Las asistencias ciegas de Suárez
El uruguayo aumentó su racha de no marcar en Champions pero dio un clínic de cómo jugar para el equipo en la delantera y le aclaró camino a Messi en los goles y los postes.
Juan Jiménez
As
Cuando en noviembre vaya a jugar al Giuseppe Meazza, volveremos a recordar todos los días (más de mil), que Luis Suárez lleva sin marcar un gol en Champions fuera de casa con el Barça. Sin embargo, el uruguayo demostró este miércoles en Wembley que el fútbol no es sólo goles y que si muestra unas prestaciones como las de Londres, no hace falta que marque. Indirectamente, puede decirse que lo hizo.
Suárez jugó para Messi toda la noche en Wembley. Le tiró todos los desmarques que necesitó. Recibió un par de balones del argentino. En uno disparó cruzado y se le marchó fuera. En el el segundo, paró Lloris. Pero donde se hizo grande fue en su juego sin balón. En los dos remates al palo de Messi fue decisivo. En el primero arrastró al central y dejó el espacio libre. En el segundo, sacó el balón de la trampa de la banda y puso al argentino de frente a la jugada.
En los dos goles del argentino, mostró talento y visión. En la primera acción tenía un disparo nítido, pero debía hacerlo con la izquierda. Y para rematar con la zurda, quién mejor que su amigo. Messi le gritó por detrás y levantó la pierna en el momento exacto. En la jugada del 2-4, el charrúa también tenía controlado con su radar a Messi y ni hizo el intento por ir a por un balón que llegó manso a Messi. Asistencias ciegas, como bloqueos en el baloncesto. No hace falta decir que Messi y Suárez se entienden de memoria. Hasta sus casas tienen el mismo sistema de seguridad. Había que verlos a los dos al final del partido en Wembley. Agachados y asfixiados. Con la Champions entre ceja y ceja.
Juan Jiménez
As
Cuando en noviembre vaya a jugar al Giuseppe Meazza, volveremos a recordar todos los días (más de mil), que Luis Suárez lleva sin marcar un gol en Champions fuera de casa con el Barça. Sin embargo, el uruguayo demostró este miércoles en Wembley que el fútbol no es sólo goles y que si muestra unas prestaciones como las de Londres, no hace falta que marque. Indirectamente, puede decirse que lo hizo.
Suárez jugó para Messi toda la noche en Wembley. Le tiró todos los desmarques que necesitó. Recibió un par de balones del argentino. En uno disparó cruzado y se le marchó fuera. En el el segundo, paró Lloris. Pero donde se hizo grande fue en su juego sin balón. En los dos remates al palo de Messi fue decisivo. En el primero arrastró al central y dejó el espacio libre. En el segundo, sacó el balón de la trampa de la banda y puso al argentino de frente a la jugada.
En los dos goles del argentino, mostró talento y visión. En la primera acción tenía un disparo nítido, pero debía hacerlo con la izquierda. Y para rematar con la zurda, quién mejor que su amigo. Messi le gritó por detrás y levantó la pierna en el momento exacto. En la jugada del 2-4, el charrúa también tenía controlado con su radar a Messi y ni hizo el intento por ir a por un balón que llegó manso a Messi. Asistencias ciegas, como bloqueos en el baloncesto. No hace falta decir que Messi y Suárez se entienden de memoria. Hasta sus casas tienen el mismo sistema de seguridad. Había que verlos a los dos al final del partido en Wembley. Agachados y asfixiados. Con la Champions entre ceja y ceja.