Trump envía a 5.200 soldados a la frontera ante el avance de la caravana migratoria

Los militares se suman a los 2.100 uniformados de reserva desplegados en abril

Joan Faus
Washington, El País
El Pentágono anunció este lunes el despliegue de 5.200 soldados en la frontera con México ante el avance de la caravana de migrantes centroamericanos que se dirige hacia Estados Unidos, tal como había reclamado el presidente Donald Trump. De ese contingente, 800 uniformados ya están de camino a Texas y el resto llegarán a finales de semana. Los militares, que irán armados, se suman a los 2.092 miembros de la Guardia Nacional, la unidad de reserva del Ejército, que fueron enviados el pasado abril por Trump cuando otra caravana de migrantes avanzaba hacia EE UU.


A una semana de las elecciones legislativas del 6 de noviembre, en las que su partido se juega mantener el control del Congreso, el republicano ha utilizado el éxodo de migrantes para atizar la retórica antinmigración que tan buenos frutos le dio en las presidenciales de 2016, cuando demonizó a los extranjeros y prometió levantar un muro con México para impedir la llegada de "violadores y criminales". Según algunos cálculos, hasta 7.000 inmigrantes centroamericanos, que huyen de la inestabilidad en sus países, integran la caravana, iniciada en Honduras y que está ahora en México, donde las autoridades tratan de convencerles de que desistan de su objetivo de llegar a EE UU.

Trump anunció la semana pasada el envío del Ejército a la frontera, pero la cifra inicial que se barajaba era de 800 militares. También advirtió de que cortaría la ayuda exterior a países centroamericanos por no detener el dramático periplo de los migrantes. Horas antes del anuncio del Pentágono, el mandatario volvió a abrazar el discurso del miedo a la inmigración al calificar de “invasión” ese éxodo y al avisar a los migrantes que se encontrarán con militares desplegados en la frontera. “Hay muchos miembros de pandillas y gente muy mala mezclada en la caravana que se dirige a nuestra frontera sur. Por favor, den la vuelta, no serán admitidos en Estados Unidos a no ser que sigan el proceso legal”, escribió en Twitter, sin dar pruebas sobre los miembros de la comitiva. “¡Esto es una invasión de nuestro país y nuestro Ejército les está esperando!”.

Los dos últimos predecesores de Trump en la Casa Blanca, el demócrata Barack Obama y el republicano George W. Bush, autorizaron el despliegue en la frontera de la Guardia Nacional, que depende de cada Estado, tras repuntes en las llegadas de inmigrantes indocumentados. Los reservistas dieron apoyo logístico a la guardia fronteriza, que vigila los más de 3.000 kilómetros de separación entre EE UU y México. Bush envió en 2006 a unos 6.000 efectivos de la Guardia Nacional, mientras Obama mandó en 2010 a 1.200. El objetivo de ambos era que ayudaran en la detención de inmigrantes que cruzaran ilegalmente la frontera y en la captura de drogas transportadas desde México.

Lo que es inusual es que un presidente envíe a soldados convencionales, en lo que supone una clara militarización de la frontera. Los 5.200 uniformados son una cantidad muy similar al contingente militar que tiene EE UU en Irak en la campaña contra el Estado Islámico, según los últimos datos disponibles. Y más que duplica los 2.000 efectivos norteamericanos en Siria que asesoran en la lucha contra los yihadistas. Aún así, el número de soldados en la frontera con México queda por debajo de los 14.000 militares desplegados en Afganistán, una guerra sin fin iniciada en 2001.

El despliegue militar, bautizado como la operación Patriota Fiel, parece tener una finalidad inicial disuasoria dado que la caravana todavía está lejos de EE UU y es posible que los migrantes decidan quedarse en México. Al anunciar el envío de los soldados, el responsable del Comando Norte del Ejército, el general Terrence O'Shaughnessy, aseguró que los objetivos son “endurecer los puntos de entrada” a EE UU y cerrar “huecos clave” en la frontera. Pero reconoció que el propósito soñado es evitar que la caravana llegue a EE UU. Si lo hace, el Ejército no puede impedirlo por completo dado que un inmigrante, si se presenta en un puesto fronterizo, tiene derecho a solicitar asilo en EE UU aunque las posibilidades de recibirlo son escasas. “Creo que el presidente ha dejado claro que la seguridad fronteriza es seguridad nacional”, subrayó O'Shaughnessy.

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