Cristiano siempre vuelve, Mourinho nunca muere

Tras un partido dominado por la Juve y un golazo de Ronaldo, que rompió su sequía en la Champions, el United dio la vuelta a la tortilla con Mata y un gol en propia puerta de Alex Sandro.

Mirko Calemme
As
El Juve-Manchester United nos dejó dos lecciones muy claras: Cristiano siempre vuelve, Mourinho nunca muere. Justo después del golazo con el que el delantero interrumpió su racha sin goles en Champions de 453 minutos, el conjunto del técnico luso resucitó, consiguiendo una victoria decisiva por su carrera hacia la clasificación y, quizás, su temporada.


Tras un buen arranque de los Red Devils, que intentaron evitar el dominio bianconero de la ida, con el paso de los minutos el guion comenzó a parecerse al que vimos en el Old Trafford: la Juve crecía, agarrada a un siempre activo Cristiano, y de un centro del exmadridista nació la jugada más peligrosa, con Khedira que, solo en el corazón del área, golpeó el poste.

El equipo inglés tuvo un intento de reacción tras el descanso, pero la Vecchia Signora se había despertado y el 1-0 sólo era cuestión de tiempo. Dybala volvió a avisar con una rosca que se topó con el travesaño, pero su bonito remate fue el entremés antes del plato fuerte de la noche, que llegó en el 65’.

Si tocar el balón no estaba sirviendo para tumbar el muro del United, la Juve optó por un sencillo cambio de planes: un pase largo de Bonucci para Cristiano, que se coló detrás de la zaga y destrozó la portería con una volea tan potente y estilísticamente perfecta. Rompió la sequía de Champions a su manera.

Luego, Pjanic y Cuadrado desperdiciaron increíblemente dos oportunidades para sentenciar y dejaron a Mourinho con vida, un error mortal. Sus revulsivos dieron la vuelta a la tortilla entre el 88' y el 90': Mata puso las tablas con un maravilloso lanzamiento de falta, Fellaini peinó para Pogba un centro de Young que Alex Sandro acabó metiendo en propia puerta. Se acabó así, 1-2, y Mou se tomó su venganza en el centro del campo, llevándose la mano a la oreja para escuchar mejor los insultos de sus viejos ‘enemigos’ por su pasado interista. Nunca darle por muerto.

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