El Madrid da cuerda a Solari
Ante el silencio del club, la federación confirma que la entidad ha hecho los trámites burocráticos reglamentarios para que el argentino deje de ser provisional
Diego Torres
Madrid, El País
La federación española de fútbol informó este lunes por la mañana de que había emitido la licencia de Santiago Solari como primer entrenador del Real Madrid, trámite que requiere la formalización de un contrato específico. El procedimiento puso término a la interinidad del hasta ahora técnico del Castilla, cuyo nombramiento con carácter “provisional” se publicó el 29 de octubre mediante el mismo comunicado que anunció la destitución de su predecesor, Julen Lopetegui. Esta vez el club no confirmó oficialmente la nueva contratación.
El artículo 160 del reglamento de la federación dispone que los entrenadores no pueden ocupar banquillos de forma interina por un tiempo superior a 15 días. Exactamente el plazo que se cumplió este lunes contando a partir del 29. Puro curso burocrático para determinar el ascenso de un entrenador que se cuida de no destacar por encima del orden institucional. Un técnico que no emite las señales de ambición propias de su gremio cuando se sienta en un banquillo tan codiciado. Como señaló un empleado del club la semana pasada, Solari es el primer técnico que sube al primer equipo sin que la entidad tenga la sensación de estar mejorando su situación.
La cúpula directiva del Madrid desplegó toda su red de informadores para examinar a Solari en los últimos días. No faltaron los escépticos. En su contra operaba una evidencia certificada por todas las fuentes: los jugadores le perciben como el brazo armado del presidente, Florentino Pérez, alguien capaz de postergar a Isco o Modric para dar minutos a Vinicius o Ceballos de acuerdo con los despachos donde se define la estrategia deportiva.
En su favor pesa la percepción general en la plantilla de que se trata de un hombre gentil y dialogante. No es alguien en quien los futbolistas perciban un jefe autoritario y vanidoso capaz de maldades con tal de labrarse una reputación. Lo aseguran los asesores presidenciales. Florentino Pérez sabe que el mayor aval de Solari es el miedo que tiene la plantilla a que Antonio Conte o —peor aún— José Mourinho se metan en el camerino. Ese miedo puede traducirse en energía competitiva. Pero no es suficiente. Los dirigentes han tenido la certeza de que cualquier solución será la menos mala. Hasta que no se selló el triunfo ante el Celta (2-4), el domingo por la noche, el presidente no dio la última palabra al ascenso. Según fuentes del Bernabéu, el contrato previsto la semana pasada le asegura esta temporada y dos más por unos cuatro millones de euros netos cada una.
A Solari, lo repiten en el club, solo le preocupa permanecer al servicio del Madrid, da igual en qué puesto. Desde 2013 se encontró cómodo trabajando en las categorías inferiores y los ejecutivos del club, con José Ángel Sánchez a la cabeza, no tardaron en descubrir un filón en sus dotes administrativas. Fue capaz de alinear un delantero chino inscrito en su equipo por razones comerciales sin provocar un escándalo; rescató de la sombra a Odegaard —marginado por Zidane— y lo adiestró para devolverlo a la competición y al mercado; y garantizó la capitanía de Enzo Zidane y la titularidad de Luca Zidane contra la opinión de algunos de sus compañeros.
Con Solari a cargo del Castilla, la familia Zidane vivió dos años sin los sobresaltos de épocas pasadas, cuando el entrenador de turno hacía lo que le daba la gana. Controlado el frente doméstico, Zidane pudo entregarse tranquilo a entrenar. El saldo fue de una Liga y tres Champions.
Los dirigentes tomaron nota de la labor de saneamiento. El Castilla sirvió de amortiguador. Situaciones que habrían desintegrado la convivencia con otro entrenador, con Solari al frente se volvieron soportables. Con él, el Castilla nunca disputó un playoff de ascenso a Segunda pero preservó un clima imprescindible para asegurar la formación de los jugadores en circunstancias que no siempre lo propiciaron.
