ANÁLISIS / La ola demócrata: jóvenes, blancos y universitarios
Pese al desgaste republicano, Trump conserva intactas sus opciones de ser reelegido en las presidenciales de 2020, según los pronósticos
Kiko Llaneras
El País
En las elecciones legislativas se produjo una ola azul: los demócratas recuperaron cinco puntos y se hicieron con el control de la Cámara de Representantes. No obstante, no hubo una tormenta, los republicanos no sufrieron un gran varapalo y Donald Trump conserva intactas sus opciones de reelección en 2020.
El avance de los demócratas fue mayor en tres grupos: los jóvenes, los blancos y los universitarios. Según datos de las encuestas a pie de urna de CNN, desde las elecciones legislativas de 2016 el voto demócrata ha subido 11 puntos entre jóvenes; ocho entre los universitarios, y seis entre los blancos. Es el saldo negativo de los republicanos bajo la presidencia de Trump.
La ola demócrata: jóvenes, blancos y universitarios
En los comicios del pasado martes, los demócratas ganaron entre los jóvenes, pasando del 56% al 67% de votos en ese grupo, según los sondeos. Entre los jóvenes blancos consiguieron el 44% de los votos en 2016 y el 56% este año. Otro colectivo que cambió su voto entre ambos comicios son los blancos universitarios.
La ola también fue mayor entre los votantes menos polarizados. Los demócratas subieron 11 puntos entre los moderados (quienes no se declaran “conservadores” ni “liberales” ideológicamente) y nueve puntos entre los independientes (los que no se identifican como demócratas ni como republicanos).
Los distritos rurales, donde más votos ganaron
Los demócratas tomaron el control de la Cámara de Representantes ganando muchos distritos suburbanos que estaban bajo control republicano. En ese sentido los suburbios fueron decisivos. Pero la razón no es que allí los demócratas hayan tenido unos resultados excepcionales, sino que eran los únicos en juego. En los distritos urbanos y rurales apenas había nada que decidir: los demócratas ya controlaban los primeros y los republicanos tenían mucho margen para mantener los segundos. Esta fractura entre el campo (republicano) y la ciudad (demócrata) es tan intensa que las batallas del futuro se decidirán quizás en los suburbios.
En realidad, donde más votos ganaron los demócratas fue en los distritos rurales, aunque sin ganar prácticamente en ninguno en manos republicanas. Esto lo confirman los datos de las encuestas: los demócratas sólo subieron cuatro puntos entre votantes de áreas suburbanas, mientras que avanzaron cinco puntos en áreas urbanas y hasta ocho en las rurales.
No demasiado alta
La representación demócrata aumentó en estas elecciones, pero su avance es relativamente modesto en términos históricos. Cuando llega un nuevo presidente a la Casa Blanca, lo habitual es que su partido retroceda en las siguientes elecciones de medio mandato, dos años después de ser elegidos. Es lo que ha pasado con los republicanos después de Trump, pero su castigo no ha sido intenso si lo comparamos con los precedentes.
Los últimos 12 presidentes vieron cómo sus partidos retrocedían en las elecciones de medio mandato. La única excepción fue George W. Bush en 2002, pero su caso es excepcional porque entre su elección y las legislativas se produjeron los atentados del 11-S. Estos datos relativizan la caída de los republicanos el martes. Según el último recuento —que todavía no es definitivo—, retrocedieron 3,5 puntos respecto al resultado que obtuvieron en las elecciones al Congreso de 2016. Es un desgaste bastante menos severo que el que sufrieron los demócratas con Bill Clinton o Barack Obama.
¿Una amenaza para Trump?
Los republicanos han tenido su dosis de malas noticias en estas elecciones (pierden el control de una de las Cámaras del Congreso y ven avanzar al partido rival), pero Trump conserva intactas sus opciones de reelección. Primero, porque el retroceso republicano ha sido moderado; y segundo, porque los resultados de las elecciones de medio mandato no son en general un buen oráculo para las presidenciales de dos años más tarde.
Hemos analizado los resultados en todas las elecciones presidenciales y legislativas desde 1948 y la relación es muy débil: los partidos que mejoran en la votación a la Cámara en el medio mandato suelen mejorar después en la carrera por la Casa Blanca, pero hay muchas excepciones. No es una sorpresa, en unas elecciones y otras vota gente diferente —la participación es muy baja en las legislativas— y además faltan dos años hasta la votación presidencial y los demócratas ni siquiera tienen candidato.
La reelección de Trump sigue abierta. Según el mercado de predicción PredictIt, uno de los mejores pronósticos cuando las elecciones están tan lejos, la reelección del republicano es ahora mismo una moneda al aire. Los demócratas tienen un 54% de opciones de recuperar la Casa Blanca; Trump, un 46% de volver a ser presidente.
