Una pelea en un bar y una foto ponen en cuestión la versión de Kavanaugh
El juez fue interrogado por la policía tras un altercado en 1985 y pudo tener más relación de la que admite con una de las denunciantes, con quien sale en una instántanea de una boda
Pablo Guimón
Washington, El País
Brett Kavanaugh, candidato de Donald Trump al Supremo de Estados Unidos, participó en una pelea en un bar que empezó cuando el hoy juez arrojó el contenido de su vaso a la cara de una persona, según un informe policial del que publica extractos The New York Times. El altercado, sucedido en 1985, durante el segundo curso de Kavanaugh en la Universidad de Yale, llevó al juez a ser interrogado por la policía y acabó con la detención de uno de sus amigos.
El informe policial confirma el incidente que ya había revelado Chad Ludington, profesor universitario y compañero de universidad de Kavanaugh, en un comunicado que hizo público el domingo porque considera que el juez, en su comparecencia ante el Comité del Senado que debía valorar su idoneidad para formar parte de la más alta instancia judicial del país, no fue honesto respecto a su relación con el alcohol en sus años de estudiante.
Ludington ha confirmado que ha estado en contacto con el FBI, al que la Casa Blanca, a instancias de los senadores, encargó el pasado viernes una investigación de alcance limitado sobre Kavanaugh, de 53 años, antes de que el pleno de la Cámara alta se pronuncie sobre su nombramiento a finales de esta semana. El objetivo de la investigación es arrojar luz sobre las acusaciones, formuladas en las últimas semanas por tres mujeres, de diferentes abusos sexuales por parte del juez en sus años de estudiante. Pero el foco del debate parece virar ahora hacia las incongruencias que empiezan a salir a la luz entre el relato del juez y la realidad.
Las denuncias, que el juez Kavanaugh rechaza con vehemencia y enmarca en una campaña de difamación orquestada por los demócratas, coinciden en describir un contexto de excesos y abuso de alcohol que degeneraba en comportamientos inadecuados con las mujeres. En su comparecencia ante el Comité del Senado el pasado jueves, poco después de que la primera denunciante, Christine Blasey Ford, testificara en el mismo foro, el juez Kavanaugh admitió que ocasionalmente bebió “demasiadas cervezas”, pero rechazó que su consumo de alcohol en aquella época derivara en una actitud agresiva.
También han surgido inconsistencias en las declaraciones públicas de Kavanaugh con respecto a la segunda de las denunciantes, Deborah Ramírez, que acusa al juez de haberle puesto el pene en la cara durante una reunión de amigos para beber en un dormitorio en la Universidad de Yale. Según una información de la NBC, Kavanaugh y su equipo tuvieron conocimiento de la acusación antes de que se publicara inicialmente en The New Yorker, y maniobraron entre los amigos del juez para tratar de refutarla.
Sucede que, según las transcripciones de una entrevista de Kavanaugh con el Comité del Senado dos días después de publicarse la acusación de Ramírez, el juez criticó a su excompañera de universidad precisamente por “andar llamando a los compañeros de clase para ver si recordaban algo”. “¿Qué pasa cuando alguien llama por ahí para refrescar la memoria de la gente?”, se preguntaba el juez. “A mí no me suena bien. No suena justo. Suena como un golpe orquestado para apartarme”, añadió, a pesar de que él mismo, según la información de la NBC, habría estado haciendo lo propio días antes.
Los mensajes entre Kavanaugh y sus amigos, ahora revelados por la NBC, indican también que el juez y Ramírez tenían una relación social mayor de la que ha admitido él. Los mensajes revelan que el juez recibió una foto de un grupo de siete amigos de Yale, en una boda celebrada diez años después de su graduación, en la que salen Kavanaugh y Ramírez, que ejercieron de padrino y dama de honor, respectivamente.
Preguntado sobre la boda en una entrevista con el Comité del Senado el pasado 25 de septiembre, Kavanaugh dijo que “probablemente” estuvo en una boda con Ramírez pero que no tenía “un recuerdo específico”. Según los mensajes de texto, sin embargo, la fotografía había sido enviada a Kavanaugh y a su equipo tres días antes de la citada entrevista. Mentir al Congreso, sea o no bajo juramento, constituye un delito.
El caso Kavanaugh ha provocado un fiero debate público en el país, acerca de si alguien sobre el que recaen esas acusaciones es o no el candidato idóneo para convertirse en el noveno juez del Supremo, con carácter vitalicio, en sustitución del recientemente jubilado juez Anthony Kennedy, también conservador pero más moderado en temas sociales. De confirmarse su nombramiento, que constituye una de las prioridades políticas de la Administración Trump, el equilibrio de la más alta instancia judicial del país se inclinaría a la derecha durante una generación.