Diego Torres
Madrid, El País
La federación española de fútbol informó este lunes por la mañana de que había emitido la licencia de Santiago Solari como primer entrenador del Real Madrid, trámite que requiere la formalización de un contrato específico. El procedimiento puso término a la interinidad del hasta ahora técnico del Castilla, cuyo nombramiento con carácter “provisional” se publicó el 29 de octubre mediante el mismo comunicado que anunció la destitución de su predecesor, Julen Lopetegui. Esta vez el club no confirmó oficialmente la nueva contratación.
El artículo 160 del reglamento de la federación dispone que los entrenadores no pueden ocupar banquillos de forma interina por un tiempo superior a 15 días. Exactamente el plazo que se cumplió este lunes contando a partir del 29. Puro curso burocrático para determinar el ascenso de un entrenador que se cuida de no destacar por encima del orden institucional. Un técnico que no emite las señales de ambición propias de su gremio cuando se sienta en un banquillo tan codiciado. Como señaló un empleado del club la semana pasada, Solari es el primer técnico que sube al primer equipo sin que la entidad tenga la sensación de estar mejorando su situación.
La cúpula directiva del Madrid desplegó toda su red de informadores para examinar a Solari en los últimos días. No faltaron los escépticos. En su contra operaba una evidencia certificada por todas las fuentes: los jugadores le perciben como el brazo armado del presidente, Florentino Pérez, alguien capaz de postergar a Isco o Modric para dar minutos a Vinicius o Ceballos de acuerdo con los despachos donde se define la estrategia deportiva.
En su favor pesa la percepción general en la plantilla de que se trata de un hombre gentil y dialogante. No es alguien en quien los futbolistas perciban un jefe autoritario y vanidoso capaz de maldades con tal de labrarse una reputación. Lo aseguran los asesores presidenciales. Florentino Pérez sabe que el mayor aval de Solari es el miedo que tiene la plantilla a que Antonio Conte o —peor aún— José Mourinho se metan en el camerino. Ese miedo puede traducirse en energía competitiva. Pero no es suficiente. Los dirigentes han tenido la certeza de que cualquier solución será la menos mala. Hasta que no se selló el triunfo ante el Celta (2-4), el domingo por la noche, el presidente no dio la última palabra al ascenso. Según fuentes del Bernabéu, el contrato previsto la semana pasada le asegura esta temporada y dos más por unos cuatro millones de euros netos cada una.
A Solari, lo repiten en el club, solo le preocupa permanecer al servicio del Madrid, da igual en qué puesto. Desde 2013 se encontró cómodo trabajando en las categorías inferiores y los ejecutivos del club, con José Ángel Sánchez a la cabeza, no tardaron en descubrir un filón en sus dotes administrativas. Fue capaz de alinear un delantero chino inscrito en su equipo por razones comerciales sin provocar un escándalo; rescató de la sombra a Odegaard —marginado por Zidane— y lo adiestró para devolverlo a la competición y al mercado; y garantizó la capitanía de Enzo Zidane y la titularidad de Luca Zidane contra la opinión de algunos de sus compañeros.
Con Solari a cargo del Castilla, la familia Zidane vivió dos años sin los sobresaltos de épocas pasadas, cuando el entrenador de turno hacía lo que le daba la gana. Controlado el frente doméstico, Zidane pudo entregarse tranquilo a entrenar. El saldo fue de una Liga y tres Champions.
Los dirigentes tomaron nota de la labor de saneamiento. El Castilla sirvió de amortiguador. Situaciones que habrían desintegrado la convivencia con otro entrenador, con Solari al frente se volvieron soportables. Con él, el Castilla nunca disputó un playoff de ascenso a Segunda pero preservó un clima imprescindible para asegurar la formación de los jugadores en circunstancias que no siempre lo propiciaron.