Salvini y Le Pen preparan el asalto a Europa

Los líderes ultra italiano y francesa se reúnen en Roma y explican su visión de las reformas que necesita la Unión Europea, a la que acusan de haber traicionado a los trabajadores en favor de las élites

Daniel Verdú
Roma, El País
El lugar elegido no podía ser más simbólico. A pocos metros del callejón donde apareció el cadáver de Aldo Moro en 1978; entre la antigua sede del Partido Comunista y lo que fue el cuartel general de la Democracia Cristiana en Roma, las dos fuerzas que se repartieron el poder en Italia durante décadas. Justo ahí dos de los líderes que encabezan la corriente nacional populista que pretende liquidar las viejas reglas comunitarias se han dado cita este lunes para preparar el asalto a Europa. Marine Le Pen y Matteo Salvini se han encontrado en una nada casual sede del sindicato obrero UGL. “Los enemigos de Europa están en el búnker de Bruselas. Son [Jean-Claude] Juncker y [Pierre] Moscovici. Han traído precariedad y pobreza y se aferran a su poltrona. Estamos tratando de devolver prosperidad a 500 millones de europeos”, lanzó el líder de la Liga nada más empezar un encuentro abarrotado.


La campaña está en marcha. Y todo lo que sucede en Italia desde hace semanas, incluido el borrador de presupuestos que acaba de presentarse y desafía las reglas europeas con un déficit del 2,4%, debe interpretarse ya también desde la óptica de las próximas elecciones al Parlamento de la UE. Da igual si la prima de riesgo ha vuelto a superar los 300 puntos o la Bolsa sigue cayendo. El discurso es a prueba de bombas y las corrientes nacional populistas de Europa, como las que lideran Salvini en Italia, Le Pen desde Francia o Viktor Orbán desde Hungría, empiezan a organizarse para lograr un peso específico suficiente en el Parlamento que les permita gobernar con el Partido Popular Europeo. Las listas, sostienen, no serán conjuntas y cada partido y país hará las suyas. “Defendemos la soberanía, solo faltaría”, ha señalado Le Pen.

Salvini, erigido en líder incuestionable de este nuevo movimiento europeo, no ocultó en ningún momento cuál es el objetivo. “En mayo quitaremos a los socialistas del poder y volverá al centro el debate sobre el trabajo, el control de las fronteras, la tutela de la familia, los tratados comerciales que ayudan a las finanzas a aumentar sus beneficios pero perjudican a nuestros comerciantes, productores, pescadores. Pienso en una Europa que ayuda a invertir en el trabajo, no una Europa sin reglas. Y eso no puede ser esclavo de déficits, reglas antiguas, primas, cero y comas… Hay que poner en el centro el trabajo y ahorrando donde se puede ahorrar, pero no en derechos sociales”.

El ataque, sin embargo, es el de siempre. El enemigo es la globalización, el búnker de Bruselas, las élites. También tienen nombres y apellidos: el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker; y el comisario europeo de Asuntos Económicos y Financieros, Pierre Moscovici. Todos ellos, han defendido ambos, han traicionado al pueblo en pos de unos intereses ocultos entre los que siempre acaba citado el magnate multimillonario George Soros. Le Pen lo resumió así. “La UE no se construyó para los pueblos, para su prosperidad, sino para reforzar el poder de una pequeña clase mundial que genera muchísimo dinero. La UE se opone al poder de los pueblos y lo hace a través de amenazas, extorsiones y unos resultados que no lo justifican: inmigración masiva, disminución de los salarios. Todo esto se llama globalización. Y la globalización salvaje es como los restaurantes, el último que sale paga la cuenta. Yo no quiero que sea Europa quien la pague”.

La idea, han dado a entender ambos líderes, es ocupar desde la derecha el espacio que, supuestamente, ha abandonado la izquierda. Un experimento que ya llevó a cabo con éxito el Front National (Frente Nacional) en Francia. Salvini lo ha recordado. “Estamos recogiendo unos valores de una izquierda que ha traicionado a los trabajadores. Ayudamos a tantos precarios y parados que la izquierda ha abandonado. Creo que en las sedes del PD [Partido Demócrata] y socialistas entran más banqueros que obreros”. Una idea que también se extiende a una modulación ideológica del acercamiento a la cuestión migratoria. “La izquierda tiene un gran interés en una inmigración ilimitada porque necesita nuevos esclavos para las industrias europeas”. Le Pen, cautivada por la seguridad y coincidencia programática de su interlocutor, asentía todo el tiempo.

Y, todo esto, ¿quién lo patrocina? El jarro de agua fría fue para Steve Bannon, con quien Le Pen marcó un distanciamiento estratégico. El exasesor del presidente de EEUU, Donald Trump, lleva meses visitando Europa y ha constituido una suerte de fundación en Bruselas que busca agrupar a todos las corrientes soberanistas para participar en las elecciones europeas. Se llama The Movement y debía ser paraguas que aglutinase partidos tan dispares. Pero, según Le Pen, no tendrá ninguna capacidad decisión política: “Bannon no es europeo, es estadounidense. Él ha sugerido a los nacionalistas crear una fundación de estudios, sondeos y análisis aquí. Pero la fuerza política somos nosotros y nosotros solos la estructuraremos. Nos debemos a nuestra soberanía y a nuestra libertad. Quiero que este tema este extremadamente claro”.

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