¿Una crisis humanitaria en Venezuela? El gobierno dice que nada de eso

Rachelle Krygier y Anthony Faiola
Infobae
Caracas (Venezuela) – En el mundo, según el gobierno venezolano, los programas estatales de alimentos sirven para reponer los estantes vacíos de los supermercados. Un éxodo de ciudadanos hambrientos a otros países son "noticias falsas". Y los anuncios de una grave crisis de salud forma parte de un plan global para sentar las bases para una invasión de Estados Unidos.


"Venezuela es víctima de ataques de los medios mundiales diseñados para construir una supuesta crisis humanitaria y así justificar una intervención militar", declaró el mes pasado el presidente Nicolás Maduro durante la Asamblea General de las Naciones Unidas. Insistió en que ya no hay crisis.

La nación, con una población de 31 millones de personas, está cayendo en un profundo caos, una situación tan desesperante que los pacientes con VIH y con cáncer se están quedando sin tratamiento, y muchos padres tienen que entregar a sus niños hambrientos a orfanatos. Pero el gobierno está duplicando los esfuerzos para retratar una realidad alternativa. Los venezolanos ahora cuentan con un nuevo aluvión de propaganda en los medios de comunicación estatales que representan un país que pocos de ellos reconocen.

Puede haber una lógica calculada para la negación por parte de fuentes oficiales. Las crisis humanitarias se han citado en el pasado para respaldar la acción militar, incluidas las incursiones en Europa, Oriente Medio y África. Alimentado en parte por el gobierno de Trump y por el senador Marco Rubio (Republicano por la Florida), así como también por algunos diplomáticos y políticos de Estados Unidos, parece que está surgiendo una posible solución externa a la difícil situación militar de Venezuela.

"Es inmoral lo que están haciendo: negar la crisis", dijo David Smilde, un experto de Venezuela en la Universidad de Tulane. "Pero desde su punto de vista, tienen una gran motivación para no admitir el alcance de la crisis y, por lo tanto, ofrecer un argumento convincente para la intervención militar".

Hace poco, Venezolana de Televisión, una emisora nacional propiedad del estado, transmitió imágenes de una idílica granja comunal que brindaba abundantes empleos a las personas de la zona. "Estamos muy felices aquí", decía uno de ellos satisfecho por trabajar. "Estoy orgulloso y agradecido por estar en esta granja colectiva".

Unos días antes, la televisión estatal había mostrado a Margaud Godoy, el gobernador pro Maduro del estado de Cojedes, hablando alegremente sobre los envíos de carne subsidiada a los supermercados. En las tiendas de comestibles de todo el país, ha sido casi imposible encontrar carne de cualquier tipo durante semanas. Sin embargo, la cámara captó imágenes de la jugosa carne cortada para su distribución.

En un gran supermercado del este de Caracas, los compradores discreparon. El mostrador de carne no tenía ni carne ni pollo, y una sección con piezas de cerdo estaba casi vacía.

"Si están suministrando carne a alguien, son a ellos mismos, no a la gente", afirmó Agustín Díaz, un mecánico de 34 años.

Muchos niños venezolanos regresaron a la escuela en septiembre con uniformes desgastados y agujeros en los zapatos. Algunos de ellos con bajo peso debido a la escasez de alimentos que han hecho de las comidas regulares un lujo. Sin embargo, los canales estatales, en su momento, mostraron niños con ropa impecable que regresaban felices a las clases. En esas noticias tampoco mencionaron el grave déficit de financiación que parece estar obligando al cierre de cientos de escuelas en todo el país.

"Con energía volvemos a la escuela, felices de ver a nuestros amigos", comentaba uno.

Los grupos de ayuda estiman que entre 1.6 y 2 millones de venezolanos abandonarán el país este año para escapar de la hiperinflación y la falta de alimentos y medicamentos. Esos números están por encima de los 1.5 millones que salieron entre 2014 y 2017.

Pero a principios de septiembre, el ministro de comunicaciones del gobierno, Jorge Rodríguez, y su hermana, la vicepresidente Delcy Rodríguez, convocaron una conferencia de prensa internacional para revelar lo que dijeron era una evidencia de que las crisis migratorias y humanitarias fueron un engaño.

El ministro de comunicaciones subrayó que el hecho de que circulen más tweets sobre una "crisis humanitaria" en Venezuela que sobre una en Síria, donde hay una guerra abierta, se debe a que hay una campaña organizada de "noticias falsas" o "fake news". También sugirió que el sistema socialista de Venezuela sigue siendo un escenario envidiable para miles de personas en la región.

