Keylor o Courtois, campo minado

Con la elección del portero que jugará la Champions, Santiago Solari tomó una decisión que marcó negativamente a Lopetegui y que tiene en vilo al vestuario y la directiva

Diego Torres
Pilsen, El País
La noche que el Madrid perdió su primer partido de LaLiga esta temporada, ante el Sevilla en el Sánchez Pizjuán (3-0), en la comitiva de dirigentes desplazados se extendió una impresión malhumorada. Decían que había jugadores en la defensa del Madrid que se comportaban como si no quisieran que Thibaut Courtois se asentara como titular. El portero belga de 26 años, principal fichaje del último mercado de verano, suponía una cuña en la transición generacional del equipo que algunos veteranos, a decir de los miembros de la junta, no tolerarían sin revolverse. Su competencia por el puesto en duelo singular con Keylor Navas era el reflejo de dos corrientes encontradas: el presidente Florentino Pérez, gran avalista de Courtois, y los capitanes, inclinados por Keylor.


“Tú lo que quieres es sacarme la alineación y no te le voy a decir”, replicó Santiago Solari a un enviado especial a Pilsen que le preguntó cómo afectaba al funcionamiento del Madrid el hecho de jugar con Courtois o con Keylor. La cuestión, puramente futbolística, puso en guardia al entrenador provisional. Sonriente en el requiebro, el hombre es muy consciente de que las palabras no bastan para desactivar un campo minado.

Solari sabe que los entrenadores se convierten en jueces y hay decisiones que los acaban condenando. Su predecesor en el banquillo, Julen Lopetegui, marcó su trayectoria en el Madrid cuando el 1 de septiembre resolvió quitar a Keylor del equipo que disputaría LaLiga para situar bajo los palos a Courtois, a quien, a su vez, relegaría al banquillo en la Champions en favor del tico. Ni los capitanes ni la directiva ni los dos implicados sintieron que Lopetegui obraba con justicia. Dos meses más tarde el enredo se ha fosilizado. Ahora corresponde a Solari resolver sobre la decisión maldita. Tanto si deja las cosas como están como si no, abordará uno de los problemas más delicados de la actual crisis del Madrid.

“En mi época el titular se mantenía; ahora los entrenadores rotan porque quieren tener a todos contentos para que entrenen bien”, dice Miguel Ángel González, portero madridista de los años setenta que disputó la titularidad con Mariano García Remón en un duelo ya mítico. “Esa rivalidad que produce la rotación te empuja a superarte y es buena a corto plazo, pero a la larga puede tener efectos negativos. El portero es el puesto más específico que existe. No funciona como un jugador de campo. Necesita jugar partidos continuamente para estar en forma. Si entras y sales nunca acabarás de sentirte seguro y de transmitir confianza a tu equipo”.

La tensión competitiva en la línea de guardametas del Madrid no es nueva. La última vez que el equipo sufrió este proceso fue en la temporada 2013-2014. Los protagonistas fueron Iker Casillas, empujado por la directiva hacia la retirada, y Diego López, utilizado para hacer palanca. En un intento de proporcionar un equilibrio, Carlo Ancelotti dio la Liga a López y la Champions a Casillas. Los veteranos de aquella experiencia recuerdan que los resultados no invitaron a repetirla. LaLiga, dicen, es “el torneo que te da de comer” y debe jugarlo el mejor. Entonces se perdió después de que Diego López cometiera algunos errores sonados. Casillas, por su parte, ganó la Décima después de exhibir una creciente inestabilidad emocional. No se recuperó hasta que fichó por el Oporto en 2015.
“Condiciona todo”

“Unos porteros hablan más, otros son más callados, unos mandan más y otros mandan menos", advierte Miguel Ángel." Esto es relevante porque el jugador que mejor ve lo que pasa en el campo es el portero y puede condicionar todo el funcionamiento del equipo. Es el organizador. El portero es el que tiene que alertar al compañero que se despista, el que corrige al que pierde la posición. Esta comunicación hace que los jugadores necesiten acostumbrarse a un portero para tener esa tranquilidad. Cuando cambias de portero cambias mucho más que a un hombre por otro. Es un dilema. Un dilema que durará todo el año porque es muy difícil mantener en una misma plantilla a tres porteros como Keylor, Courtois y Kiko Casilla, que, no olvidemos, es un meta de primer nivel”.

Ramos y Marcelo no olvidan el martirio al que la directiva, siempre empeñada en forzar transiciones, sometió a Casillas. Ahora temen que Keylor, amigo y poder fáctico en el vestuario, corra la misma suerte y acabe por anticipar el destino de todos los veteranos de las Champions de Zidane.

En Pilsen, Solari solo respondió con evasivas. Cambiar porteros no es solo cambiar porteros.

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