El Atleti, en octavos sin sudar
Tras el 'palo' del año pasado, el equipo ganó y ya está en la siguiente ronda. Marcaron Koke (con ayuda) y Griezmann. Falcao, homenajeado, falló un penalti.
Patricia Cazón
As
Hacía apenas nada que Falcao había vuelto a asomar del banquillo, que allí comenzó su partido, suplente, y la grada había roto a aplaudir presentándose el Metropolitano. Hacía poco más de un minuto que el balón comenzó a rodar. Tenía el Atleti el balón, con la portería de Bengalio en el ojo. Un Atleti sin Saúl, en el banquillo, y con Correa haciendo de Costa, junto a Griezmann. Fue el francés condujo el balón hacia el área, pegado a la banda, quien levantó la cabeza y buscó a Koke plantado con facilidad en la frontal. De la bota le salió un tirito ante el que el Metropolitano volvería a romper a aplaudir. Pegó en Badiashile, despistó a Benaglio, que sólo pudo ver cómo se introducía en su portería esa la pelota. Un minuto y 33 segundos decía el reloj. El Atleti ya era equipo de octavos esta Champions. Henry, cariacontecido, aplaudía como el Metropolitano.
Su Mónaco nunca llegó a ser rival. Saltó con un equipo cargado de futuro. Sólo eso. Las lesiones (13) lastran, el aprieto de su liga ahoga. Con muchos chavales y sin brújula. Juego yermo, presión inexistente y Falcao en el banquillo mordiéndose las uñas. Los de Henry intentaban tocar pero como los músicos del Titanic, con la resignación ante lo inevitable. El equipo del que salieron Carrasco, Mbappé, Lemar o James vive la peor racha de juego de su historia. Y no sacaría la cabeza en el Metropolitano.
Al Atleti no le hacía falta sudar para avasallar. Rodrigo y Thomas ya es un doble pivote engranado, Lemar con el día que sí y Correa también. La jugada la inició Rodrigo con un pase para romper líneas que sólo un jugador como él puede ver: los pasillos en los bosques de piernas. Griezmann y apertura a Correa, que baila. Conduce, finta, sienta a Jemerson, centra y pasa atrás, hacia Griezmann que con el exterior, plin, golpea por segunda vez a Benaglio. 2-0. Y sin sudar todavía. Antes del descanso hubo un palo de Lemar, un tiro de Griezmann alto, un casi de Correa y una jugada de Filipe en el área que habría firmado Messi. Se la estropeó Biancone despejando a córner. La noche se le iba a hacer larga para Henry.
El descanso al principio no pareció cambiar nada, sólo que el Cholo comenzó a pensar en Girona. Salió Koke entró Vitolo, que se está ganando el sitio al estilo Cholo, partido a partido. El Mónaco seguía sin encontrar la brújula, pobre, sin organización. Golovin era su sombra. Tielemans lo mismo. Sólo Chadli tiraba de todo. Entonces volvió a pasar. El estadio en pie, un aplauso infinito. En el banquillo un Tigre se quitaba la chaqueta para volver pisar su casa, aunque ya no lo sea. Falcao, leyenda sin placa pero con eso que vale aún más: este aplauso de la afición, un hueco en el corazón. En cuanto pisó la hierba, Oblak dejaría de ser holograma mientras el Metropolitano se aprendía ese grito que sonó tan alto en el Calderón. El Tigre Falcao..., El Tigre Falcao...
Se estiró el Mónaco. Cuatro minutos le bastaron al Tigre para plantarse en el área, girarse y disparar, tan fácil le sale, todavía. Pero su zarpazo fue leve, sencillo para Oblak. Simeone siguió pensando en Girona. Salieron Lemar y Correa, entraron Kalinic y Saúl y su equipo se destensó. Estaba hecho, los octavos ahí, aunque el balón siguiera rodando. El Atlético dejó de jugar. Con el resultado valía. El Mónaco encontró en Falcao la brújula y lo que fue paseo militar se terminó enredando. Savic vio la amarilla por una mano en el área y era la segunda que antes ya la había visto por un codazo a Raggi hacía un rato. A la ducha y penalti. Lanzó Falcao. Pero este Mónaco le ha rebajado el olfato. Lo envió fuera. No respiraría Oblak, sin embargo, que vivió diez minutos finales de agobio. Rozaba Tielemans, lo intentaba Grandsir, acechaba el Tigre. Cuando pitó el árbitro el Atleti sufría un poco pero ya era un equipo de octavos. Sabe mejor después del Qarabag.
