Benzema contrata a Solari

Partido para el recuerdo y dos goles del francés. El Celta apretó, pegó demasiado y acabó con diez. Ramos y Ceballos adornaron el triunfo del Madrid. Casemiro, Reguilón y Nacho, lesionados.


Luis Nieto
As
Cuatro victorias en cuatro partidos le dan a Solari, a falta de confirmación oficial, el permiso de residencia en el Madrid. Debe agradecérselo a Benzema, en el partido con mejor iluminación que se le recuerda. Hizo un gol y tres cuartos de otro, más un remate al palo, más un amplísimo repertorio de habilidades. Él solo acabó con el Celta, que pegó más que jugó.


Sin ir más allá en las indagaciones, sí se aprecian dos cambios significativos en la era Solari, que está a punto de perder la provisionalidad: la flor y Benzema. En Balaídos, en orden inverso. Con lo uno y con el otro está pasando el luto el Madrid, ayudado por algunos desvanecimientos del Barça y la igualdad general.

En contra del los pronósticos, Solari volvió a sentar a Isco y Asensio. Es lo que tiene el Madrid, que sólo permite a sus futbolistas días buenos y mejores. Solari se inclina por Lucas Vázquez, que depende más del trabajo que de la inspiración. Y aguantó a Bale, en la izquierda, sin síntomas de haber recuperado el apetito. Ahora no es ni corista ni solista.

El primer giro fue del Madrid, que antes de los tres minutos se había procurado dos ocasiones, ambas de Benzema. Una rareza en un grupo con el motor de arranque frecuentemente averiado. Luego el partido sopló a un lado y a otro entre dos equipos mejores con la pelota que sin ella.

Lo mejor del Celta está en campo contrario, especialmente con la mezcla Aspas-Maxi, que le hace rápido y poderoso. Con ellos y con el empuje de sus mediocentros apretó un buen rato al Madrid. Okay, en un córner, cabeceó al palo, el cuarto que recibe Courtois en los últimos tres partidos. De ahí salió el equipo de Solari con una genialidad de Benzema. Le señaló el desmarque a Modric, que ahora necesita más recuperadores que aduladores, y recogió el envío como un acróbata. Sin perder la carrera y casi de espaldas se lo orientó a la derecha para acribillar a Sergio Álvarez. Lástima que espacie tanto sus prodigios y que, entre uno y otro, pase poca cosa.

Luego el partido fue enredándosele al Madrid, que antes del descanso perdió por lesión a Casemiro y Reguilón y después, a Nacho. Y Bale quedó muy lastimado por un patadón de Hugo Mallo. Al Celta se le fue la mano con las entradas en aquella fase, pero en esa fiereza, a veces al otro lado de la ley, encontró respuestas. Muy cerca del final de la primera parte Courtois evitó el empate de Brais Méndez.

La dureza del Celta

Los resultados han llevado al Madrid, también, a una mayor firmeza defensiva. En Balaídos se vio al Ramos más solido del curso. Así que aguantó la segunda acometida del Celta antes de que Benzema inventase el segundo gol, con dos recortes y un tiro que tras golpear en el palo mandó Cabral a su propia puerta. No pudo el Madrid reclinarse en ese gol porque casi de inmediato respondió el Celta con otro tanto excepcional: Brais le picó un envío a Mallo que, lanzado y de volea, lo cruzó a la red. El primer tanto que encajaba el Madrid con Solari.

Con Emre Mor y Hjulsager, el Celta se lanzó en tromba ante un Madrid quebradísimo por las lesiones y con Lucas ya como lateral izquierdo. Bale, que empezó ahí, ni siquiera hizo intención de ofrecerse. Un penalti claro de Juncá a Odriozola puso fin al suspense. Lo transformó Ramos de nuevo a lo Panenka. Los goles postreros de Ceballos y Brais le pusieron lazo al partido. Así, con una enorme capacidad de aguante, volvió el Madrid a la Liga. Solari tiene ahora tanto tiempo como trabajo.

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