Kiko Llaneras
El País
En las elecciones legislativas se produjo una ola azul: los demócratas recuperaron cinco puntos y se hicieron con el control de la Cámara de Representantes. No obstante, no hubo una tormenta, los republicanos no sufrieron un gran varapalo y Donald Trump conserva intactas sus opciones de reelección en 2020.
El avance de los demócratas fue mayor en tres grupos: los jóvenes, los blancos y los universitarios. Según datos de las encuestas a pie de urna de CNN, desde las elecciones legislativas de 2016 el voto demócrata ha subido 11 puntos entre jóvenes; ocho entre los universitarios, y seis entre los blancos. Es el saldo negativo de los republicanos bajo la presidencia de Trump.
La ola demócrata: jóvenes, blancos y universitarios
En los comicios del pasado martes, los demócratas ganaron entre los jóvenes, pasando del 56% al 67% de votos en ese grupo, según los sondeos. Entre los jóvenes blancos consiguieron el 44% de los votos en 2016 y el 56% este año. Otro colectivo que cambió su voto entre ambos comicios son los blancos universitarios.
La ola también fue mayor entre los votantes menos polarizados. Los demócratas subieron 11 puntos entre los moderados (quienes no se declaran “conservadores” ni “liberales” ideológicamente) y nueve puntos entre los independientes (los que no se identifican como demócratas ni como republicanos).
Los distritos rurales, donde más votos ganaron
Los demócratas tomaron el control de la Cámara de Representantes ganando muchos distritos suburbanos que estaban bajo control republicano. En ese sentido los suburbios fueron decisivos. Pero la razón no es que allí los demócratas hayan tenido unos resultados excepcionales, sino que eran los únicos en juego. En los distritos urbanos y rurales apenas había nada que decidir: los demócratas ya controlaban los primeros y los republicanos tenían mucho margen para mantener los segundos. Esta fractura entre el campo (republicano) y la ciudad (demócrata) es tan intensa que las batallas del futuro se decidirán quizás en los suburbios.
En realidad, donde más votos ganaron los demócratas fue en los distritos rurales, aunque sin ganar prácticamente en ninguno en manos republicanas. Esto lo confirman los datos de las encuestas: los demócratas sólo subieron cuatro puntos entre votantes de áreas suburbanas, mientras que avanzaron cinco puntos en áreas urbanas y hasta ocho en las rurales.
No demasiado alta
La representación demócrata aumentó en estas elecciones, pero su avance es relativamente modesto en términos históricos. Cuando llega un nuevo presidente a la Casa Blanca, lo habitual es que su partido retroceda en las siguientes elecciones de medio mandato, dos años después de ser elegidos. Es lo que ha pasado con los republicanos después de Trump, pero su castigo no ha sido intenso si lo comparamos con los precedentes.
Los últimos 12 presidentes vieron cómo sus partidos retrocedían en las elecciones de medio mandato. La única excepción fue George W. Bush en 2002, pero su caso es excepcional porque entre su elección y las legislativas se produjeron los atentados del 11-S. Estos datos relativizan la caída de los republicanos el martes. Según el último recuento —que todavía no es definitivo—, retrocedieron 3,5 puntos respecto al resultado que obtuvieron en las elecciones al Congreso de 2016. Es un desgaste bastante menos severo que el que sufrieron los demócratas con Bill Clinton o Barack Obama.
¿Una amenaza para Trump?
Los republicanos han tenido su dosis de malas noticias en estas elecciones (pierden el control de una de las Cámaras del Congreso y ven avanzar al partido rival), pero Trump conserva intactas sus opciones de reelección. Primero, porque el retroceso republicano ha sido moderado; y segundo, porque los resultados de las elecciones de medio mandato no son en general un buen oráculo para las presidenciales de dos años más tarde.
Hemos analizado los resultados en todas las elecciones presidenciales y legislativas desde 1948 y la relación es muy débil: los partidos que mejoran en la votación a la Cámara en el medio mandato suelen mejorar después en la carrera por la Casa Blanca, pero hay muchas excepciones. No es una sorpresa, en unas elecciones y otras vota gente diferente —la participación es muy baja en las legislativas— y además faltan dos años hasta la votación presidencial y los demócratas ni siquiera tienen candidato.
La reelección de Trump sigue abierta. Según el mercado de predicción PredictIt, uno de los mejores pronósticos cuando las elecciones están tan lejos, la reelección del republicano es ahora mismo una moneda al aire. Los demócratas tienen un 54% de opciones de recuperar la Casa Blanca; Trump, un 46% de volver a ser presidente.