Pablo Guimón
Washington, El País
Brett Kavanaugh, candidato de Donald Trump al Supremo de Estados Unidos, participó en una pelea en un bar que empezó cuando el hoy juez arrojó el contenido de su vaso a la cara de una persona, según un informe policial del que publica extractos The New York Times. El altercado, sucedido en 1985, durante el segundo curso de Kavanaugh en la Universidad de Yale, llevó al juez a ser interrogado por la policía y acabó con la detención de uno de sus amigos.
El informe policial confirma el incidente que ya había revelado Chad Ludington, profesor universitario y compañero de universidad de Kavanaugh, en un comunicado que hizo público el domingo porque considera que el juez, en su comparecencia ante el Comité del Senado que debía valorar su idoneidad para formar parte de la más alta instancia judicial del país, no fue honesto respecto a su relación con el alcohol en sus años de estudiante.
Ludington ha confirmado que ha estado en contacto con el FBI, al que la Casa Blanca, a instancias de los senadores, encargó el pasado viernes una investigación de alcance limitado sobre Kavanaugh, de 53 años, antes de que el pleno de la Cámara alta se pronuncie sobre su nombramiento a finales de esta semana. El objetivo de la investigación es arrojar luz sobre las acusaciones, formuladas en las últimas semanas por tres mujeres, de diferentes abusos sexuales por parte del juez en sus años de estudiante. Pero el foco del debate parece virar ahora hacia las incongruencias que empiezan a salir a la luz entre el relato del juez y la realidad.
Las denuncias, que el juez Kavanaugh rechaza con vehemencia y enmarca en una campaña de difamación orquestada por los demócratas, coinciden en describir un contexto de excesos y abuso de alcohol que degeneraba en comportamientos inadecuados con las mujeres. En su comparecencia ante el Comité del Senado el pasado jueves, poco después de que la primera denunciante, Christine Blasey Ford, testificara en el mismo foro, el juez Kavanaugh admitió que ocasionalmente bebió “demasiadas cervezas”, pero rechazó que su consumo de alcohol en aquella época derivara en una actitud agresiva.
También han surgido inconsistencias en las declaraciones públicas de Kavanaugh con respecto a la segunda de las denunciantes, Deborah Ramírez, que acusa al juez de haberle puesto el pene en la cara durante una reunión de amigos para beber en un dormitorio en la Universidad de Yale. Según una información de la NBC, Kavanaugh y su equipo tuvieron conocimiento de la acusación antes de que se publicara inicialmente en The New Yorker, y maniobraron entre los amigos del juez para tratar de refutarla.
Sucede que, según las transcripciones de una entrevista de Kavanaugh con el Comité del Senado dos días después de publicarse la acusación de Ramírez, el juez criticó a su excompañera de universidad precisamente por “andar llamando a los compañeros de clase para ver si recordaban algo”. “¿Qué pasa cuando alguien llama por ahí para refrescar la memoria de la gente?”, se preguntaba el juez. “A mí no me suena bien. No suena justo. Suena como un golpe orquestado para apartarme”, añadió, a pesar de que él mismo, según la información de la NBC, habría estado haciendo lo propio días antes.
Los mensajes entre Kavanaugh y sus amigos, ahora revelados por la NBC, indican también que el juez y Ramírez tenían una relación social mayor de la que ha admitido él. Los mensajes revelan que el juez recibió una foto de un grupo de siete amigos de Yale, en una boda celebrada diez años después de su graduación, en la que salen Kavanaugh y Ramírez, que ejercieron de padrino y dama de honor, respectivamente.
Preguntado sobre la boda en una entrevista con el Comité del Senado el pasado 25 de septiembre, Kavanaugh dijo que “probablemente” estuvo en una boda con Ramírez pero que no tenía “un recuerdo específico”. Según los mensajes de texto, sin embargo, la fotografía había sido enviada a Kavanaugh y a su equipo tres días antes de la citada entrevista. Mentir al Congreso, sea o no bajo juramento, constituye un delito.
El caso Kavanaugh ha provocado un fiero debate público en el país, acerca de si alguien sobre el que recaen esas acusaciones es o no el candidato idóneo para convertirse en el noveno juez del Supremo, con carácter vitalicio, en sustitución del recientemente jubilado juez Anthony Kennedy, también conservador pero más moderado en temas sociales. De confirmarse su nombramiento, que constituye una de las prioridades políticas de la Administración Trump, el equilibrio de la más alta instancia judicial del país se inclinaría a la derecha durante una generación.