ANÁLISIS TÁCTICO | Montaña rusa en La Bombonera
El partido de ida entre Boca y River en la final de la Copa Libertadores ha sido una locura. Eso es innegable. Cualquiera pronosticaba un partido más cerrado, con menos goles...
Álex de Llano
As
El partido de ida entre Boca y River en la final de la Copa Libertadores ha sido una locura. Eso es innegable. Cualquiera pronosticaba un partido más cerrado, con menos goles y con ambos equipos disputando un encuentro más tenso por la importancia del escenario en el que ambos se vieron envueltos.
River empezó siendo muy superior. Sorpendió Gallardo con su planteamiento, apostando por tres centrales y no cubriendo la ausencia de Ponzio con un centrocampista. No le intimidó el escenario y desde un principio puso sus condiciones. Con el 'Pity' Martínez mordiendo a Wilmar Barrios a la hora de presionar y, además, contando con la ayuda de Exequiel Palacios en esa labor de incomodar al rival en su propia cancha.
Tal y como reconoció Matías Biscay en rueda de prensa, Gallardo ideó la línea de tres centrales y los dos carrileros para frenar a los hombres rápidos que tiene Boca por los lados, Villa y Pavón. Además, el hecho de que Martínez Quarta estuviera en el campo le aportó a River un hombre más en el balón aéreo y que se notó en las jugadas paradas.
Ese efecto se fue diluyendo y lo neutralizó desde el banquillo Guillermo Barros Schelotto con la entrada de Benedetto. Pavón se lesionó y el '18' fue el hombre que le reemplazó moviendo todo el sistema de Boca. A partir de ahí cambio su esquema y pasó a jugar con un 4-4-2, dejando el habitual 4-3-3, con Nández abierto a la derecha, Wilmar Barrios formando pareja con Pablo Pérez y Sebastián Villa en la izquierda pero cayendo mucho hacia dentro, interpretando a la perfección cuando moverse.
El cambio a 4-4-2 le dio a Boca más orden atrás y la presencia de dos delanteros neutralizó la apuesta de tres centrales de River, siendo clave Ábila y Benedetto en los dos goles que marcó el conjunto xeneize en el partido. Boca no necesita demasiado para hacer daño al rival y ha quedado demostrado en esta ida de la final.
Destacar, en este aspecto, el centro del campo de Boca. Le ganó la partida al de River. Enzo Pérez apenas tuvo presencia y Exequiel Palacios se fue marchitando con el paso de los minutos. Wilmar Barrios recuperó 9 balones; Nández, 5; y Pablo Pérez, 6. Los tres, además, tuvieron un 100% de acierto en sus entradas.
Con los cambios, Biscay buscó recuperar la posesión y la superioridad. Por eso retiró a Lucas Martínez Quarta para darle más presencia con Nacho Fernández. A partir de ahí el partido se calmó y se vio a un River que especuló más que Boca. Zuculini aportó calma en un centro del campo en el que Enzo Pérez fue transparente.
Por último, Boca regresó a un sistema con el que se siente cómodo, el 4-3-1-2 con Tevez en el campo. El 'Apache' fue un motivo más por el que River terminó echándose atrás. El referente de este plantel le dio más presencia en campo rival a los suyos y, además, creó la ocasión que pudo decidir la ida con Benedetto estrellando su disparo en Armani.
En definitiva, hemos presenciado un partido igualadísimo en lo táctico y con mucho más vértigo de lo esperado. Un duelo que tendrá su decisión en el Monumental cuando dentro de trece días se vuelvan a ver las caras.
Álex de Llano
As
El partido de ida entre Boca y River en la final de la Copa Libertadores ha sido una locura. Eso es innegable. Cualquiera pronosticaba un partido más cerrado, con menos goles y con ambos equipos disputando un encuentro más tenso por la importancia del escenario en el que ambos se vieron envueltos.
River empezó siendo muy superior. Sorpendió Gallardo con su planteamiento, apostando por tres centrales y no cubriendo la ausencia de Ponzio con un centrocampista. No le intimidó el escenario y desde un principio puso sus condiciones. Con el 'Pity' Martínez mordiendo a Wilmar Barrios a la hora de presionar y, además, contando con la ayuda de Exequiel Palacios en esa labor de incomodar al rival en su propia cancha.
Tal y como reconoció Matías Biscay en rueda de prensa, Gallardo ideó la línea de tres centrales y los dos carrileros para frenar a los hombres rápidos que tiene Boca por los lados, Villa y Pavón. Además, el hecho de que Martínez Quarta estuviera en el campo le aportó a River un hombre más en el balón aéreo y que se notó en las jugadas paradas.
Ese efecto se fue diluyendo y lo neutralizó desde el banquillo Guillermo Barros Schelotto con la entrada de Benedetto. Pavón se lesionó y el '18' fue el hombre que le reemplazó moviendo todo el sistema de Boca. A partir de ahí cambio su esquema y pasó a jugar con un 4-4-2, dejando el habitual 4-3-3, con Nández abierto a la derecha, Wilmar Barrios formando pareja con Pablo Pérez y Sebastián Villa en la izquierda pero cayendo mucho hacia dentro, interpretando a la perfección cuando moverse.
El cambio a 4-4-2 le dio a Boca más orden atrás y la presencia de dos delanteros neutralizó la apuesta de tres centrales de River, siendo clave Ábila y Benedetto en los dos goles que marcó el conjunto xeneize en el partido. Boca no necesita demasiado para hacer daño al rival y ha quedado demostrado en esta ida de la final.
Destacar, en este aspecto, el centro del campo de Boca. Le ganó la partida al de River. Enzo Pérez apenas tuvo presencia y Exequiel Palacios se fue marchitando con el paso de los minutos. Wilmar Barrios recuperó 9 balones; Nández, 5; y Pablo Pérez, 6. Los tres, además, tuvieron un 100% de acierto en sus entradas.
Con los cambios, Biscay buscó recuperar la posesión y la superioridad. Por eso retiró a Lucas Martínez Quarta para darle más presencia con Nacho Fernández. A partir de ahí el partido se calmó y se vio a un River que especuló más que Boca. Zuculini aportó calma en un centro del campo en el que Enzo Pérez fue transparente.
Por último, Boca regresó a un sistema con el que se siente cómodo, el 4-3-1-2 con Tevez en el campo. El 'Apache' fue un motivo más por el que River terminó echándose atrás. El referente de este plantel le dio más presencia en campo rival a los suyos y, además, creó la ocasión que pudo decidir la ida con Benedetto estrellando su disparo en Armani.
En definitiva, hemos presenciado un partido igualadísimo en lo táctico y con mucho más vértigo de lo esperado. Un duelo que tendrá su decisión en el Monumental cuando dentro de trece días se vuelvan a ver las caras.