"Si hay una crisis humanitaria aquí, ¿por qué siguen viviendo aquí 5 millones de colombianos? ¿Son masoquistas?", manifestaba Rodríguez.

Mientras tanto, Maduro ha sugerido que los flujos de migrantes que salen de Venezuela no son mayores que en años anteriores. Y si lo son, dice, es porque los venezolanos están siendo engañados para que se vayan, o se van con los bolsillos llenos de dinero para probar suerte en otros lugares.

"Se está demostrando que la crisis migratoria fabricada es una mentira", apuntó Maduro el mes pasado.

Durante dos décadas, la "Revolución Bolivariana" de Venezuela, una creación del presidente Hugo Chávez, que murió en 2013, promovió el empoderamiento de los pobres a través de programas de asistencia social y leyes laborales de izquierda. Pero desde que Maduro, el sucesor escogido de Chávez, asumió el cargo, la economía ya inestable se ha convertido en una crisis aparentemente sin fondo. Los expertos atribuyen la crisis a una mezcla tóxica de políticas socialistas fallidas, corrupción, mala gestión y precios más bajos del petróleo, el último desastre para un país con las reservas petrolíferas más grandes del mundo.

En sus momentos más vulnerables, Maduro parece haber reconocido sus errores. En agosto, anunció nuevas políticas económicas diseñadas para corregir "errores pasados". Ha admitido que la empresa petrolera estatal, PDVSA, ha estado al borde del colapso y ha culpado a los funcionarios encarcelados de ser los responsables.

Al mismo tiempo, la prensa libre ha sido sofocada con canales privados y sitios web de noticias censurados por un organismo regulador de medios, Conatel. Desde el año pasado, al menos una docena de jefes de medios de comunicación han sido exiliados o acusados de delitos. Se han cerrado seis sitios web y seis periódicos han dejado de publicarse este año, según el Instituto de Prensa y Sociedad Independiente con sede en Caracas.

Eso ha dejado a los medios estatales y autocensurados como los principales proveedores de información, donde el 50 por ciento del país no tiene acceso a Internet.

Para los venezolanos, la propaganda puede parecer surrealista.

Nelsy Cruz, de 76 años, residente en un vecindario de clase trabajadora a unos 40 kilómetros al este de Caracas, miraba las noticias en la cadena de televisión estatal mientras ordenaba su sala de estar.

Cruz necesita urgentemente un trasplante de rodilla, un procedimiento que, según ella, se ha retrasado durante meses porque los hospitales carecen de los medios para tratarla. Señaló la marca de sus pómulos y dijo que tuvo que arreglar sus pantalones tras perder más de 5 kilos este año por la falta de comida. Mientras las imágenes alegres salían en la pantalla, admitía que era como si el gobierno estuviera tratando de convencer a los venezolanos de que todos viven en el "paraíso".

"Maduro niega las cosas que vemos todos los días. El gobierno simplemente sigue mintiéndonos descaradamente", indicó.

Además, los expertos advierten que esos hechos se pueden "defender" ya que el gobierno retiene datos económicos y de salud que no salen publicados. El Fondo Monetario Internacional, por ejemplo, estima que la inflación llegará al millón por ciento este año. Pero la última vez que Venezuela publicó los datos oficiales de inflación fue en 2015.

"Los gobiernos dependen de la esperanza que nutren", explicó Moises Naim, miembro de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, que fue ministro de comercio e industria en Venezuela en 1989. "Maduro no puede brindar esperanza con la realidad, por eso lo hace con mentiras", añadió.

Los funcionarios venezolanos no respondieron a las reiteradas peticiones de comentarios.

Las encuestas nacionales muestran que el 28 por ciento de la población aún apoya al gobierno, y revela que hay un público entusiasta por la propaganda oficial.

A dos cuadras de la pequeña casa de Cruz, Omar Rojas, un maestro de escuela primaria de 55 años, también estaba viendo la televisión, como lo hace todas las mañanas.

El ferviente admirador de Chávez contaba que cree que "el mundo está exagerando la crisis" al tiempo que decía que el canal del gobierno lo ayuda a "entender por qué el país está atravesando por algunos problemas".

"Si tenemos que comer un poco menos para promover la causa, lo haremos. El gobierno está luchando por una ideología que defiende la igualdad y la libertad. Y eso es lo que quiero para Venezuela", apostilló.

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