Patricia Cazón
As
Hacía apenas nada que Falcao había vuelto a asomar del banquillo, que allí comenzó su partido, suplente, y la grada había roto a aplaudir presentándose el Metropolitano. Hacía poco más de un minuto que el balón comenzó a rodar. Tenía el Atleti el balón, con la portería de Bengalio en el ojo. Un Atleti sin Saúl, en el banquillo, y con Correa haciendo de Costa, junto a Griezmann. Fue el francés condujo el balón hacia el área, pegado a la banda, quien levantó la cabeza y buscó a Koke plantado con facilidad en la frontal. De la bota le salió un tirito ante el que el Metropolitano volvería a romper a aplaudir. Pegó en Badiashile, despistó a Benaglio, que sólo pudo ver cómo se introducía en su portería esa la pelota. Un minuto y 33 segundos decía el reloj. El Atleti ya era equipo de octavos esta Champions. Henry, cariacontecido, aplaudía como el Metropolitano.
Su Mónaco nunca llegó a ser rival. Saltó con un equipo cargado de futuro. Sólo eso. Las lesiones (13) lastran, el aprieto de su liga ahoga. Con muchos chavales y sin brújula. Juego yermo, presión inexistente y Falcao en el banquillo mordiéndose las uñas. Los de Henry intentaban tocar pero como los músicos del Titanic, con la resignación ante lo inevitable. El equipo del que salieron Carrasco, Mbappé, Lemar o James vive la peor racha de juego de su historia. Y no sacaría la cabeza en el Metropolitano.
Al Atleti no le hacía falta sudar para avasallar. Rodrigo y Thomas ya es un doble pivote engranado, Lemar con el día que sí y Correa también. La jugada la inició Rodrigo con un pase para romper líneas que sólo un jugador como él puede ver: los pasillos en los bosques de piernas. Griezmann y apertura a Correa, que baila. Conduce, finta, sienta a Jemerson, centra y pasa atrás, hacia Griezmann que con el exterior, plin, golpea por segunda vez a Benaglio. 2-0. Y sin sudar todavía. Antes del descanso hubo un palo de Lemar, un tiro de Griezmann alto, un casi de Correa y una jugada de Filipe en el área que habría firmado Messi. Se la estropeó Biancone despejando a córner. La noche se le iba a hacer larga para Henry.
El descanso al principio no pareció cambiar nada, sólo que el Cholo comenzó a pensar en Girona. Salió Koke entró Vitolo, que se está ganando el sitio al estilo Cholo, partido a partido. El Mónaco seguía sin encontrar la brújula, pobre, sin organización. Golovin era su sombra. Tielemans lo mismo. Sólo Chadli tiraba de todo. Entonces volvió a pasar. El estadio en pie, un aplauso infinito. En el banquillo un Tigre se quitaba la chaqueta para volver pisar su casa, aunque ya no lo sea. Falcao, leyenda sin placa pero con eso que vale aún más: este aplauso de la afición, un hueco en el corazón. En cuanto pisó la hierba, Oblak dejaría de ser holograma mientras el Metropolitano se aprendía ese grito que sonó tan alto en el Calderón. El Tigre Falcao..., El Tigre Falcao...
Se estiró el Mónaco. Cuatro minutos le bastaron al Tigre para plantarse en el área, girarse y disparar, tan fácil le sale, todavía. Pero su zarpazo fue leve, sencillo para Oblak. Simeone siguió pensando en Girona. Salieron Lemar y Correa, entraron Kalinic y Saúl y su equipo se destensó. Estaba hecho, los octavos ahí, aunque el balón siguiera rodando. El Atlético dejó de jugar. Con el resultado valía. El Mónaco encontró en Falcao la brújula y lo que fue paseo militar se terminó enredando. Savic vio la amarilla por una mano en el área y era la segunda que antes ya la había visto por un codazo a Raggi hacía un rato. A la ducha y penalti. Lanzó Falcao. Pero este Mónaco le ha rebajado el olfato. Lo envió fuera. No respiraría Oblak, sin embargo, que vivió diez minutos finales de agobio. Rozaba Tielemans, lo intentaba Grandsir, acechaba el Tigre. Cuando pitó el árbitro el Atleti sufría un poco pero ya era un equipo de octavos. Sabe mejor después del Qarabag.