su voz?
¿Usted, lector, quiere acabar con la ideología en la política exterior? Yo también quiero. Esa es la principal misión que el presidente Bolsonaro me confió: "Liberar a Itamaraty", como dijo en su pronunciamiento en la noche de la victoria.
Pero, ¿sabe en qué consiste la ideología que dice que hay que eliminar?
Usted dice que está contra la ideología, pero cuando digo que estoy en contra del marxismo en todas sus formas, usted se queja. Cuando me posiciono, por ejemplo, contra la ideología de género, contra el materialismo, contra el cercenamiento de la libertad de pensar y hablar, me llaman loco.
Pero, si eso no es el marxismo, con éstos y otros de sus muchos desdoblamientos, ¿entonces cuál es la ideología que usted quiere extirpar de la política exterior?
"La ideología del PT"(Partido de los Trabajadores), usted me dirá. ¿Y la ideología del PT acaso no es el marxismo?
Usted ha aprendido en la escuela que el marxismo predica la propiedad colectiva de los medios de producción, y deduce que si el PT no predica el fin de la propiedad privada, entonces no es marxista. Esta era, quizás, la posición del marxismo en 1917, es decir que usted está 100 años atrasado en su concepción del marxismo.
¿Usted se conforma con lo que escuchó de su profesora de Historia en una clase de la enseñanza media, nunca más estudió nada sobre marxismo o cualquier otra corriente ideológica, y ahora viene a pontificar e intentar decirme lo que es o lo que no es ideología?
Los marxistas culturales de hoy dicen que el "marxismo cultural" no existe y usted les cree, simplemente porque no tiene los elementos para juzgar y el conocimiento necesario. El hecho es que el marxismo, hace mucho tiempo, dejó de buscar el control de los medios de producción material y pasó a buscar el control de los medios de producción intelectual-fundamentalmente, los medios de producción del discurso público: medios y academia. Quien controla el discurso público, en los periódicos y universidades, controla la vida social de manera mucho más eficiente que la obtenida por el control de las fábricas o haciendas. Vencida en el terreno económico, la ideología marxista, a lo largo de las últimas décadas, ha penetrado insidiosamente en la cultura y el comportamiento, en las relaciones internacionales, en la familia y en todas partes.
Las cosas que yo critico, las critico porque sé que son parte de la ideología que usted dice repudiar. El alarmismo climático (sobre el que hablaré en otra oportunidad), el tercermundismo automático y otros arreglos falsamente antihegemónicas, la adhesión a las pautas abortistas y anticristianas en los foros multilaterales, la destrucción de la identidad de los pueblos por medio de la inmigración ilimitada, la transferencia brutal de poder económico en favor de países no democráticos y marxistas, la suavización en el trato dado a la dictadura venezolana, todo eso son elementos de la "ideología del PT", o sea, del marxismo, aún están muy presentes en la política exterior brasileña. Pero cuando me posiciono contra todos esos puntos, usted me acusa de ideologizado, y sostiene que no debería hacer nada al respecto.
Ernesto Araújo (Reuters)
Ernesto Araújo (Reuters)
Si usted repudia la "ideología del PT", pero no sabe lo que es, lo siento, pero usted no está capacitado para combatirla y retirarla de Itamaraty o de donde quiera que sea. Por el contrario, usted está ayudando a perpetuarla bajo nuevas formas. Si la prioridad es extraer la ideología de dentro de Itamaraty, ¿no le parece conveniente tener un canciller capaz de comprender la ideología que existe dentro de Itamaraty?
¿Alguien que lo estudia en los libros, hace muchos años, y no simplemente escuchó alguna referencia en un segmento del Globo Reportero?
Muchos pensadores marxistas brillantes llevan 100 años trabajando incansablemente y programando la penetración de la cultura social y política, de manera velada, pero por eso profunda, a favor de su proyecto de poder – y usted cree que para combatir eso basta con decir "no existe más ideología en el Itamaraty ", o basta pronunciar "pragmatismo" como una palabra mágica que se instalará sola? Gramsci, Lukács, Kojève, Adorno, Marcuse se ríen en su cara. O mejor, no están riendo, porque los marxistas no tiene sentido del humor, pero usted sabe lo que quiero decir.
¿Está contra la ideología?
Entonces necesita a alguien que entienda de ideología. Para curar una enfermedad, no basta con decir que la detestamos, es preciso conocer sus causas y manifestaciones, sus estrategias y sus disfraces.
¿Está a favor de la democracia?
Entonces deje al pueblo brasileño entrar en la política exterior.
*Ernesto Araújo es el próximo canciller de Brasil, y asumirá su mandato el próximo 1 de enero