Jordi Alba y la desidia táctica del Madrid

Javier Sillés
As
La ventana del Clásico desnudó definitivamente al Real Madrid ante un Barça que no necesitó ser brillante ni un gran gestor del juego para acabar goleando. El primer tiempo certificó el abandono total blanco, su falta de sistema y vulnerabilidad defensiva. Se podría decir que ha sido el único equipo que no tenía preparada ninguna vigilancia especial para los desmarques desde atrás de Jordi Alba. Lopetegui emparejó de inicio a Bale con el lateral azulgrana, pero el galés le soltaba y Nacho estaba demasiado basculado al centro (ver imagen). Alba dispuso de una autopista para llegar una y otra vez y el Barcelona atacó más que nunca por esa travesía (46,1% de jugadas ofensivas).


No se quedaron ahí los desperfectos blancos. Las sombras del Madrid se desplegaron en todos los capítulos del juego. Sin presionar arriba, dejó amplios huecos entre la zaga y la medular. No se entendió tal disparate en situaciones en las que el Barcelona sorteaba líneas con entregas sencillísimas. Negados los de Lopetegui en los primeros pases (sólo un 89% de precisión en las entregas en campo propio) y con 111 balones perdidos, el Barcelona jugó en campo madridista con picos de posesión de hasta el 75% en la primera parte. Le sobró con ser un equipo estable y eficaz para desarreglar a un Madrid lamentable.

Se acopló de otra manera el Madrid tras la reanudación y dio una imagen muy diferente durante casi 30 minutos. Estructura de tres centrales (Nacho, Casemiro y Ramos) y Lucas y Marcelo como estiletes en las bandas. La amplitud blanca y una nueva postura sin balón, muy alejada del talante dócil del primer acto, complicó al Barcelona como había acontecido frente al Sevilla. El desacierto de Modric y Benzema le negó el empate y levantó al conjunto de Valverde en el tramo final, en tromba para buscar un resultado estruendoso que logró con un Luis Suárez estelar. El uruguayo reflejó la personalidad combativa azulgrana ante un Madrid decaído y sin una idea fija, que llegó muy tarde al partido. Igual que le sucede a Lopetegui, más fuera que dentro.

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